Llegó el otoño y con él los tés negros que, por su naturaleza cálida, propician el cuidado de nuestro fuego interno y ayudan a mantener la energía vital en estómago e intestinos. En esta columna te platico sobre una de mis fascinaciones, los tés japoneses.
Cómo te conté en Qué es el té negro y para qué sirve el té negro es la tipología de Camellia Sinensis que, en teoría, se oxida al 100%, en chino se llama Hong Cha y significa “té rojo”, mientras que el té negro que se produce exclusivamente en Japón se llama Wakōcha (和紅茶) . Su historia data de 1875 cuando el país del sol naciente decidió aprender la manufactura de esta nueva tipología por parte de los productores chinos.
En aquel tiempo, la demanda de té negro, por parte del mercado occidental, era tan fuerte que la venta de té verde japonés resultaba casi imposible, por lo que se empezaron los primeros experimentos en las prefecturas de Ōita y Kumamoto. En 1876 un equipo japonés liderado por el tea master Tada Motokichi visitaron Assam y Darjeeling en India, así como Sri Lanka para mejorar los procesos de producción y llevar la Camellia Sinensis varietal Assamica a Japón.
En 1878 se establecieron los estándares de producción de té negro japonés con fundamentos, principalmente, aprendidos de los indios y se realizó la primera exportación de esta nueva tipología nipona. Para 1954 la exportación llegó a 5000 toneladas y fue en ese mismo año en el que se registró el primer cultivar japonés: Benihomare.
En 1963 el té japonés perdió importancia dentro del mercado mundial por su alto costo de manufactura y precio poco competitivo, al punto de casi detenerse por completo su producción en 1970. Sin embargo, el esfuerzo de los japoneses por exponer su té negro al mundo no se detuvo: 1993 registraron un nuevo cultivar llamado Benifūki; en 2002 “resurgió” la tipología y se creó el término “Wakōcha” por Akasu Jirō.
Si ya probaste wakōcha te habrás percatado de que es totalmente distinto a lo que conocemos como “té negro” pues resulta en un licor altamente aromático (frutas amarillas y rojas; malta, especias y flores) de color ámbar muy claro y de sabor dulce, con baja astringencia y amargor. Esto, se debe a la naturaleza de los cultivares japoneses, así como el método de manufactura que consiste generalmente en 15 a 20 horas de marchitamiento, enrollado en dos pasos por 40 a 90 minutos, 2 a 3 horas de oxidación (que no se realiza al 100%) y secado.
Como sabemos, cada té es único por factores como cultivar, terruño, añada, proceso de manufactura, entre otros, pero de forma general, el té negro japonés o wakōcha puede ser infundido a 90ºC por 3 a 4 minutos en tetera de 250 mililitros, usando 3 gramos. Si es la primera vez que lo infundes, no esperes un color tan oscuro o pigmentado como el de los tés negros de otros polos productivos.
Te recomiendo probar wakōcha en Quinto.mx de las montañas en Yame, Fukuoka, Japón.
Yame Benifuki Black: Cultivar Benifuki / Cuerpo medio. Dulce y ligeramente herbal, con notas a frutos pasificados.
Yame Kousyun Black: Cultivar Kousyun / Cuerpo ligero. Dulce, frutal y floral, con notas a durazno y lichi.
Yame Sayamakaori Black: Cultivar Sayamakaori / Cuerpo medio. Dulce y frutal con aroma a frutos pasa, orejones y ligero tostado.
Yame Yabukita Black: Cuerpo medio. Dulce, con aroma a jarabe de maple, frutos pasa y caramelo ligero.
Te invito a darle una oportunidad a esta tipología de té japonés, estoy segura de que te sorprenderás y amararás cada uno de los aromas.
Abrazos en taza, Denisse Díaz
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