A tan sólo unas cuadras del Ángel de la Independencia, se ubica una casona de época Porfiriana donde vivían los abuelos de don Luis Gálvez Alba, quien desde hace más de 45 años convirtió esta residencia en Les Moustaches, uno de los restaurantes más icónicos de la Ciudad de México.
“Estuvo en renta por muchos años y más de dos inquilinos me decían que querían hacer un restaurante aquí, entonces yo dije, pues en todo caso mejor lo hago yo”, contó a Aderezo.
Así que quiso aprovechar la decoración con sus imponentes candelabros colgantes de cristal y sus amplios espacios para instalar un feudo digno del lugar que hablará por sí solo.
“Esta casa la quiero mucho, me gusta mucho, además la he cuidado y se ha mantenido a pesar del tiempo”,añadió.
Don Luis dice que desde que le comenzó a salir bigote, no se lo ha rasurado, de ahí el nombre del restaurante que en español significa Los bigotes.
“Ponerle los bigotes no sería muy atractivo, entonces ya hablando en francés pues Les Moustaches fue la opción y quedó bien, mucha gente lo recuerda”, dijo.
Con el tiempo se ha posicionado como todo un referente de la gastronomía francesa, y ha sido galardonado con la Five Star Diamond Award, que otorga The American Academy of Hospitality Sciences, recibiéndola consecutivamente desde 1999 hasta el 2008.
Expertos y críticos culinarios lo describen como “el lugar que te transporta a Francia”, pues desde tu llegada el ambiente te envuelve a través del mobiliario clásico y las melodías que nacen del piano ubicado en el primer piso del lugar, que te llevan por un viaje a la Ciudad de la luz, al igual que los aromas y sabores.
Los platillos son creación del chef Rafael Bautista, quien ha estado al frente de la cocina desde sus inicios.
“No quiero decir que la gastronomía mexicana no es rica, claro que lo es, pero la francesa tiene un toque especial que va muy de acuerdo con la decoración y espacio del lugar”, explicó Gálvez.
El menú tiene ligeras modificaciones tres veces al año. “Lo vamos cambiando poco a poco para que la gente no se aburra de nosotros. También hacemos festivales de comida, como el festival del salmón que ahorita está vigente”, explicó.
En la carta destacan los clásicos escargots a la bourgogne, así como el cordero con menta, el abulón y las ostras al sabayón.
También el pollo Kiev, que es la especialidad de la casa, además de la ensalada César, el filete Wellington, las costillas de cordero, cerdo y ternera, además del pato, entre otros.
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Para acompañar los platillos, ofrecen una amplia carta de bebidas donde se encuentran vinos, destilados, aperitivos, ginebras, entre otros.
Pero para que la cocina funcione correctamente, Gálvez está todos los días presente y él mismo supervisa personalmente todo el proceso de la elaboración de las recetas hasta que se presentan en la mesa, además de que siempre recibe a los comensales con una sonrisa.
“Conforme ha pasado el tiempo, he conservado a clientes que les gusta venir aquí, y algunos de ellos pasan de generación en generación, lo que me da mucho gusto”.
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