Por Viridiana Saavedra
Uno de los postres preferidos de los tapatíos y prácticamente de cualquiera que lo prueba es sin duda la jericalla, esa mezcla rica y dulce que encanta y puede comerse a cualquier hora del día.
En Guadalajara y sus alrededores es común encontrarla, pues la venden en puestos callejeros donde al amanecer preparan jugos de frutas o licuados, pero también las encuentras en los restaurantes de comida mexicana y por supuesto en las cenadurías, para cerrar con broche de oro antes de dormir.
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De esa manera, las jericallas están presentes en la vida de quienes radican en la perla tapatía y desde los más pequeños de la casa hasta los adultos las eligen por encima de otros postres caseros.
“Doraditas o quemaditas” es como le gustan a la mayoría y el secreto para que la parte de arriba quede de esa manera es el tiempo que dura en el horno, pero ¿sabes cómo surgieron las jericallas?.
De ese tema platicamos con el señor Martín Carvajal, quien desde hace casi 35 años tiene un negocio dedicado a hacer jericallas en el barrio de San Juan Bosco, al oriente de Guadalajara.
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Él y su familia iniciaron a mitad de 1989 con la elaboración del postre tapatío y se cree que fueron los primeros en hacer jericallas de venta al público, pues todavía en la actualidad, la mayoría de lugares donde las preparan son para consumo familiar o para venta en determinado establecimiento y son contados los sitios dedicados a hacer jericallas.
Parado junto al horno mientras esperaban las primeras jericallas del día, nos contó que todo comenzó en el Hospicio Cabañas, ese bello edificio ubicado en el centro de Guadalajara que por años sirvió para albergar a personas pobres y donde “por error” se hicieron las primeras jericallas de la historia.
“Hay quienes dicen que el postre surgió cuando estaban preparándolo para los niños y otros que fue para un obispo que vino y así son varias versiones, pero yo me quedo con la versión de que era para los niños, que fue un error y como tenían leche, huevo empezaron a hacerla y en pláticas se les pasó el tiempo, pero la probaron las monjitas y dijeron que estaba rico y se lo sirvieron a los niños”.
¿Por qué se llaman jericallas?
Si nos quedamos con esa versión, habrá que remontarnos al poblado de donde era originaria la monja que aparentemente fue encargada de descubrir por error el delicioso postre que ha trascendido generaciones.
Ella nació en Jérica, perteneciente a la comunidad de Valencia en España y también hay quienes afirman que la monja se llamaba Jenara Caracalla y de ahí viene el nombre de las deliciosas jericallas que forman parte de la gastronomía tapatía.
¿Cómo se hace la jericalla?
El proceso comienza hirviendo la leche y a partir de ese momento se le echa canela, vainilla, huevo y azúcar o en su caso algún otro endulzante natural, para las personas que por enfermedad o por cuidar su alimentación prefieren evitar el consumo de azúcar.
Sin embargo, no cualquiera puede hacer una jericalla y eso se debe a que además de medir las cantidades exactas, es necesario tener conocimiento de la temperatura del horno y hasta de la posición en que se coloca dentro de la charola antes de meter a hornear, porque “se corta” o “no dora”, agregó Enrique Carvajal, hijo del señor Martín y quien todos los días se encarga de preparar y hornear alrededor de 400 jericallas en el negocio que tienen en San Juan Bosco.
“La receta es fácil, inclusive se puede encontrar en internet, pero hay pequeños detalles que se tienen que checar, como controlar el fuego del horno, controlar tiempos, porque todo tiene su tiempo y dependiendo de la cantidad que quieran hacer”, explicó Enrique, apasionado por la elaboración del postre más tapatío que les ha merecido reconocimientos como familia.
Datos:
*Las jericallas de Mi Tradición Tapatía se encuentran en el barrio de San Juan Bosco y en Santa Tere
*Los precios de las jericallas varían y pueden ir desde los 17 pesos en vasito de plástico hasta los 65 pesos en plato de cerámica estilo pozolero
¿Cuál es la diferencia entre el flan y la jericalla?
A diferencia del flan, la jericalla se cuece en moldes individuales sin caramelizar, lo que la hace tener una superficie más tostada y una textura más firme en comparación con el flan.
Aunque ambos son postres a base de huevos y leche, el flan se caracteriza por su textura suave y cremosa, cocido en un molde caramelizado, mientras que la jericalla tiene una textura más firme y tostada y con un sabor distintivo a canela.