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Foto: Alejandro Aguilar /El Sol de México

Tres proyectos chilangos de cerveza artesanal

El Centro Histórico y colonias aledañas existe un movimiento cervecero imperdible

Por Víctor Hugo Rico

Al centro de la Ciudad de México y sus alrededores se viene para caminar hasta perderse en sus calles de edificios palaciegos, viejas casonas o extraña arquitectura moderna. Entrar a museos escondidos, descansar en un café o con un platillo en uno de cientos de restaurantes y taquerías. O recargar el codo para refrescarse frente a una cerveza o un trago en la barra de alguna cantina de las que aún sobreviven a la gentrificación y a los locales de marcas de moda y productos chinos.

Así se vive a diario la capital del país, entre un oleaje sin fin de vecinos, comerciantes y turistas en busca de lo mejor que ofrece este monstruo de más de 20 millones de habitantes.

El movimiento de la Cerveza Artesanal en la CDMX

Entre la infinita oferta gastronómica y cultural, destaca un movimiento que inició hace más de una década pero que ha experimentado un crecimiento constante en los últimos años: la cerveza artesanal, con decenas de productores independientes y microcervecerías que han aportado un sello particular a la capital y atraen tanto a locales como a turistas nacionales y extranjeros.

Foto: Alejandro Aguilar/El Sol de México

En la capital han abierto grandes y concurridas cervecerías que se han instalado en colonias como Roma, Condesa, Del Valle o Narvarte, donde se consiguen las grandes marcas cerveceras.

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Sin embargo, existen otros espacios que, además de ofrecer buenas cervezas de botella, lata o barril de producción local, también construyen comunidad, pequeños oasis para disfrutar solo, con amigos o incluso en familia, sitios con personalidad donde se convive con los vecinos, se comparten historias, conocimientos cerveceros, música.

Cervecería Xólotl

Después del obligado recorrido por las principales calles del Centro Histórico, vale la pena desviarse un poco hacia una parada menos concurrida, frontera entre la zona turística “nice” y la “cutre”, según pregonan los guías de los tranvías turísticos.

Foto: Alejandro Aguilar/El Sol de México

En la calle de Allende, entre Cuba y Belisario Domínguez, cerca del Congreso de la Ciudad de México, se encuentra una pequeña plaza comercial con hotel incluido en lo que era una vieja casona abandonada y remodelada hace pocos años. Ahí, en el primer piso, se encuentra la Cervecería Xólotl, heredera de otra cervecería que se ubicaba en el corazón del barrio de Tepito, en la temida calle de Tenochtitlán.

Fundada en 2018, Xólotl se ha ganado un lugar entre las cervecerías más conocidas de la ciudad por dar cabida a microcerveceros del Valle de México que en otros lugares no tienen oportunidad de ser conocidos.

De ambiente relajado, entre amigos, es visitada también por extranjeros en busca de sabores locales y buena música.

Ricardo, su dueño, le ha dado otro de sus sellos distintivos con sus proyectos musicales Xolos Band y Delta Trío, que los fines de semana llenan el lugar de rock clásico y fusión mientras se disfruta alguno de los varios estilos de cerveza de barril o de botella, se convive con Pakal, el pequeño perro Xoloitscuintle que dio nombre al lugar, y se come una salchicha artesanal o una pizza del local amigo de junto.

Dónde: Cervecería Xólotl. Allende 24, primer piso, Centro Histórico.

Cervecería Guau Tap

El Eje Central marca el fin del Centro Histórico y el inicio de la zona Centro, la Alameda y colonias como la Guerrero y la Tabacalera que alberga el Monumento a la Revolución, con su fuente brotante donde niños, jóvenes y no pocos adultos juegan, se mojan y refrescan ante el calor que se ensaña y aumenta con la plancha de asfalto.

Foto: Alejandro Aguilar/El Sol de México

Caminando hacia el poniente, la Avenida de los Insurgentes divide la Tabacalera de dos colonias ya centenarias y de rancio abolengo: la Santa María la Rivera y la San Rafael. Esta última, fundada en 1891 en pleno auge del gobierno de Porfirio Díaz, marca la expansión del primer cuadro de la Ciudad de México sobre viejas haciendas y ranchos.

De las primeras colonias de estilo moderno y afrancesado, como estaba de moda en tiempos del dictador, en la San Rafael todavía se ven las fachadas de la época en varias calles, pero como pasa en las grandes ciudades, el paso del tiempo y la gentrificación la ha transformado y ahora se aprecian estilos arquitectónicos variados, como el californiano, art decó y hasta el brutalista.

Y es aquí donde, entre sus calles tranquilas y arboladas, con variados teatros y antigua residencia de actores, llegamos a la segunda parada, la cervecería Guau Tap, otro oasis urbano donde se puede descansar en sus mesas a la sombra de un gran árbol de aguacate y pedir alguno de los variados estilos de cerveza con que cuenta.

Atendido por sus socios Maggie y Max, este taproom que está por cumplir dos años nace del amor por las mascotas, especialmente por los perritos como demuestra su logo, decoración y lema: “chelitas con causa”.

Además de las marcas más conocidas y otras elaboradas por microcerveceros locales, Max cocina desde hace cinco años sus propias cervezas que nacieron como una forma de apoyar con las ventas a refugios de mascotas.

Entre la Apolo hoppy laguer, refrescante para el calor y con un buen toque de lúpulo; la Ráscame la pancIPA, una India Pale Ale, y otras de temporada, también ofrecen vino tinto, tinto de verano, mezcal, café y una variada carta de comida vegetariana como ceviche de zetas, sopes de champiñones a la diabla, tostas de aguacate y capresse, o su brunch dominguero con fruta, café, chilaquiles y una “beermosa”. Sobra decir que las mascotas son bienvenidas y tratadas como reyes.

Dónde: Guau Tap. Guillermo Prieto 45, colonia San Rafael.

La Vaca de Muchos Colores

En la misma colonia San Rafael está la calle Manuel María Contreras. Por ahí, entre 1920 y 1960 pasaban dos rutas de tranvía que conectaban a la colonia con el Zócalo y con el pueblo de Tacuba.

Foto: Alejandro Aguilar/El Sol de México

Ahora sólo quedan los vestigios de las vías incrustadas en el asfalto, pero siguiendo esas huellas llegamos a la última parada de la ruta cervecera.

Esta chapatería-cervecería, atendida por sus propietarios, Benjamín y Betty, se llama La vaca de muchos colores, en referencia a una ciudad que el filósofo Friedrich Nietzsche menciona en su libro “Así habló Zaratustra”, visitada por Buda en sus peregrinaciones y donde se transforma el mundo y el espíritu.

Este concepto es llevado a un pequeño local lleno de arte y sillones antiguos, donde se puede platicar entre buena música, con una cerveza de las que Benjamín también produce, solo o en colaboración con otros cerveceros de la zona, ya sea Pale Ale, India Pale Ale, Red Ale o Black IPA, entre otras de un stock pequeño pero variado.

Con más de una década de servicio, ya es parte de la vida cotidiana de vecinos y visitantes asiduos. Un dominó entre semana, alguna proyección de cine los sábados, o simplemente tomarse un café o una sangría con una chapata de jamón serrano, La vaca abraza a todos en una ciudad cambiante, caótica y fascinante.

Dónde: La vaca de muchos colores. Manuel María Contreras 52, San Rafael.

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