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Foto: Francisco Charqueño

FOMA, coctelería con forma, materia, laboratorio y mucha alma

Es el nuevo bar laboratorio en la Roma que transforma sabores del mundo en cócteles únicos sin pretensiones

En una ciudad donde los bares nacen y mueren al ritmo de las tendencias, FOMA aparece como una declaración de principios. No es solo un lugar para beber, sino un espacio donde el acto de tomar un coctel se convierte en una exploración sensorial. Fundado por tres nombres conocidos en la escena —David Rocha, José Olivas y Po—, este bar ubicado en la Roma Norte es una invitación a detenerse, mirar lo que se bebe y preguntarse por qué sabe así.

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Foto: Francisco Charqueño

FOMA: Una coctelería que se piensa antes de servirse

FOMA no nació de una ocurrencia. Se gestó entre turnos nocturnos, años de servicio y una conversación constante sobre lo que debería ser un bar en 2025. David y José se conocieron en Handshake, uno de los referentes más exigentes del país. Po, cliente habitual convertido en cómplice creativo, se sumó después de que la amistad se volviera también visión compartida. El resultado es un espacio que no busca solo atender al cliente, sino formar comunidad.

Po, David y José | Foto: Francisco Charqueño

“La hospitalidad es una forma de pensamiento”, dicen, y en FOMA se nota. Desde la selección de ingredientes hasta el diseño del menú, todo tiene una razón de ser. La idea de “forma y materia” —de donde nace el nombre del bar— se refleja en la barra, en la carta y hasta en los vasos.

Una carta que viaja por el mundo… sin moverte de la barra

El menú actual es la culminación de seis meses de prueba, observación y diálogo con sus visitantes. Ahora se presenta como una carta ampliada con 12 cócteles de la casa, más una selección de mocktails creados con técnicas de destilación que retienen los sabores complejos, pero sin una gota de alcohol.

Los tragos están organizados por perfil de sabor: refrescantes, carbonatados, dulces y salados, herbales, umami y espirituosos. Cada uno nace de una inspiración distinta: una región del mundo, un ingrediente olvidado, un sabor de infancia o una idea que se macera durante semanas. Uno de los cocteles estrella, por ejemplo, se elabora a partir de mole negro almendrado destilado con mezcal, logrando una bebida densa, aromática y completamente única. Otro usa hoja de lima cafetalera para un destilado verde y brillante.

Para quienes no disfrutan de la coctelería tradicional, hay una sección de Boilermakers: combinaciones elegidas de cerveza con destilados que forman un maridaje informal pero inteligente. Incluso tienen su propia cerveza de arroz, elaborada con la cervecera Punto Medio, pensada para acompañar destilados herbales y mocktails secos.

Los nuevos tragos de FOMA son una declaración de principios: sofisticación sin pretensiones, creatividad sin alardes. Cada bebida es el resultado de una exploración técnica desde su laboratorio —equipado con rotovapor, termomix, deshidratadora y más—, pero sobre todo, de un entendimiento profundo del sabor como experiencia emocional y cultural.

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Uno de los cócteles más comentados es el que parte de un mole negro almendrado, destilado cuidadosamente junto con mezcal. El resultado no es espeso ni opaco como un plato de cocina, sino etéreo: un mezcal molado que conserva las notas dulces, especiadas y terrosas del mole, pero con claridad y textura de trago largo. Este cóctel es un homenaje líquido a la cocina mexicana, al mismo tiempo elegante y visceral.

En otra línea más herbal y refrescante, encontramos una bebida elaborada con hoja de lima cafetalera destilada, que captura un perfil verde y cítrico sin acidez agresiva. Es una experiencia de frescura profunda, como pasear entre arbustos mojados después de una lluvia de verano. El trago evoca una especie de calma botánica, perfecto para abrir la noche con ligereza.

Foto: Francisco Charqueño

También hay espacio para el juego tropical. Uno de los nuevos tragos fusiona lo dulce y salado, combinando frutas maduras como el mango o la guayaba con ingredientes fermentados sutiles (como miso claro o vinagre de arroz). El resultado es una mezcla brillante, jugosa, con capas de umami y acidez, que despierta el paladar de forma inesperada pero placentera. Es un cóctel pensado para sorprender sin confundir.

Los sabores umami también tienen protagonismo en una de las mezclas más experimentales del menú. Aquí, ingredientes como hongos, caldos vegetales o infusiones con ajo negro se utilizan para crear un trago profundo, salino y estructurado, que se equilibra con notas cítricas o florales. Es una bebida para quienes buscan salir del lugar común, algo que podría parecer comida, pero se bebe como perfume.

En la sección más “seria” del menú, aparece un cóctel de perfil spirit forward, pensado para quienes aman los tragos secos, intensos, largos. Con base de whisky, sotol o bourbon, y complementado por reducciones de canela, cacao o piel de cítricos tostada, este trago es un abrazo lento y cálido, ideal para el cierre de la noche o como compañía de una conversación introspectiva.

Y no todo es solemnidad. FOMA también incluye un trago de perfil “candy”, inspirado en sabores como frambuesa, vainilla o cereza fermentada, pero sin caer en lo empalagoso. Es una bebida alegre, coqueta, que recuerda a los caramelos sofisticados de pastelerías finas. Su color es vibrante, pero su sabor es limpio, elegante, y tan bien estructurado que puede seducir a cualquiera.

Finalmente, los mocktails merecen mención aparte. No son juguitos disfrazados: aquí se utiliza el rotovapor para retirar el alcohol, conservando amargor, acidez y textura. Se logra así una categoría completa de tragos sin alcohol que saben y se sienten como cocteles reales. Desde opciones más frescas y florales hasta reinterpretaciones de clásicos, los mocktails de FOMA son prueba de que beber con sobriedad también puede ser una experiencia compleja y emocionante.

El laboratorio: un taller de ideas líquidas

Más que una cocina oculta, el laboratorio de FOMA es el corazón técnico y creativo del proyecto. Ahí se destilan ingredientes, se fermentan bases, se ajustan proporciones y se experimenta con procesos. Entre las herramientas destacan un rotovapor, que permite extraer sabores a bajas temperaturas sin alterar sus notas originales; una Thermomix que cocina, mezcla y limpia sola; una máquina de vacío, una centrífuga y una deshidratadora.

Foto: Francisco Charqueño

Gracias a este espacio, es posible crear tragos con notas específicas como queso, mole, hoja de lima, jengibre fermentado o incluso vegetales tostados, sin que ninguno domine la mezcla. Cada bebida se convierte así en un retrato líquido, resultado de paciencia, ensayo-error y mucho conocimiento técnico.

Además, diseñaron su mesa de trabajo modular, con compartimientos adaptables para hielos, botellas y utensilios, lo que permite operar el servicio con precisión quirúrgica. La intención es clara: que la barra funcione como una cocina de alta especialización, pero sin perder calidez.

Una carta que evoluciona junto con el público

FOMA no tiene prisa. Entiende que un menú no se impone, se construye con el tiempo. Durante su soft opening de seis meses, rotaron varios cócteles, ajustaron la playlist, afinaron la carta y midieron reacciones. El resultado es una selección curada para el gusto real del público, no solo para impresionar a la crítica especializada.

Foto: Francisco Charqueño

A diferencia de otros bares con un enfoque de autor rígido, en FOMA hay espacio para el diálogo: puedes comentar lo que probaste, hacer sugerencias o simplemente pedir algo fuera de carta y dejarte sorprender. Aquí no se trata de ser el más sofisticado, sino el más generoso con la experiencia.

El futuro: más platillos, más ideas, más encuentros

Por ahora, el menú de alimentos se limita a tres snacks bien ejecutados, para no competir con los tragos ni dispersar la energía del equipo. Pero a mediano plazo, los socios planean abrir una sección del bar más íntima, tipo casa-salón, con un menú corto de cuatro tragos y una experiencia más conversacional, casi clandestina. La idea: compartir, platicar, improvisar.

Como dicen ellos, “no se trata solo de lo que servimos, sino de cómo lo hacemos y para quién”. FOMA es, en el fondo, un laboratorio de vínculos: entre técnica y emoción, forma y materia, trago y persona.

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