En días recientes celebramos el día de la uva Malbec. Seguramente habremos visto en múltiples publicaciones e historias en redes sociales diversas referencias sobre los vinos hechos con este varietal tan característico y tan conocido (sin mencionar, tan socorrido de igual manera) festejado el 17 de abril. Detengámonos un momento para hablar sobre esta uva tan interesante, sus características y sus orígenes, pero sobre todo, sobre el Malbec en el mundo de hoy.
Por esta razón decidí titular esta columna como “nadie es profeta en su tierra” porque creo que ejemplifica de forma precisa lo que sucede con esta uva. Originalmente de Francia, es uno de los varietales permitidos en la región de Bordeaux, junto con otras cinco posibilidades (Cabernet Sauvignon, Merlot, Cabernet Franc y Petit Verdot). Adicionalmente, esta uva es la principal variedad en la zona francesa llamada “Cahors”, donde también se le conoce como “Cot”. Tanto Bordeaux como Cahors se encuentran en el suroeste del país, cerca de los Pirineos y la frontera con España. Pero lo más interesante de todo es que no es ninguna de estas dos zonas de donde proviene el Malbec más famoso: este viene de Argentina.
Si bien esta uva no es originaria del país sudamericano, sino de Europa, como acabo de mencionar, es en Argentina donde encontró su hogar. Allí brilla con singular intensidad y las condiciones y circunstancias climáticas y de fabricación del vino lograron obtener lo mejor de ella, produciendo ejemplares de gran valía. Los hay de todos los precios y rangos de calidad, pero incluso aquellos que son más accesibles, tienen un gran valor en relación con su precio y lo que ofrecen en la botella.
Este estilo de Malbec argentino goza de inmensa popularidad en buena medida porque produce vinos de color púrpura intenso, taninos elevados y acidez media alta, pero especialmente con una concentración aromática intensa de tonos florales, frutos negros y rojos. Cuando uno los prueba, generalmente son vinos fáciles de tomar por estas dos cosas: la acidez del vino hace que sea fácilmente combinable con diversos alimentos, y las frutas maduras en su sabor lo hacen atractivo para los consumidores. Además, los taninos le dan una estructura firme que, con todo lo anterior, le permite madurar en la botella durante un tiempo considerable.
¿Por qué razón el vino de Cahors entonces no es tan popular como el Malbec argentino si ambos son hechos con la misma uva? Mi teoría está en el perfil aromático de ambos: mientras el vino argentino tiene tonos intensos florales y afrutados, el francés quizá no lo sea tanto y por ende, su sabor es más restringido. Esto hace que maridarlo sea más complicado, ello sin tomar en consideración el precio de ambos, porque creo que Argentina puede competir de forma mucho más fuerte en diversos rangos de costos.
Finalmente, debo decir que existen varios ejemplos de este tipo de uvas que provienen de un país determinado pero que encuentran su hogar y un lugar para mostrar su potencial en otra nación. Ya hablaré de ello conforme vayamos avanzando, pero mientras tanto, del nuevo mundo o del viejo mundo, como dice el dicho: no hay Malbec que no sea bueno. ¡Hasta la próxima!
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