Cuando eras niño siempre había que comerse la sopa y aunque no siempre se disfrutaba (en especial por las verduras), las que tenían formas de estrellas o tus personajes favoritos mejoraban la experiencia; aunque hoy les escribimos de una de las más queridas para jugar, la sopa de letras.
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Este platillo además de ser un pasatiempo se volvió un relato en si mismo, pues en cada bocado siempre ha habido la oportunidad para conjugar letras y construir palabras.
“Mamá”, “Papá” y hasta nuestros nombres o los de nuestros amigos. Nunca perderemos la oportunidad de ver hasta dónde podemos llevar las palabras con nuestro alfabeto de pasta.
Cuál es el origen de la sopa de letras
El origen se remonta al siglo XIX, donde incluso sirvió de herramienta para la alfabetización masiva, después de la Revolución Industrial, en París.
En 1877 los tenderos comenzaron a vender pequeños pedazos de macarrones con letras del alfabeto estampadas en su superficie. Estos trozos se sumergían en sopas deliciosas y reconfortantes, creando un platillo que no solo saciaba el hambre, sino que también estimulaba la mente.
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En algún momento, esta innovadora preparación se convirtió en una estrategia simple de alfabetización, aunque los registros históricos no nos revelan la magnitud de su impacto ni cuántas personas se beneficiaron.
Otra leyenda americana contada por el medio The Ocelot, narra que nació por un pequeño accidente en una fábrica de pasta, la cual condujo a la creación de un trozo con forma de la letra ‘C’, lo que inspiró la idea de formar todo el alfabeto con pasta.
La primera referencia documentada a los espaguetis alfabéticos se encuentra en 1867 en un periódico estadounidense llamado Raleigh Tri-Weekly Standard, que mencionaba que algunos fabricantes de sopas estaban reemplazando las formas tradicionales de macarrones por letras del alfabeto.
Posteriormente la historia continúa a mediados del siglo XX, cuando las compañías alimentarias comenzaron a crear productos innovadores para atraer a los consumidores, especialmente a los niños. Este tipo de sopa, que contiene pequeñas piezas de pasta con forma de letras del abecedario, fue popularizada en gran medida por Campbell’s Soup Company en Estados Unidos, una empresa conocida por sus sopas enlatadas.
La idea detrás de la sopa de letras era hacer la hora de la comida más entretenida y educativa, permitiendo a los niños aprender y formar palabras mientras comían. Aunque no se puede atribuir a una sola persona, la empresa comenta que fue una estrategia comercial efectiva que ayudó a aumentar la popularidad de las sopas enlatadas entre las familias.
Historia de la sopa de letras en México
La compañía mexicana La Moderna, fue una de las pioneras en hacer esta producción e incluso en la actualidad ha dado un giro genial a la clásica sopa de letras con su versión única: ¡la “sopa de señas”! Ya no se trata solo de encontrar palabras en tu plato, sino también de aprender lenguaje señas mientras disfrutas de un festín delicioso e inclusivo.
En la actualidad las opciones sopiles y didácticas se han expandido, ampliando el juego para todos, desde los más chicos hasta los adultos. A tal grado que hasta chistes hay:
“Un día invité a mi amigo ciego a la casa y mi mamá nos dijo que nos iba a preparar una sopa de letras especial para cada uno, fue así que mi mamá me preparó una tradicional pero a mi amigo le dio una de lentejas, por lo que le pedi a mi mamá que no fuera mala y le sirviera una como la mía, a lo que me respondió que lo que no sabía es que la de mi amigo era una sopa de letras en braille”.
Sopa de letras de papel
Además existe un juego que se inspiró en esta sopa y fue inventada en la antigüedad como los rompecabezas y juegos de palabras, se le atribuye esta invención y posterior popularidad a Pedro Ocón de Oro, un creador español de pasatiempos, quien en 1968 creó este juego que consiste en encontrar palabras ocultas en una cuadrícula de letras aparentemente aleatorias y fue publicado en un periódico español, donde rápidamente ganó popularidad por su formato sencillo y entretenido.
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