Aderezo y El Occidental
Hermosillo se pone sus mejores galas con un giro inesperado: vinos de pitaya y guamúchil. Sí, leíste bien. En lugar de uvas, estos vinos están hechos con frutas que encuentras en tu propio patio trasero (o en la calle, si eres Nivardo Peña León).
Con la motivación de evitar que se desperdicien los frutos regionales, Nivardo, un emprendedor inquieto con formación en Química, decidió transformar estas frutas en algo realmente especial: vino. Y no está solo en esta travesura enológica. Giuliano Rossi, un amigo italiano con siglos de tradición vinícola en su ADN, le ha dado una mano (o dos) en este proyecto desde su base en Hermosillo.
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El arte de fermentar
Todo comenzó con la piña. “Hicimos siete experimentos con vino de piña antes de pensar en otras frutas”, cuenta Nivardo. Pero una vez dominada la piña, el cielo (o el frutero) era el límite. Así surgieron el vino de pitaya y el de guamúchil, con la naranja agria también haciendo acto de presencia, inspirada en el Aperol italiano.
La idea de utilizar guamúchil surgió casi por accidente. Nivardo observó cómo las vainas de guamúchil caían sin ser aprovechadas justo enfrente de su casa y decidió darles un propósito más noble. Con la ayuda de Giuliano, comenzaron a experimentar con estas frutas locales, explorando texturas y sabores.
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Cómo llegar al resultado final
El proceso completo de hacer vino, desde la recolección de la fruta hasta el primer sorbo, lleva aproximadamente un mes. La clave, según Nivardo, está en la fermentación anaerobia: “evitamos el oxígeno para conservar las características del jugo y lo guardamos en un lugar oscuro para mantener los colores vibrantes del producto final”.
En el caso de la pitaya, Nivardo se encontró con una viscosidad inesperada que le recordó al pulque. Esta textura inusual le encantó y se convirtió en una de las características distintivas de su vino de pitaya.
El entusiasmo de Nivardo no se detiene en la pitaya y el guamúchil. Ha recibido un saco de péchita de mezquite desde Batuc, Sonora, con el que planea crear una cerveza. Y su visión va más allá de simplemente vender sus vinos. “La ambición es compartir inicialmente con amigos y familia. Si se diera en un futuro, estaría bien sacar una línea, pero lo que realmente quiero es que mis amigos también lo hagan”, confiesa.