Viridiana Saavedra Ponce
Todo el día, desde que levantan la cortina hasta que la cierran al anochecer, las donitas del centro están llenas de clientes que llegan a hacer fila mientras les entregan su bolsita blanca de papel con donitas calientitas.
Y es que es cualquier que haya ido al centro de Guadalajara las ha probado o al menos las ha olido, porque si algo tienen, son su característico olor, para algunos incómodo, pero para otros encantador como su sabor.
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Un negocio que cruza fronteras
El Occidental platicó con el propietario del negocio que ha trascendido generaciones, Javier González Levy y entre las anécdotas que recuerda, la más común es la de clientes que dicen “no soporto el olor del aceite pero están bien buenas”, platica entre risas, porque al estar en alguno de los dos locales a diario le toca escuchar ese tipo de comentarios.
“Tenemos un montón de visitantes, de los que regresan a Guadalajara ya sea de México o de otros países del mundo, sobre todo de Estados Unidos y nos dicen que lo primero que hacen es venir por donitas”. En el centro el producto se vende en dos locales, el más emblemático ubicado en 16 de Septiembre y Pedro Moreno, en una de las esquinas de los portales frente a Palacio de Gobierno y el otro por Pedro Loza, en los portales frente a la Catedral. Ambos sitios todos los días reciben a cientos o tal vez miles de personas de diferentes edades para comprar la bolsa de donitas, pues si algo tienen es que han encantado a varias generaciones a lo largo de 76 años, desde que sus abuelos empezaron a vender primero nieves y luego donitas en el centro.
Como todos los negocios del centro, también tuvieron sus momentos complicados durante la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero, pero la fidelidad de sus clientes los mantuvo adelante y han entregado pedidos grandes incluso para enviar al extranjero. “Vienen y nos dicen ‘voy a salir en el vuelo de medianoche a Los Ángeles y voy a venir a la hora que cierres por 20 bolsas y se llevan 20 bolsas, las sellan bien, las meten en una hielera, la sellan y la suben al avión”, agrega como parte de las anécdotas que les llenan de orgullo como la tercera generación al frente del negocio familiar.
¿Por qué huelen las donitas del centro?
Sobre el característico olor, que en ocasiones ahuyenta a posibles clientes, explicó que han instalado extractores de olor, pero en ocasiones el viento saca del local el olor mientras las donitas están en aceite de coco.
“A veces sopla mucho el viento, entonces hace un remolino a saca el humo porque aquí adentro de los portales sí sopla mucho el viento no sé por qué, o tengo ni idea y tenemos un extractor bastante fuertecito”. Sin embargo, ni ese olor que representa casi la mitad de los comentarios en redes sociales y en distintas reseñas sobre el centro de la ciudad, impide que a diario en las donitas haya gente comprando la bolsa de papel a la que le caben alrededor de una docena de donitas y manera de solucionarlo tampoco visualizan, pues “si le ponemos algo para que no huele feo no van a saber igual”.
¿Cómo las hacen?
Las donitas que se venden en dos locales del centro tapatío y que se han vendido también en eventos temporales en la ciudad como Calaverandia o Navidalia tienen una receta secreta que trajo la bisabuela hace ya muchos años.
“Llevan básicamente harina, azúcar, agua y los ingredientes secretos… Nosotros le ponemos todo desde el principio a la masa, bueno, a la harina y la masa sale con sabor”. Recordó que han intentado copiarles, sin éxito y que incluso hace algún tiempo una cafetería en Zapopan les compró harina ya preparada para hacer en su negocio y ofrecerlas como las tradicionales donitas del centro. “Está bien fácil la fórmula pues, pero no la han atinado”, concluye Javier.
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