Por Erika Albisúa
Dicen que no se debe juzgar un libro por su portada y lo mismo aplica con un puesto de comida que te encuentras en la calle. Lo que sí te sirve para darte una buena idea de su calidad es el tiempo que tiene en el lugar y el número de personas que lo conocen y te lo recomiendan.
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En el caso de las cemitas “La Güera”, si ves su letrero, hecho con cartulina naranja y letras impresas en fondo blanco, jamás te podrías imaginar lo ricas que están; pero basta con probar un jueves una de chipotle navideño, para quedarte pensando todo el fin de semana que deberías haber pedido también la de pipián verde.
Precisamente eso me ocurrió cuando por fin pude cachar a la Güera… Varios amigos me habían hablado de estas cemitas, pero no las había probado, pues Irma Galán Candia llega como a las 12:45 de la tarde y se va en cuanto se le acaban, por ahí de las 3:30 o 4:00, de lunes a sábado, en la 7 Oriente número 3. El negocio lo inició hace ya 64 años su mamá, QEPD, Rosa María Candia.
Cuenta Irma que su mami comenzó vendiendo por la calle 5 Oriente y cuando prohibieron a los vendedores ambulantes, el licenciado Sarmiento, un juez del Registro Civil, se enteró que había enviudado, le ayudó a conseguir un permiso del Ayuntamiento, para que pudiera vender donde en ese entonces eran oficinas de Tránsito.
Amarraba su canasta en los barrotes de un balconcito, así comenzó a tener cada vez más clientes y pudo mantener a sus 4 hijos, les dio estudios a todos, incluso carrera y gracias a Dios siempre tuvieron lo necesario, asegura la Güera.
“Mi mamá fue una mujer admirable, trabajadora, luchadora, una excelente madre, nos cuidaba. Mucha gente la conoció; hemos tenido muchos clientes, desde boleritos, hasta los jóvenes que acomodan carros, los presidentes municipales y gobernadores, Jiménez Morales, Melquiades, magistrados, jueces de paz, todos fueron clientes de mi mamá”, dice.
Cuando escuchas la palabra cemita, si ya has venido a Puebla, seguro piensas en las grandotas de milanesa o pata con “harto” quesillo, aguacate y pápalo; pero estas son más pequeñas y rellenas de muchos guisados diferentes. Hay de mole poblano con pollo, papas con rajas, rajas con huevo, chipotle capeado relleno de queso con frijoles refritos.
También de rajas (de jalapeño) con huevo y frijoles refritos, de mole poblano, pipián verde o rojo, las tres con pollo; queso de puerco, galantina, jamón -con o sin picante-, queso blanco con rajas con huevo y otras sin picante para los niños. Los lunes y sábados trae de todo esto más salsa roja con chicharrón y los martes, además de todo de adobo con pollo.
Mientras platicaba con ella, varios clientes se detuvieron en sus autos frente al zaguán y le pidieron de a tres, cuatro o seis, porque como son pequeñas con una no basta. Además, son tan ricas que te quedas picado… lo mejor de todo es que cuestan solo 20 pesitos, así que cuando las pruebes, si aún no lo has hecho, pide por lo menos dos.
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