Las alergias son un conjunto de alteraciones relativamente controlables, que suelen tratarse limitando o evitar determinadas comidas.
La palabra alergia procede del griego, de las palabras Alos (“otro, diferente, extraño”) y Ergos (“reacción”). Por tanto significa “reacción diferente”.
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En específico, las de tipo alimentarias son acciones del sistema inmunitario que tras haber ingerido cierto tipo de platillos. Es fácil de confundir con la llamada intolerancia, que, si bien es molesta, esta es una afección de menor gravedad que son de ese sistema.
Su origen es multifactorial, es decir, existen diversas situaciones que pueden desencadenarlas. Varios investigadores, como Zamira Barragán, dermatóloga adscrita a la Clínica de Oncodermatología de la Facultad de Medicina de la UNAM, han encontrado factores genéticos que pueden asociarse a ellas. Por ejemplo, si unos padres tiene algún tipo, como el asma o manifestaciones de hipersensibilidad como la dermatitis atópica, es probable que su hijo las tenga.
Por esa razón afectan a menores y adultos y, apesar de que no existe cura, algunos las superan en determinada edad.
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Las alergias suelen aparecer incluso luego de deglutir una pequeña cantidad y puede ocasionar signos o síntomas donde los más comunes son:
- Hormigueo o picor en la boca
- Urticaria, comezón o eccema
- Hinchazón de labios, cara, lengua, garganta o de otras partes del cuerpo
- Sibilancias, congestión nasal o dificultad para respirar
- Dolor abdominal, diarrea, náuseas o vómitos
- Mareos, aturdimiento o desmayos
La más grave o que se considera de alto riesgo son las que generan una inflamación de las vías respiratorias o llamada anafilaxia, la constricción y falta de oxigenación, que pueden poner en riesgo la vida.
Todos ellos se pueden manifiestar en unos minutos o en raras ocasiones pueden aparecer varias horas más tarde.
La causa, dificultad al procesar proteínas
Según un estudio del Instituto de Investigación Alimentaria en Norwich (Reino Unido) y de la Universidad de Viena, se dio a la tarea de investigar y tratar de dar pistas para saber qué causa la mayoría de estas patologías, por lo que luego de largas jornadas lograron publicar sus resultados en estudio publicado desde 2007 en la revista The Journal of Allergy and Clinical Immunology.
La respuesta de la investigación sugiere que todas las proteínas animales son susceptibles a llegar a ser alérgenas.
La probabilidad de que se desencadene esta respuesta inmune depende de la distancia evolutiva que hay entre las proteínas animales con las humanas.
En síntesis depende de la variabilidad de la adaptación que hay entre organismos humanos poder procesar las proteínas de sus alimentos.
Los investigadores clasificaron los alérgenos en varias familias, luego intentaron identificar posibles relaciones de la secuencia de la proteína animal (estructura y propiedades) con sus equivalentes humanos. Los resultados sugieren que un 54% de proximidad entre unas y otras es el porcentaje que marca la barrera de sufrir o no alergia.
Los más alérgenos:
- Mariscos, crustáceos y moluscos, como camarones, langosta, cangrejo, almejas, ostras, mejillones, entre otros.
- Cacahuate.
- Frutos secos, como nueces y nueces pecanas.
- Pescado.
- Huevos
- Leche.
- Trigo.
- Soja.
Para realizar la comparación, propusieron una clasificación en tres grupos principales de proteínas: tropomiosinas, con estructura EF y caseínas.
Las primeras son las más importantes. Las tropomiosinas de los mamíferos son idénticas a sus homólogas humanas en al menos un 90%, mientras que las presentes en invertebrados sólo se parecen en un 55%. De hecho, todas proceden de insectos.
Por su parte, las de estructura EF tan sólo causan alergia cuando proceden de ranas y peces.
Finalmente, las caseínas son las que hay en la leche de mamíferos, uno de los más implicados en su aparición.
Otros implicados son huevo, cacahuete, frutos secos, pescado, marisco, soja y trigo. Entre todos, suman el 90% de las reacciones alérgicas. La eliminación o sustitución de la proteína responsable del problema es una de las formas de evitar su aparición, pero en algunos esta tarea se complica por la existencia de productos derivados.
Cada vez más generaciones las sufren
Este tipo de afecciones en infantiles se han triplicado en los últimos 30 años. Incluso la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado este crecimiento como un serio problema de salud pública por el elevado coste económico y social que suponen.
Por otra parte, y de acuerdo con un estudio presentado en un simposio organizado por el Instituto Nestlé Nutrition de 2017, hay casi tres veces más niños afectados y el número sigue en aumento.
En el mismo simposio, expertos en nutrición infantil analizaron la relación existente entre la ingesta en los primeros años de vida y las alergias infantiles.
Por ello, sostienen que los cambios en los hábitos alimentarios los que hacen que el sistema inmunitario madure de forma tardía.
Y proponen que una adecuada alimentación podría contribuir decisivamente a prevenir las alergias, excluyendo de forma moderada los agentes alergénicos de la dieta de los niños.