Quién no ha visto los dientes de león en las banquetas de las calles, a veces con sus semillas voladoras, y a veces con sus llamativas flores amarillas que nacen de las grietas más curiosas de las calles. Pues aunque no lo creas se pueden comer.
Elisenda Carballido, dietista y experta en fitoterapia corrobora que las flores de diente de león son una parte versátil y nutritiva de la planta que se puede incorporar de diversas maneras en la alimentación.


“Su sabor es, si lo preparas adecuadamente, ligeramente dulce y su textura delicada, lo que las hace ideales para platos creativos y llenos de color“, comenta.
Es originario de Europa y ha sido utilizado durante siglos en la medicina tradicional y la gastronomía y pese a que también crece en zonas urbanas. Cuando se usa para consumo humano se cosecha en campos, praderas, jardines, huertos, montañas o colinas.
“Por seguridad, no se recomienda recoger plantas cerca de carreteras, bordes de caminos, cerca de ríos donde pastan animales o campos de cultivo, pues pueden estar contaminadas por pesticidas, polvo, smog, ganado o plagas”, cuenta.
Valor nutricional
Esta planta silvestre es altamente nutritiva, rica en vitaminas, minerales y antioxidantes, a tal grado que incluso en la Segunda Guerra Mundial, fue una fuente de nutrientes en momentos de escasez de alimentos.


Contiene mas hierro, magnesio y calcio que acelgas o espinacas, su contenido en vitamina A, casi supera a las zanahorias, además tiene niveles altísimos en vitamina K, es rico en antioxidantes, es fuente de hierro y vitamina C, aporta fibra, es alto en potasio y bajo en sodio y es un diurético natural.
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Como se pueden preparar
Usualmente las partes que se consumen se dividen en flores, tallo, hojas y raíces.
Las hojas tiernas de la planta son excelentes crudas, y usualmente se consumen como ensaladas silvestres, no son amargas. Por otro lado las adultas se usan como las espinacas, tras hervirse pierden amargor y fibrosidad. En realidad no tiene toxicidad, solo tiene cierto contenido en oxalatos, esto influye en su amargor, pero solo en las hojas más viejas.
Las flores aportan un toque visual atractivo y un sabor suave que combina bien con otros vegetales, como lechugas, espinacas o rúcula. También se cocinan con azúcar y limón para hacer una mermelada suave y aromática. Además pueden ir rebozadas o fritas, sumergidas en una mezcla de harina, agua y especias, luego freírlas para obtener un aperitivo crujiente. Antes de usarlas, es importante lavarlas bien para eliminar cualquier impureza o insecto.


Otra opción popular es utilizarlas para preparar infusiones o tés. Las flores secas o frescas se pueden infusionar en agua caliente, resultando en una bebida aromática y relajante. Este té no solo es agradable al paladar, sino que también se le atribuyen propiedades digestivas y depurativas.
También se pueden cocinar en platos calientes, como complemento de sopas. E incluso se pueden utilizar para decorar postres, como tartas o cupcakes, dando un toque natural y elegante.
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