Si bien dicen que una copita de vino al día favorece a la salud, tomarse toda una botella no es la opción; pero, qué pasa si la dejamos abierta durante varios días. Esta vez tenemos la respuesta, además, cómo conservarla porque sí, todo cambia cuando quitas el corcho
“El oxígeno entra en la botella y toma contacto con el líquido lo que provoca una reacción química conocida como oxidación”, menciona para Aderezo Humberto Falcón, enólogo del proyecto vinícola Balero.
Nos cuenta que este proceso no tiene vuelta atrás porque los componente que tiene el vino comienzan a disiparse.
“La duración del vino que ya ha sido servido depende según el tipo y la edad; los vinos más jóvenes durarán más que los viejos; así que es importante conocerlo para poder conservarlo de la mejor manera posible, leer la etiqueta, sobre su elaboración etc”, dice Humberto.
–En los vinos blancos, tápalos con su propio corcho o con un tapón especial; refrigerados duran más a comparación de los tintos o de los rosados
-En los vinos espumosos, lo mejor es beberlos el mismo día en que se abre la botella, en especial por las burbujas y el gas que contienen.
–Si no usas el corcho con el que venía, también puede utilizarse un tapón especial para vino, pero asegúrate de que quede bien cerrado y no le entre aire.
–Para conservarlo mejor, guárdalo en el refrigerador. Puede durar en perfecto estado de 2 a 4 días.
-También se puede poner en un lugar oscuro y fresco en que la temperatura ambiente no supere los 22ºC.
–La posición más recomendable para una botella de vino abierta, es en vertical; evita el contacto del aire con el vino.
– Puedes vaciarlo en una botella pequeña y tapándola para que apenas quede un dedo de aire entre el vino y el tapón.
El especialista de Balero concluye lo siguiente por días y tipos:
-Vino blanco y vino rosado (3 días)
-Vino tinto joven (hasta una semana)
-Vino tinto envejecido o ligero (3 días)
-Vino espumoso (24 y 36 horas, si cuenta con un buen tapón para espumosos)
¡Salud!
Se considera que el vino favorece a la salud porque contiene flavonoides de tipo fenólico, sustancias que provienen de la uva y de su piel, que son las que le otorgan el color rojizo al vino tinto.
De acuerdo con Ángeles Santillana Martín, especialista en nutrición y ciencias de los alimentos, “su acción consiste en impedir la oxidación de las lipoproteínas y así reducir el depósito de colesterol arterias coronarias, previniendo la enfermedad en estas, afección que lleva a los ataques cardíacos”.