Por Mónica Vargas
De una calabaza criolla nada se desperdicia. Sus sabrosas flores se degustan en quesadillas, la generosa pulpa se prepara en dulce y las semillas que resguarda en su interior son la botana mexicana por tradición.
Las populares ‘pepitas’ se tuestan con agua salada para luego devorarse a puños en teatros, bares, reuniones, oficinas u ociosas filas burocráticas. Su bajo costo, sabor único, beneficios a la salud y peculiar modo para comerlas, mantienen a estas semillas tan vigentes como cualquier otro bocadillo crujiente, ¿sabes desde cuándo se consumen en nuestro país?
Son la botana mexicana más antigua
Según Arqueología mexicana, la mayoría de las calabazas que se consumen en el mundo tienen su origen en especies que fueron domesticadas en México. De hecho, se trata de la primera planta cultivada en Mesoamérica y la fecha más antigua que se conoce es de hace unos 10 mil años.
Sin embargo, de acuerdo con la bióloga Nora Villamil, aquellos sensatos comensales mesoamericanos comenzaron a cultivar calabazas para comer sus semillas, pues la pulpa de este vegetal es amargo e indigesto.
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Los mesoamericanos, gracias a sus aptitudes agrícolas, sólo hubieron de sufrir mil años de diarreas pacientes, metódicas y comparadas hasta lograr seleccionar y engolosinarse con calabazas escasas de cucurbitacina (un compuesto que laxa e induce el vómito) en su pulpa, explicó en la Revista de la UNAM.
En ese sentido, las pepitas son el inicio de un recorrido histórico de la domesticación de la calabaza; éstas conforman botanas, espesan dietas, reuniones o moles.
Más saludables que otras botanas
Las pepitas de calabaza, como las de girasol y otras semillas, son una buena fuente de proteínas, grasas insaturadas, vitaminas, minerales y compuestos bioactivos, que en conjunto brindan diversos beneficios a la salud, de acuerdo con El poder del consumidor.
Dentro de sus propiedades se encuentran:
Ser fuente antioxidante. Al contener tocoferoles, las pepitas permiten contrarrestar la oxidación, protegen la integridad de nuestras células y con ello previenen enfermedades como el cáncer, los padecimientos cardiovasculares y la diabetes.
Son anticancerígenos por la capacidad de algunos de sus compuestos para modificar los genes, entre otras funciones relacionadas con los mecanismos de apoptosis o muerte de las células cancerígenas.
Antiparasitante. Las parasitosis son enfermedades infecciosas producidas por diminutos seres vivos que pueden encontrarse en el aparato digestivo humano. Las semillas de la calabaza contienen cucurbitina, un antiparasitante natural.
Nutritivas. Las pepitas son ricas en magnesio y ácidos grasos comúnmente conocidos como omega 3, además de tener fibra, que benefician la salud cardiovascular y disminuyen la presión alta.
Botanas a bajo costo
Si bien las pepitas se pueden encontrar en cualquier supermercado, ya sea saladas o con sabores adicionales que las marcas de botanas les agregan, es más barato prepararlas en casa o compararlas en los mercados y plazas públicas, donde los productores las venden a precios muy accesibles.
Se pueden encontrar desde 15 pesos los 100 gramos, en presentación con cáscara. Una porción de 25 gramos es suficiente para un snack o complemento de ensalada.
Cómo consumirlas
Se puede comer la semilla con todo y la cáscara para aprovechar todos sus beneficios, sin embargo, esta última contiene elementos fibrosos que provocan indigestión a algunas personas. Lo ideal es consumir porciones moderadas.
También, es mejor evitar la sal añadida, ya que aumenta la cantidad de sodio y no permite disfrutar del sabor natural de la pepita.
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