Este es uno de los platillos que ha sido modificado a través del tiempo desde la época de Enrique III, allá por el siglo XVI, en Francia.
La historia de la receta del cordón bleu frances, que perdura hoy en día, se refiere a una cinta azul que era otorgada como un símbolo en la cocina.
En ese siglo se distinguía con una cinta azul a aquellas personas que habían recibido la Orden del Caballero del Espíritu Santo, la más alta distinción de la época y la llevaban los mejores cocineros.
Esa cinta azul o cordon bleu servía también para referirse a aquellos cocineros que sorprendían por su alto nivel a una monarquía muy acostumbrada a los suculentos banquetes en el palacio.
Estos cocineros solían atar sus delantales con una cita de color azul que evocaba aquella distinción. Y uno de ellos, de quien no se conoce el nombre, se inventó una receta en alusión a este reconocimiento.
Este cocinero optó por alterar la preparación de una carne tan típicamente francesa como es el escalope, que consistía en un filete fino empanizado, por lo que utilizó jamón, queso gruyere y dos filetes para inventar un suculento plato que encantó a los comensales y que, como reconocimiento, se bautizó con el mismo nombre que tan importante distinción.
Evolución
La receta fue extremadamente popular en Francia y, con el paso del tiempo, ha evolucionado dentro y fuera de sus fronteras. La misma fórmula, aunque sustituyendo la ternera por pechugas de pollo, es una variante muy popularizada.
Hay varios tipos de quesos que se pueden utilizar en la preparación, así como las variedades de jamón o incluso bacon que se incluye en algunas recetas, hacen del cordón bleu una fórmula culinaria con muchos matices.
Un ejemplo es el cachopo asturiano es muy similar al cordón bleu más tradicional. Se trata también de dos finos filetes de carne, rellenos de jamón y queso (para ‘asturianizarlo’ aún más se puede poner queso de Cabrales), aunque sus cantidades suelen ser realmente generosas y por ello en ocasiones se comparte a modo de ración entre varios comensales.
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Es importante freír los filetes empanados y rellenos en su punto justo, ya que no es sencillo conseguir que la carne no se seque y quede un interior jugoso.
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