La cocina como espacio tradicionalmente funcional, ha evolucionado en algo más que un sitio para preparar alimentos. El diseño ha traspasado la galería de arte para instalarse en las cocinas de quienes buscan utensilios prácticos pero también piezas que inspiren y conviertan lo cotidiano en un acto de creatividad. Desde un salero que emula la anatomía de una ballena hasta una cacerola con detalles de diseño italiano, estos objetos no solo cumplen su función básica, invitan a una experiencia estética y emocional.
Sebastián Ángeles, diseñador mexicano que ha ganado reconocimiento por su estilo minimalista y funcional, es un claro ejemplo de esta nueva visión del diseño en la cocina. Con su serie Cetácea, Ángeles explora la belleza de los cetáceos en dos elementos comunes: el salero y el pimentero. Estos no son solo contenedores de condimentos; son esculturas ergonómicas que, gracias a su diseño, imitan los movimientos de los mamíferos marinos, invitando a redescubrir el acto de sazonar. En palabras del propio diseñador, “un objeto cotidiano puede convertirse en una experiencia sensorial”, y sus creaciones lo demuestran; son suaves al tacto, brillan sutilmente como si acabaran de emerger del agua y logran una conexión entre el usuario y el objeto.
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La Cetácea fue parte de la reciente exhibición DECODE Group Show: Sal & Pimienta en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey. Ahí, Ángeles presentó su visión de que el diseño funcional puede ser también una obra de arte que hace de la rutina una práctica contemplativa. “Cetácea es un homenaje al equilibrio entre forma y funcionalidad”, explica Ángeles. Este enfoque transforma el acto de cocinar en una actividad que apela a la estética y al tacto, convirtiendo el salero y el pimentero en objetos de contemplación.
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Piezas que añaden historia a la mesa
No es necesario ser diseñador para notar el impacto que un buen utensilio puede tener en nuestra experiencia culinaria. Piezas como la cacerola en forma de corazón de Le Creuset son un claro ejemplo de cómo los objetos utilitarios pueden aportar carácter a una cocina. Hecha de hierro colado esmaltado, esta cacerola —además de ser funcionalmente insuperable por su distribución uniforme del calor— introduce una carga emotiva en la mesa. Perfecta para cenas íntimas o para quien busca una experiencia gastronómica completa, su diseño logra un balance entre estética y practicidad, siendo apta para hornos, estufas convencionales e incluso para la parrilla. Le Creuset ha logrado convertir una cacerola en un símbolo de estilo de vida, integrando la durabilidad con un toque de ternura y estilo.
Inspirado en la técnica japonesa de reparación de cerámica, el Soup plate nº1 Kintsugi de Seletti se adentra en el arte de abrazar las imperfecciones. Este plato, creado por el diseñador italiano Marcantonio, combina porcelana con detalles de oro de 24 quilates, uniendo fragmentos de cerámica que evocan la idea de que la belleza también reside en la reparación de lo roto. Cada plato Kintsugi es único, recordando al usuario que incluso los utensilios de cocina pueden narrar historias y tradiciones. Ideal para cenas formales o para quienes buscan llevar su mesa a otro nivel de estilo, este plato invita a disfrutar de cada alimento con una perspectiva de belleza imperfecta.
La firma italiana KnIndustrie también ha ganado terreno con una propuesta de cacerolas elegantes y prácticas, pensadas para cumplir con los estándares modernos de cocción. La Cacerola Baja con tapa es una muestra de la sofisticación que un utensilio puede tener. Con un diseño minimalista y acabado en un tono amarillo que invita al buen gusto, esta cacerola responde a una demanda actual por utensilios de alto rendimiento y estética limpia. En esencia, es un símbolo de cómo los estándares de la cocina contemporánea exigen calidad tanto en la cocción como en la presentación.
¿Funcionalidad o arte?
La creciente oferta de utensilios de cocina de diseño plantea una pregunta inevitable: ¿hasta qué punto estos objetos son necesarios? En un mercado donde predominan las herramientas básicas y funcionales, el valor añadido de estos utensilios radica en su capacidad para transformar el ambiente. La cocina es el nuevo laboratorio de experimentación, y tener utensilios como los de Sebastián Ángeles o Le Creuset añaden una dimensión sensorial que muchos buscan en el diseño. La funcionalidad es el primer paso, pero estos objetos ofrecen algo más, inspiran, evocan sensaciones y, en algunos casos, crean momentos memorables.