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Entre Uvas y Taninos: Regiones emergentes

Nuevos países se están posicionando en el mapa del vino con importantes propuestas

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Durante las últimas semanas tuve la oportunidad de estar en la ciudad de Boston, Massachusetts por trabajo. Famosa por su vida universitaria, sus escuelas, académicos y educación en general, y un tanto cuanto menos por su oferta gastronómica y enológica. Sin embargo, coincidió mi visita con un evento que organizó el consorcio de Vinos de Uruguay (Uruguay Wine) para promocionar la oferta del país sudamericano en esta materia. Lo primero que se me vino a la mente es que Uruguay es un país que, si bien no es nuevo en la producción de vino, no ha sido muy conocido entre los gustosos y entusiastas de esta bebida. Países aledaños como Chile y Argentina se llevan casi toda la atención, dejando un poco atrás a Uruguay (y para el caso a otras regiones y países que también producen vino). Por ejemplo, hace poco tuve oportunidad de probar vino boliviano en Washington, D.C. ¿Quién ha probado vino de Bolivia últimamente?

Uruguay, como es el caso de México, es una región “emergente” (por decirlo de alguna forma) que cada vez produce vinos más y más elegantes que compiten con los mejores alrededor del mundo. Nuestro propio país sufre exactamente de la misma suerte en muchas ocasiones: teniendo un excelente producto, este no se encuentra entre las preferencias de la gente debido al desconocimiento de este; una vez que lo gente lo prueba y confirma el potencial que tiene, entonces muchos se convierten y lo consumen con gusto.

Entre los conocedores de vino, Uruguay es tradicionalmente identificado por la producción estelar de vinos hechos con el varietal llamado Tannat. Esta uva es originaria de Francia, especialmente del sur (cerca de Bordeaux) en una región conocida como Madiran. La región produce vinos con características intensas, altos taninos y acidez, con cuerpo robusto y sabores y aromas a frutos negros, principalmente. La uva Tannat fue exitosamente exportada de Francia a varios lugares, entre ellos Uruguay, donde ha brillado con singular particularidad. Le sucedió lo mismo que el Malbec en Argentina y el Carmenere en Chile. No obstante lo anterior, en la cata tuve la oportunidad de probar vinos uruguayos hechos de otra forma (es decir, otro estilo). El que más me llamó la atención fue el Cabernet Franc (con añejamiento en barricas de roble francés de segundo uso) equilibrando el vino de forma elegante. En mi humilde opinión, la uva Cabernet Franc será la gran joya de Sudamérica (los que vienen de Argentina son increíbles).

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Otra cosa que me llamó la atención fue una mezcla de Zinfandel, Merlot y Tempranillo. Tres varietales que tradicionalmente no tienen nada que hacer entre sí, pero que han dado origen a vinos interesantes, dadas las características de la uva y del “terroir”. Si bien Zinfandel ha encontrado su lugar en California y Tempranillo en España, la mezcla de estos tres varietales ha producido vinos sumamente atractivos para quienes gusten de vinos complejos, pero al mismo tiempo con marcados sabores a frutos negros intensos y maduros.

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En otras palabras, tal y como sucede en México, Uruguay podría ser considerada una región emergente en el gusto de las personas y que está produciendo vinos poco convencionales pero que serán pioneros de nuevas tendencias en nuestro hemisferio. Los que probé en estos días fueron estupendos y al nivel de los mejores de cualquier otro lugar. En entregas posteriores habremos de seguir conversando de regiones emergentes y su potencial. Hay mucho por discutir.

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