En el mundo culinario mexicano, hay una confusión que se repite cada fin de año: ¿qué diferencia hay entre el romero y los romeritos? Aunque comparten un nombre parecido y una vaga similitud en su apariencia, estos dos ingredientes son tan distintos como un mole y una ensalada.
La diva aromática
El romero es la estrella de la cocina mediterránea y de los aceites esenciales. Esta planta arbustiva de hojas pequeñas y rugosas es reconocida por su aroma penetrante y alcanforado, que inunda de personalidad cualquier platillo que toque. Combina de maravilla con carnes como el cordero, papas y pescados, además de ser un favorito en el mundo de las infusiones y la aromaterapia.
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En México, el romero se cultiva principalmente en el Estado de México y Baja California, y su esencia se usa en perfumes, jabones y shampoos. Así que si tu abuela hace un lomo a la sidra con un toque de romero, ahora sabes por qué su cocina huele tan espectacular.
El tesoro de la tradición mexicana
Los romeritos, en cambio, son puro México. Este quelite comestible, cuyo nombre deriva del náhuatl quilitl, es el ingrediente estrella de un plato que reina en las mesas durante la Navidad y la Cuaresma. Cocinados con mole, camarones secos, papas cambray y tortitas de camarón, los romeritos representan la riqueza de nuestra cocina prehispánica.
Aunque su forma puede recordar vagamente al romero, los romeritos tienen hojas más tiernas y sin aroma, y crecen en terrenos alcalinos y salinos como los de la Ciudad de México y el Estado de México. Su sabor es sutil y, aunque más humilde que el romero, cargado de historia y nutrición: son ricos en proteínas, calcio, fibra y vitaminas A, B y C.
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¿Por qué la confusión?
Todo se reduce a la apariencia y a las fechas. En pleno apogeo de las compras navideñas, el nombre compartido y el hecho de que ambos se usan en esta temporada confunden hasta al cocinero más experimentado. Así que vamos a explicar algunas características principales para reconocerlos fácilmente:
Romero: Tiene hojas pequeñas, alargadas y firmes, con una textura casi como agujas. El color es verde oscuro por arriba y blanquecino por debajo. Además, huele increíble. Si frotas las hojas entre tus dedos, desprenderán un aroma alcanforado y fresco.
Romeritos: Sus hojas también son alargadas, pero más tiernas, delgadas y de un verde más suave. No tienen ningún aroma distintivo, y cuando los compras, suelen venir en manojos grandes, casi siempre frescos y húmedos.