Empieza ya el año 2024 y con él también llegan los propósitos que cada uno se hace al comenzar este ciclo. Promesas a uno mismo (o a alguien cercano) sobre todo aquello que queremos cambiar: bajar de peso, conseguir un nuevo trabajo, empezar a hacer ejercicio, ahorrar más dinero, etc. Los anteriores son los más populares – en mi opinión – pero hay otro que sobresale constantemente: dejar de tomar alcohol. Y con ello entonces comienza la tendencia de “Enero Seco” que no es otra cosa que no consumir bebidas alcohólicas durante este mes para ayudar a desintoxicarnos después de habernos permitido ciertos lujos durante la temporada navideña y de las fiestas.
Por sus siglas en inglés, “Dry January” se ha vuelto una práctica cada vez más común, especialmente en las nuevas generaciones. Sin embargo, esta tendencia no es necesariamente exclusiva en esta temporada, sino que podríamos decir que en general, la llamada Generación Z se caracteriza por su reducido consumo de bebidas con contenido alcohólico o bien, por consumir las mismas con muy bajos niveles de alcohol por volumen. Entre las más populares están las llamadas “hard seltzer” que no son otra cosa que agua mineral con vodka (y quizá algún sabor añadido). El contenido de etanol es prácticamente el mismo al de una cerveza pero con menos calorías (supuestamente) y sin conservadores o químicos añadidos.
Si Enero Seco ha tenido éxito es precisamente porque resuena con esta demanda que actualmente existe de reducir el alcohol consumido; y aunque hay ciertamente beneficios añadidos, me parece que las tendencias no son necesariamente explicables de forma sencilla. Si lo anterior es cierto, deberíamos también observar una disminución en el consumo de drogas ilegales, pero esto no sucede. ¿Es entonces acaso un tema de salud? (vaya paradoja). Puede ser: cada vez hay mucha más demanda del público consumidor para entender qué ingredientes contienen nuestros alimentos y las preferencias por la comida orgánica son mayores. En mi opinión, esto se debe a que hemos llegado a tal extremo de consumir alimentos basura que no son otra cosa que químicos y sustancias artificiales y la reacción ha sido irse al lado contrario de forma ciertamente radical.
Eso mismo puede pasar con el vino o la cerveza: cada vez las tendencias de consumir vino natural, sin intervención humana y con bajos niveles de alcohol y de azúcar se hacen presentes de la misma forma en que se busca consumir alimentos más nutritivos y sin tanta chatarra. Enero Seco es pues una reacción a todo un entorno y al ambiente de consumo de productos dañinos y que tristemente, han contagiado también a la industria del vino, por ejemplo (sobre todo en Estados Unidos).
La variación de este fenómeno que he visto en múltiples bares de vino es que Enero Seco se refiere a vinos blancos, tintos y espumosos que no sean dulces. O bien, vinos con bajos niveles de contenido alcohólico. Lo que es cierto es que la tendencia a consumir bebidas con cero alcohol (o con muy bajo alcohol) no se irá pronto. Basta darse una vuelta al refrigerador de cervezas en el supermercado y contar las marcas de cerveza sin alcohol que se comercializan actualmente. Quien no juega el juego en este nuevo espacio se va a quedar fuera.
Seguiremos hablando de este tema porque creo que apenas estamos viendo el comienzo de una nueva forma de producir y de consumir bebidas (no) alcohólicas.
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