De acuerdo con los calendarios enológicos y vinícolas, este fin de semana se celebra el Día de la Champaña y como hemos establecido en ocasiones anteriores, las festividades del vino nos dan excelentes ideas y pretextos para abordar diversos tópicos de este universo fantástico y seguir aprendiendo cosas interesantes. A pesar de que existen muchos días que festejan a la Champaña, creo que es interesante que mencionemos algunos datos curiosos sobre ella.
Lo primero que diré es que el nombre de Champaña (en Francés, Champagne) solamente se le puede atribuir al vino espumoso producido en la región del mismo nombre. Por ley, si otra zona vitivinícola decide hacer y producir vino con burbujas, no le puede dar llamar como tal para evitar usurpar algo que no le corresponde. En Francia, si el vino espumoso no proviene de Champagne, se le conocerá como “Cremant”. Y así sucesivamente en otros países. Sin embargo, antes de que esta ley entrase en vigor, en California, Estados Unidos, algunos productores llamaban “Champagne” a su vino espumoso, por lo que una vez firmado el acuerdo y la reglamentación debida, se les dio la oportunidad de seguir llamando a su bebida de esta forma y por ende, hay “Champaña de California”.
A mi parecer, es un tanto complejo porque tendrán una ventaja en materia de ventas sobre otros productores que – legalmente – ya no pueden utilizar dicho término. Por tanto, Champagne será la de Francia y también alguna que otra californiana.
En segundo lugar hablaré de las copas que se utilizan para beber Champaña. Aquellas que se recomienda usar son conocidas como “flautas” (flutes) en inglés, por su forma alargada y cilíndrica. Se supone que ello evitaría que el gas se escape del líquido al limitar la cantidad de vino que está en contacto con el ambiente y por ende, conservaría mejor los aromas, los sabores y por supuesto, el gas. Pero también hay una corriente que prefiere las copas redondas, anchas y cortas, con una gran boca, y sobre las cuales, cuenta la leyenda fueron moldeadas en el pecho de María Antonieta (a saber). Son utilizadas porque precisamente, desde hace años, estas copas permiten que el gas escape con prontitud y no sea molesto al tomarlo. Es decir, el argumento contrario para usar las copas alargadas. ¿Cuáles son las copas correctas? Ni una ni otra. Yo prefiero aquellas alargadas pero por una cuestión de temperatura: prefiero que el líquido se mantenga frío el mayor tiempo posible.
Por último hablaremos de la combinación de la Champaña con alimentos. Ya lo hemos abordado antes, pero al ser este vino altamente ácido, podrá maridarse con alimentos salados y ácidos y no necesariamente tienen que ser “sofisticados”. Decíamos que el pollo frito y las papas a la francesa son las mejores opciones para maridar la Champaña. Este mito de mezclarlo con alimentos dulces desvirtuará el sabor del vino y del dulce. No se necesita una comida estrafalaria para lograr un gran balance de este espumoso, sino todo lo contrario, a pesar que su uso popular refleja sofisticación, lujo, celebración.
Hasta aquí algunos de los mitos y datos curiosos de esta bebida que, si bien es sumamente popular, debemos conocer para disfrutar en su justa dimensión. Por lo pronto, hagamos honores a esta bebida en su día y celebremos con ella, valga la redundancia.
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