Por Paul Witrago
Ni dos inundaciones ni la pandemia pudieron con el Jardín Corona, la última cantina tradicional que aún subsiste en el Centro Histórico de Irapuato y que se ha convertido en todo un referente para quienes quieren disfrutar de un buen trago.
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Esta cantina es un lugar de historia en Irapuato, por donde han pasado muchos parroquianos, ya sea para celebrar victorias deportivas, platicar o simplemente “echar la cuba” por el mero gusto de hacerlo. A lo largo de los años ha mantenido su esencia de ser sólo un lugar al que pueden ingresar hombres, algo que desde que abrió sus puertas ha sido como regla y ley de este establecimiento.
Aurelio Aguilera López, ahora encargado de la cantina desde hace 19 años, comentó que el este bar ha sido un lugar de tradición en Irapuato y actualmente es un lugar con mucha historia.
Recordó que la actual administración se ha hecho cargo del lugar desde 1970, con el señor Toribio Rivera al frente, y posteriormente pasó la rienda del negocio a su hijo, Alejandro Rivera, pero ambos han tenido esa visión de dar un buen servicio al cliente tanto en bebidas como en la botana.
Además, Aurelio Aguilera comentó que este lugar siempre ha sido considerado de buen ambiente un lugar de respeto, por ello es visitado por los parroquianos porque saben que es un lugar que pasaran un agradable rato. Por ello, lo mismo este lugar reúne a empresarios, deportistas, obreros, albañiles, licenciados, comerciantes y hasta políticos, pues está a unos 500 metros de la Presidencia Municipal, pero cada uno tiene una historia que contar de esta cantina.
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Lugar de tradición
Esta legendaria cantina tuvo sus inicios en la calle José María Iglesias, en la Zona Centro de la ciudad de Irapuato, en donde duró ahí hasta 2014. Ahí resistió dos inundaciones, la de 1973, la que devastó a medio Irapuato, y la de 1976, que aunque fue fuerte, no fue de magnitud de la de tres años antes. Incluso, hay una icónica fotografía en donde en una de las marquesinas que había en ese lugar, varias personas estiraban la mano para rescatar a otra del agua de la inundación de 1973.
Ahí también se vivió en las pantallas del lugar el mítico ascenso del Culb Deportivo Irapuato, mejor conocido como la Trinca Fresera, en la temporada 1984-1985, la final de los mundiales 1986, 1990, 1994, 1998, 2006, 2010 y 2014. Ahí también se resintió la crisis de 1994 y en donde ya no alcanzaba para comprar más “cheves2 por la devaluación.
“Este lugar es un ícono de Irapuato, por aquí muchas personas han pasado y siempre ha sido un lugar muy tranquilo, no ha estado exento de algún incidente, pero nada grave, al grado de que el lugar es muy socorrido justamente por eso, porque es un lugar tranquilo, de convivencia y en donde casi todos nos conocemos y por eso respetamos nuestro espacio”, contó Aurelio Aguilera.
Para 2014, la cantina cambió de local y ahora se trasladó a la calle Hidalgo, a unos 300 metros de donde estaba anteriormente.
“La idea fue rescatar el estilo que tenía el viejo Jardín Corona, de dos plantas y sus mesas, que se mantuviera todo y se logró en su mayoría, por eso los clientes no resintieron la mudanza”, dijo Aurelio Aguilera.
Caldo de camarón, de pata y las Chabelas
Pero, ¿cuál es el motivo por el que este lugar sigue manteniéndose en el gusto de las personas? Aurelio Aguilera comentó que el secreto es dar botana con la compra de cualquier bebida, así sea una sola. Y no es cualquier botana, sino que los parroquianos disfrutan de los tradicionales caldo de patita, caldo de chamorro, el caldo de albóndigas, caldo de camarón, así como los guisos que a diario se dan.
Y es que cada día de la semana hay un menú diferente. Por ejemplo, los lunes es caldo de albóndigas, el martes caldo de espinazo, el miércoles y jueves el caldo de chamorro, los viernes con los días de vigilia el caldo de filete de pescado y el domingo el caldo de patita, aparte de eso los guisados como carne de puerco, chicharrón con chile rojo o verde, rajas con queso, el tradicional guacamole, la carne tártara, tostadas de cueritos.
“Por eso la gente nos visita y se van satisfechos, porque no necesitas consumir mucho y te vas bien comido”, añadió Aurelio.
Además, otra cosa característica del lugar son las famosas “Chabelas”, que es cerveza de barril clara u oscura servida ésta en copas grandes, por lo que con un par de éstas son suficientes para entonarse o para seguir la tarde en este lugar.
Aunado a ello, el servicio de bebidas es por igual siempre bien atendidos y a todos por igual, pues cuando llegan los “cruditos” hay que prepararles su “piedra”, una bebida a base de licor de hierbas de anís y tequila de su preferencia; eso depende de la cruda que se traiga, hay quien pide desde una sangrita, michelada o lo que ellos pidan de su preferencia.
Lugar de resistencia
Aurelio Aguilera señaló que una de las situaciones difíciles por las que ha pasado esta cantina, en cuestión de economía, fue la pandemia.
“Fue muy difícil, tuvimos un descanso de un año, pero el patrón siempre nos consideró mucho, porque nos pagaba la mitad de nuestros salarios”.
Después de ese cierre por un año, el negocio se reactivó, gracias al boca en boca. “Ya abrió de nuevo el Jardín”, era la frase que se compartía, incluso en redes sociales.
“Gracias a las redes sociales, la gente regresó de manera gradual, eso ayudó mucho, porque todos se empezaron a mensajear que ya había abierto el Jardín, esa fue la manera en que la gente regreso no nos dejaron solos”.
Mantiene su esencia
El Jardín Corona representa para Irapuato un lugar de convivencia, un lugar de tradición, un lugar con buen servicio, por ello ha durado varias décadas, sobre todo porque no ha sucumbido a modas ni a fenómenos como la gentrificación, pues el lugar mantiene su misma cara, sus mismos precios y hasta sus clientes.
Por ello, conserva desde 1975 los bancos y algunas mesas, aunque también tiene cosas remodeladas, pero la idea es que las personas se sientan como cuando fueron el primer día a ese lugar.
“Podrá pasar lo que sea allá afuera, pero acá adentro seguirá siendo igual, porque aquello que está bien, no hay necesidad de cambiarlo y el lugar seguirá siendo ese lugar que recibe con los brazos abiertos a sus viejos y nuevos parroquianos”.
Datos:
Desde 1970, es administrado por la familia Rivera.
La Chabela es la bebida más famosa del lugar y es cerveza clara u oscura servida en copas camaroneras.
Los caldos de pata, camarón y chamorro son tradicionales en el Jardín Corona.