Fuimos a Polanco, una de las sucursales de Farina, la cual abrió sus puertas para algo más que servir pizza napolitana. Aquí, los comensales no solo degustan sus creaciones, sino que también pueden adentrarse en el arte de hacerlas. Tuvimos la oportunidad de vivir esta experiencia, y lo que parecía un simple taller de cocina se transformó en una celebración de pizzera; con muchos datos curiosos durante el proceso de preparación.
El chef Mike Dávila fue el guía en esta travesía culinaria. Con una mezcla de técnica, historia y anécdotas, llevó a los asistentes de la mano por el mundo de la pizza napolitana, explicando con detalle los ingredientes seleccionados, su origen y la razón detrás de cada elección. Lejos de ser una sesión rígida o académica, el taller se convirtió en una dinámica llena de risas, competencia amistosa y hasta shots de celebración ante cada acierto (e incluso errores) de los participantes.
Conoce el origen de la pizza y los secretos detrás de los ingredientes esenciales en este taller, además del porqué de cada elemento en una pizza napolitana. No es solo combinar masa, queso y salsa; se trata de entender cómo los ingredientes adecuados y las técnicas precisas hacen la diferencia. En este caso, fue la forma en la que extendemos la masa, utilizando los puños para dar movimientos circulares. Dejamos alrededor de dos centímetros de borde para la orilla mientas que en el centro de la masa, se comenzó a ponchar con un masaje. El estirado de la masa con las manos es fundamental, así como la distribución de los ingredientes para lograr una cocción uniforme.
La masa, ligera y con bordes aireados, es el alma de la pizza napolitana. Fermentada lentamente, desarrolla una textura crujiente por fuera y esponjosa en su interior, lista para recibir los ingredientes antes de pasar al horno de piedra. La cocción a altas temperaturas, en cuestión de minutos, sella los sabores y da como resultado una pieza con carácter, autenticidad, además de un equilibrio perfecto entre lo simple y lo sublime.


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Potenciadores de sabores
Frente a nosotros, los insumos se desplegaban como una invitación al juego, entre salsas, especias, quesos, albahaca fresca y masa lista para ser transformada. Las recetas del día eran tres clásicos infalibles: Bianca, Margarita y Pepperoni, todas representaciones auténticas del estilo napolitano. Bajo la supervisión del chef, aprendimos a estirar la masa, distribuir los ingredientes con equilibrio y manejar la pizza con destreza antes de que fuera abrazada por el calor del horno de piedra.
Uno de los ingredientes que en ocasiones puede pasar desapercibido es la albahaca, que aunque utiliza en pequeñas cantidades, su presencia transforma el sabor ya que aportando frescura y un aroma inconfundible que equilibra la intensidad de otros elementos. Desde su origen en la cocina italiana, su inclusión no es fortuita, el sabor herbal y ligeramente dulce de sus hojas resalta la acidez del tomate y se fusiona con la cremosidad del queso, creando un balance perfecto . Pero no solo es cuestión de gusto, sino también de historia. La pizza Margarita nació en Nápoles en 1889 como un tributo a la reina Margarita de Saboya, utilizando ingredientes que representaban los colores de la bandera italiana: rojo (tomate), blanco (queso) y verde (albahaca), aunque este dato pasa más por rumor y mito.
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Taller y degustación de menú
Mientras seguíamos los pasos de la preparación, disfrutamos de un menú de degustación que complementa cada momento del taller. Arancini de queso Reggiano, coliflor rostizada, calamares crujientes, ensalada César y ensalada de manzana fueron algunos de los platillos que acompañaron nuestra experiencia, resaltando los sabores auténticos de la cocina italiana. Además, tuvimos la oportunidad de participar en una cata de vinos de Monte Xanic, explorando cómo los vinos mexicanos pueden potenciar los sabores de la comida y elevar cada bocado a otro nivel.
Cuando llegó el momento de hornear las pizzas, nos dirigimos a la cocina para colocarlas en el horno de piedra. La cocción fue rápida, en apenas tres minutos la pizza estaba lista para salir con una textura perfecta, crujiente por fuera y suave en el centro. Inmediatamente, aprendimos a cortarla de manera correcta y nos dirigimos a la mesa para degustar nuestra propia creación, un momento que sin duda nos hizo sentir orgullosos. El corte es a través de un cortador redondo, debes tomarlo firmemente sin maltratar la masa ni desplazar los ingredientes, garantizando que cada rebanada mantenga la textura perfecta. Son tres cortes para que se formen las seis rebanadas de pizza. Ojo, los corte son una vez por pasada, es un error regresar el cortador para hacerlo más profundo, ya que puedes maltratar la forma y los ingredientes.


Un espacio para repetir, con taller o sin él
Farina no solo cautiva con su propuesta gastronómica, también con su atmósfera. Su terraza, fresca y acogedora, invita a quedarse más tiempo, mientras que su espacio interior conserva un equilibrio entre elegancia y calidez. No importa si llegas por el taller o simplemente a cenar, la sensación de querer volver es inevitable.
Para aquellos que deseen vivir esta experiencia, los talleres abiertos al público se llevan a cabo cada miércoles a partir del 12 de febrero en distintas sucursales. Además, Farina ofrece sesiones privadas para grupos de seis o más personas, una opción ideal para quienes buscan compartir un momento especial alrededor de la cocina. Para más información y reservaciones, basta con un mensaje directo en Instagram a @farina.mx para saber en qué sucursal esta disponible esta experiencia.
Más allá de las técnicas y conocimientos adquiridos, este taller demuestra que preparar comida es una vivencia que se disfruta en compañía. El ambiente relajado, el entusiasmo del equipo de Farina y la interacción entre los participantes hacen que cada momento sea ameno y memorable. Es una oportunidad ideal para conectar con amigos, familia o incluso con otros amantes de la gastronomía, mientras se saborea el placer de crear algo con las propias manos.