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El menú de David Lynch: La vida en un plato surrealista

David Lynch vivió con una intensidad única que transformaba lo cotidiano en extraordinario

Ante el fallecimiento de David Lynch,  jefe del cine onírico y el surrealismo, queda atrás un legado tan peculiar como inigualable. Más allá de las imágenes perturbadoras y los giros narrativos en sus películas, también fue un narrador de lo cotidiano, y la comida ocupaba un lugar especial en su vida y obra. Hoy escribimos esto como un homenaje a su ingenio; una ventana al menú diario de un cineasta cuya relación con la gastronomía era tan única como sus películas.

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Lynch tenía un enfoque minimalista y metódico hacia la comida. Durante años, su dieta fue prácticamente inmutable:

Desayuno: un simple capuchino, aunque en otros momentos llegó a consumir hasta 20 tazas de café al día, casi como una extensión de su proceso creativo.

Comida: tomates, atún, queso feta y aceite de oliva, todos los días. Lynch era capaz de repetir este platillo durante meses sin variar un solo ingrediente.

Cena: pollo en trocitos, brócoli y un toque de salsa de soya, un menú sencillo que refleja su preferencia por la consistencia.

Pero su obsesión alimentaria más memorable fue su fascinación con los batidos de chocolate de Bob’s Big Boy, un hábito que mantuvo diariamente durante siete años. Lynch solía visitarlos a las 2:30 p.m., describiendo esa experiencia casi como un ritual sagrado.

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Foto. Canva.

La musa líquida

El café era mucho más que una bebida para Lynch; era una compañera constante. Su marca personal, David Lynch Signature Cup, surgió de su obsesión por encontrar la preparación perfecta. “Un café debería ser suave, con mucho cuerpo, sin acidez ni amargura”, explicaba en entrevistas. A través de su relación con esta bebida, el director cultivó momentos de inspiración, además construyó un vínculo emocional que plasmó en su cine, especialmente en Twin Peaks.

El agente Dale Cooper, con su emblemática “taza de café malditamente buena”, se convirtió en un símbolo del placer y el ritual que Lynch encontraba en esta bebida. Esa conexión entre el cineasta y su obra va más allá de la pantalla, mostrando cómo los pequeños placeres cotidianos pueden convertirse en poesía visual.

La comida en su obra 

En sus películas, la comida a menudo adquiere un papel secundario cargado de significado. En Eraserhead, la cena con los padres de Mary incluye un pollo asado que sangra de manera grotesca, una escena que combina lo familiar con lo perturbador. En Blue Velvet, la cerveza Heineken y los postres caseros contrastan con los oscuros secretos del suburbio estadounidense.

Incluso en su corto surrealista sobre la preparación de quinoa, incluido como extra en el DVD de Inland Empire, Lynch transforma algo tan banal como cocinar en un acto ritualista y visualmente enigmático. Con frases como “Mira la quinoa; parece arena, pero se va a inflar”, el director hace que el espectador contemple lo cotidiano desde una perspectiva completamente nueva.

Para este artista, la comida no era un lujo, era una herramienta que nutría su espíritu artístico. En una entrevista, confesó que descubrió el café a los tres años y que desde entonces había estado ligado a su acitvidad creativa. La repetición y la simplicidad en sus elecciones culinarias parecían reflejar su filosofía de vida; encontrar belleza en lo ordinario y convertirlo en arte.

Foto. Canva.

La receta de quinoa de David Lynch

En su estilo característico, el cineasta compartió una receta de quinoa que se convirtió en una pequeña obra maestra. El platillo, preparado con ingredientes básicos como brócoli, caldo de verduras y Bragg’s Liquid Aminos, era menos sobre el resultado y más sobre el proceso, un reflejo de su visión artística aplicada a la gastronomía.

Ingredientes:

-1/2 taza de quinoa

-1 1/2 tazas de brócoli orgánico

-1 cubo de caldo vegetal

Bragg’s Liquid Aminos

-Aceite de oliva extra virgen

-Sal marina

Preparación:

1. Llena una cacerola con agua y añade sal marina.

2. Cocina la quinoa mientras observas cómo “se infla como por arte de magia”.

3. Agrega el caldo vegetal, mezcla el brócoli y condimenta con los aminoácidos líquidos.

La remembranza de su trayectoria

David Lynch, el director estadounidense conocido por su estilo surrealista y oscuro que redefinió el cine y la televisión, falleció a los 78 años. Creador de obras icónicas como Twin Peaks, Mulholland Drive y Blue Velvet, dejó una huella imborrable en la cultura pop con su enfoque experimental y enigmático.

Lynch nació en Missoula, Montana, en 1946, y comenzó su carrera como estudiante de arte, explorando su interés por lo experimental con cortometrajes como Six Men Getting Sick. Su primer largometraje, Eraserhead (1977), marcó el inicio de una carrera que equilibró el cine de autor con el éxito comercial. Recibió tres nominaciones al Oscar como mejor director, ganó la Palma de Oro en Cannes por Wild at Heart (1990) y, en 2019, obtuvo un Oscar honorífico por su trayectoria. Además de cineasta, fue músico, pintor y defensor de la meditación trascendental a través de la fundación que lleva su nombre. La noticia de su fallecimiento fue anunciada por su familia en redes sociales: “Es con profundo pesar que comunicamos la partida de David Lynch, un hombre y un artista extraordinario. Como él diría, ‘Keep your eye on the donut and not on the hole.’” Su muerte, tras haber luchado contra un enfisema diagnosticado en 2024, deja un vacío en el mundo del cine y el arte.

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