Por Katy Cárdenas
Las chicatanas, conocidas como hormigas de San Juan, son una de las más de 500 especies que hay en México y más de 180 de las que existen en Morelos. Es común verlas al iniciar la temporada de lluvias, cuyo ciclo normal comienza a finales de junio, pero estos últimos años ha sido la excepción. ¿Dónde están? ¿Quién se las llevó? Son algunas de las incógnitas que aunque parecen simples implican muchos riesgos para el medioambiente.
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¿Por qué ya no salen?
Armando Burgos, investigador del Laboratorio de Parasitología del Centro de Investigación en Biodiversidad de la UAEM, explica que las chicatanas son las reinas de las llamadas cuatalatas, que salen una vez al año para reproducirse en el aire cumpliendo un ciclo de vida “abiótico”, es decir, todo un ecosistema como la lluvia.
“En particular por ahí del 24 de junio es cuando estos organismos salen y aprovechan la circunstancia del suelo húmedo para efectos de hacer sus nidos”. Este 2022 la presencia de ellas en las calles y avenidas no fue percibida como en años anteriores y se le preguntó al especialista a qué se debe.
El impacto de la tecnología en el medio ambiente
El uso de telefonía celular es un principal detonante de que las chicatanas ya no sean tan visibles en zonas urbanizadas. Esto se debe a las emisiones de ondas magnéticas y “también las repetidoras, antenas, todo eso en conjunto ha estado alterando el ambiente y, por consecuencia, el desplazamiento de las especies, pero insectos en particular”.
El uso común de hornos de microondas en hogares para calentar el agua o alimentos también forman parte de los efectos, pues este tipo de especies tan pequeñas son sumamente susceptibles a la emisión de dichas ondas. Los lugares hacia donde se pudieron desplazar son zonas alejadas de la mancha urbana. Además, las adversidades impulsadas por el hombre están cambiando la dinámica poblacional e incidiendo en las funciones ecológicas de las que derivan los insectos:
“Ahorita en esta temporada hay una explosión de vida, de organismos, en particular plantas e insectos, pero si sales al campo se ve poca actividad de estos microorganismos. Habrá que preguntarse derivado de qué, en primer lugar yo pondría las ondas electromagnéticas, insecticidas, contaminación, cambio de uso de suelo, deforestación, cambio climático y, sobre todo, actividades humanas como quema de materiales, bosques, etcétera”.
La importancia de las hormigas
El investigador comparte que una reina deposita cientos o hasta miles de huevecillos y es capaz de vivir uno, dos o tres años máximo, pero en ese lapso debe predominar la especie. Su importancia deriva en que son ellas las que “nutren al suelo o lo oxigenan”, lo remueven al hacer sus colonias, y mientras “cavan” permitirán que otras especies se desarrollen ahí.
“¿Qué pasa si ellas dejan de hacer esa función? Se detienen muchos ciclos, el ciclo del carbono, del nitrógeno, del agua, todo esto va repercutiendo”, dijo Burgos.
Quizá no hay riesgo de que desaparezca esta especie, pero sí es un hecho que las poblaciones son cada vez menores, lo que a larga traería consecuencias trágicas para todo el medio ambiente. Las hormigas además son “pisadas” por el ser humano, quien las ve como plagas, y hay comunidades incluso que se las comen por su rico contenido proteico pero “ahora ha sido más difícil recolectarlas”.
La tarea de las hormigas difícilmente será sustituida por otro organismo, de tal forma que si no se realizan trabajos de respeto hacia esta y otras especies el humano se está “condenando” a un desastre ecológico que ya se está notando.
Respecto al ecosistema: El control poblacional podría ser una forma de restablecer el equilibrio, así como el rescate de las áreas naturales y por supuesto respetar el ecosistema en todo su conjunto podría evitar el colapso ecológico.
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