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¿A qué temperatura se debe servir el vino?

En la columna Entre Uvas y Taninos descubrirás cuál es la mejor manera beber este elixir

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Cuando era pequeño, recuerdo muy bien que en una ocasión mis tíos tuvieron una intensa discusión sobre si el vino tinto debía enfriarse o no. Unos decían que solamente el vino blanco y otros decían que, aunque la creencia popular dictara lo contrario, les gustaba más el vino tinto en el refrigerador. Desde ese momento me quedé pensando en este tema (como siempre, plagado de mitos y algunas realidades) hasta que me metí de lleno a estudiar sobre el vino. La realidad es que el vino debe tomarse a cierta temperatura dependiendo de su estilo, por la sencilla razón de que esta, cuando es correcta, logrará destacar los mejores atributos del vino. 

En primer lugar hablaremos del vino espumoso. Este estilo debe servirse bien frío (entre 6 y 10 grados centígrados) por diversas razones. Entre ellas, cuando el vino está frío conservará mejor el gas (menos evaporación) y las burbujas tan deseadas durarán más tiempo en nuestra bebida. Otra importante razón para enfriar el vino espumoso es para garantizar una apertura de la botella que no derrame la mitad del líquido. Como todos sabemos, el calor tiende a expandir el volumen que el gas ocupa y por ende, si una botella de vino espumoso se calienta mucho, puede explotar o romperse al momento de abrirla. Por último, las bajas temperaturas del vino espumoso conservarán mejor los aromas y sabores de frutas y los florales que generalmente se encuentran en el vino con burbujas (y en caso de que el vino espumoso sea tinto, debemos seguir las mismas recomendaciones, tanto por seguridad como para conservar el gas y los aromas frutales y frescos). Por esta razón, por su alta acidez y por el frío, el vino espumoso se asocia (como dijimos en el artículo anterior) con los planes de calor y de playa, por ejemplo.

Foto.Creative Commons

En segundo lugar mencionaremos al vino blanco. De forma general, el vino blanco debe servirse frío (pero no tanto como el vino espumoso). Se sugiere entre 8 y 12 grados centígrados, dependiendo del estilo de este. Mientras más ligero y menos cuerpo tenga, más frío (por ejemplo, un Sauvignon Blanc de Nueva Zelandia o un Chablis de Francia) deberá servirse entre 8 y 10 grados. Si el vino blanco es un vino más bien de cuerpo robusto, como puede ser el Chardonnay de California, entonces el vino se deberá servir ligeramente frío solamente (11 o 12 grados). Esto asegurará que los sabores y aromas cítricos, de flores y frutas tropicales se conserven adecuadamente y en esta temperatura lograrán una mejor expresión. Debemos tener cuidado de que el vino no esté demasiado frío (porque los sabores y aromas “enmudecen”, es decir, no se perciben) y si está demasiado caliente, entonces solamente vamos a percibir alcohol y muy pocos aromas cítricos o frutales. 

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Por último hablaremos del vino tinto. Este estilo debe servirse generalmente a temperatura “ambiente”, pero debemos hacer la aclaración que esta se refiere a aquellas que van entre 11 y 15 grados centígrados (recordemos que la temperatura ambiente de los sótanos de las casas del viejo mundo no subía a más de los grados mencionados). Por esta razón se estila decir que el vino tinto debe estar a la temperatura de la habitación (chambre en francés – de allí que algunos utilicen el término “chambreado” que en lo personal no me gusta). Sin embargo, como en todo, la temperatura exacta dependerá del tipo de vino tinto que tengamos. Mientras más ligero (por ejemplo un Pinot Noir de Borgoña) deberá servirse entre 11 y 12 grados centígrados, mientras que un Cabernet Sauvignon de Australia deberá servirse entre 14 y 15 grados centígrados. Como con los vinos blancos, si el vino tinto se encuentra demasiado caliente solamente percibiremos alcohol y pocos aromas de frutos rojos o negros y por ende, una temperatura adecuada nos ayudará a que tenga mejor expresión. 

Foto. Federico Ling



Como última recomendación y en caso de que el vino que deseemos tomar no se encuentre a la temperatura óptima, debemos recordar que la mejor forma y más rápida de enfriar el vino es meterlo en una cubeta de agua con hielo hasta alcanzar la temperatura que queremos (evitemos el congelador). O bien, si el vino se encuentra más frío que lo necesario, hay que dejarlo fuera del refrigerador por media hora antes de beberlo y listo. Todo es cuestión de práctica.

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