Vamos a ser honestos: si te has visto parado frente al refrigerador, con la puerta abierta y esa mirada perdida de “¿qué demonios voy a comer hoy?”, esto es para ti. Preparar un menú semanal no solo te salvará de esas crisis existenciales, sino que también puede ser tu boleto dorado para ahorrar tiempo, dinero y, lo más importante, estrés. Vamos a guiarte a través del proceso de crear un plan de comidas que sea tan eficiente que te preguntarás por qué no empezaste antes.
La preparación de comidas, también conocida como meal prep para los amantes de los anglicismos, es una técnica culinaria en la que preparas algunos o todos los componentes clave de tus platillos con anticipación. Ya sea cocinar la proteína, asar las verduras o simplemente dejar listos los ingredientes, este método te permite tener todo a la mano para que, al final del día, lo único que tengas que hacer sea mezclar, calentar y listo.
¡Ya estamos en WhatsApp! Recetas, comida y muchas recomendaciones culinarias podrás encontrarlas en nuestro nuevo canal. Únete aquí.
Imagina llegar a casa después de un día agotador, abrir el refrigerador y ver que tienes ingredientes listos para mezclar en un plato delicioso en menos de 10 minutos. No más pedidos de último minuto de comida a domicilio, no más suspiros porque no sabes qué cocinar. Y sí, se puede hacer sin perder el sabor ni la frescura.
Beneficios de preparar con tiempo tu comida
Te estarás preguntando: Suena bien, pero ¿en serio vale la pena? La respuesta es un rotundo sí, y aquí te contamos por qué:
Ahorro de tiempo: ¿Cuántas veces te has encontrado cocinando lo mismo cada noche? Con la preparación de comidas, todo ese tiempo lo concentras en una o dos sesiones de cocina a la semana. Luego, el resto de los días es solo calentar y disfrutar.
Ahorro de dinero: Cuando planificas tus comidas con antelación, evitas comprar ingredientes innecesarios y reducirás el desperdicio de alimentos. Adiós a esas lechugas marchitas olvidadas en el fondo del cajón de verduras.
Alimentación saludable: Tener una comida casera, balanceada y lista para comer disminuye la tentación de caer en opciones rápidas pero menos saludables. Además, puedes controlar los ingredientes y las porciones.
Te puede interesar:
- Antojos sin culpa con esta receta de mini waffles
- Pan de muerto tradicional con helado de vainilla
- Tres recetas sencillas, ricas y cumplidoras con calabaza
¿Qué necesitas para comenzar?
Primero, organízate. No necesitas un arsenal de herramientas culinarias dignas de un chef estrella Michelin, pero unos buenos recipientes herméticos, bolsas para congelar y un poco de espacio en el refrigerador o congelador serán tus mejores aliados.
Aquí tienes tres maneras básicas de preparar tus comidas:
Cocina por lotes: Haz grandes porciones de un platillo (como guisos, sopas o estofados), los separas en varias porciones y los vas disfrutando a lo largo de la semana. O puedes congelar una parte para la semana siguiente.
Raciona las comidas: En vez de cocinar un gran lote, divides todo en porciones individuales de una vez. Es ideal si tienes poco tiempo por las mañanas o si te gusta llevar la comida lista al trabajo.
Ingredientes listos para mezclar: Pica, asa o cocina algunos ingredientes clave y guárdalos por separado. Así, cuando llegue el momento de preparar tu comida, solo los combinas para crear diferentes platos.
Cómo crear un menú semanal para ahorrar tiempo y dinero
Ahora sí, vamos a lo importante, hay que organizarse para lograrlo t aquí te compartimos el paso a paso.
Paso 1: Planifica tus comidas antes de hacer la compra
El primer error que solemos cometer es ir al supermercado sin una lista. Empiezas llenando el carrito con cosas que parecen interesantes, pero cuando llegas a casa, te das cuenta de que no tienes ingredientes para una comida completa. Planifica tus comidas de antemano, crea una lista de ingredientes, y cíñete a ella.
Paso 2: Compra de manera estratégica
Opta por ingredientes que puedas usar en diferentes comidas durante la semana. Por ejemplo, unas pechugas de pollo asadas te pueden servir para ensaladas, tacos o consomé, por supuesto, no olvides aprovechar las ofertas.
Paso 3: Elige recetas que se complementen entre sí
Si ya vas a asar verduras o cocinar arroz, aprovecha para hacer una gran cantidad que puedas reutilizar en diferentes comidas. Por ejemplo, las verduras asadas pueden ser la guarnición de un día y, al día siguiente, parte de un tazón con quinoa o arroz.
Paso 4: Cocina en una sola sesión
Dedica unas horas a la semana a cocinar. Puedes hacerlo el domingo o el día que mejor te acomode. Cocina varios platos o ingredientes de una vez, y luego solo distribúyelos en porciones para la semana. Enciende la música o un podcast, y disfruta de un rato productivo en la cocina.
Paso 5: Sé creativo con las sobras
Uno de los trucos para no aburrirte con tus comidas es variar los sabores. Las especias y condimentos pueden transformar por completo un plato. Un guiso que hoy sabe a México, mañana puede tener un toque mediterráneo con un cambio de especias.
Menú semanal de ejemplo
Aquí tienes un plan de comidas sencillo, ideal para dos personas. Si tienes más bocas que alimentar, solo duplica o triplica las cantidades.
Domingo: Prepara un guiso de pollo con verduras. La mitad lo puedes comer hoy con una ensalada, y la otra mitad la guardas para el martes.
Lunes: Ensalada de quinoa con carne de cerdo desmenuzada y vegetales asados. Sencilla, nutritiva y lista en minutos.
Martes: Recalienta el guiso de pescado y acompáñalo con arroz integral.
Miércoles: Bowl de pollo con verduras frescas y aderezo de yogur. Fácil de llevar si tienes que salir.
Jueves: Lentejas guisadas con un toque de especias y un trozo de pan.
Viernes: Arroz frito con los restos de verduras y pollo. Añade un huevo revuelto y un toque de salsa de soya.
Sábado: Pasta con salsa de tomate casera (hecha el domingo) y queso parmesano.
Tip extra: No te olvides de la seguridad. Los alimentos cocinados deben refrigerarse en las dos horas siguientes a su preparación para evitar que se echen a perder. Las sobras se deben consumir en un máximo de tres días o congelar para usar después.