Silvia Rangel Ibarra / El Sol de Tampico
Los olores, pero sobre todo los sabores de la navidad se resumen muchas veces en una cena, que debe ir repleta de amor, unidad familiar, pero sobre todo una excelente sazón de hogar.
Es el motivo perfecto para encontrarse en casa y degustar para lo que hemos esperado practicamente todo un año.
Con 74 años de experiencia la Pastelería Pepis de Tampico es sin duda uno de los negocios más icónicos, donde además de los postres y una inmejorable repostería desde hace 60 años ofrece sus tradicionales cenas para Navidad y Año Nuevo.
Fundada en 1946 por Doña Pepis Arias de Gorordo el negocio comenzó como una pastelería y con el tiempo se expandió a vender platillos navideños y en este 2020 está listo para ofrecer una gran variedad de cenas.
En el menú decembrino incluyó pavo relleno, pierna de cerdo, lomo de cerdo mechado, crepas de rajas, jamón virginia, bacalao, entre otras delicias que gozan de una gran aceptación entre la sociedad de la zona conurbada.
Pepis, quien siempre ha tenido una gran facilidad para la cocina y la repostería, preparaba todos esos platillos con su mamá y de ahí nació su pasión por la comida decembrina, que debe ser especial tanto en Navidad como en Año Nuevo.
La tradición de Pepis en menú decembrino es muy reconocida, contando con clientes que le han sido fieles desde hace muchos años, lo que llena de orgullo a su fundadora, quien se siente satisfecha con todos sus logros en la gastronomía.
Es una mujer inquieta, visionaria, siempre dispuesta a aprender y para quien la edad sólo es un número, ya que para quienes la conocen tiene una mente privilegiada y es una persona incansable, quien en esta época de pandemia, cuando estuvo en confinamiento los primeros meses, aprendió a elaborar chorizo.
Ella le pidió a su hija que buscara en el internet tutoriales para aprender a elaborar chorizo y así comenzó con esta nueva actividad, que le ha dado nuevos bríos en su faceta como emprendedora.
La historia de Pepis es el claro ejemplo de una mujer que siempre estuvo adelantada a su época, porque en esos años no había empresarias, por lo que tuvo que romper paradigmas y reinventarse para salir adelante con su negocio que se inicio vendiendo rebanadas de pastel, hace 74 años.
Su gusto por la repostería se inició a los 13 años, cuando se encontró con un librito de recetas que regalaban, apoyandose en este hizo el primer panecito, que le quedo muy bien, después otros y su familia al ver que tenía muchas aptitudes para la repostería le contrataron una decoradora de pasteles y ya a los quince años se estableció en un portón, con una estufita de cuatros hornitos, una batidora doméstica y se puso hacer empanadas y quequitos.
Ella se considera una mujer realizada con todo lo que ha logrado en su vida y su dedicación y esfuerzo sin duda que es inspiracional para las mujeres de hoy.