Por Connie Ramírez / Diario del Sur y Xiomara Flores / Diario de Xalapa
Hace 38 años, una nube radioactiva proveniente del desastre nuclear de la Planta de Chernóbil unió el destino de la Unión Soviética, Irlanda y México, ya que contaminó una leche que se compró por parte de la Conasupo en 1987.
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En la década de los 80, México vivió uno de los episodios más oscuros de su historia en materia de salud pública: la distribución de leche contaminada con radiación por parte de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo). Este suceso, derivado del accidente nuclear de Chernóbil en 1986, afectó a miles de mexicanos y dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del país.
El origen de la contaminación


El 26 de abril de 1986, una explosión en la planta nuclear de Chernóbil, en la entonces Unión Soviética, liberó una enorme cantidad de radiación al ambiente. Fue entonces que entre el 4 y el 6 de mayo de 1986, Irlanda recibió una nube de radioactividad que se desplazó desde la Unión Soviética (Ucrania) llegando a Europa y afectando gravemente a estos países, donde los pastizales y el ganado quedaron expuestos a partículas radiactivas como el Cesio-137 y el Estroncio-90.
A pesar de las advertencias de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del rechazo de países como Brasil a importar productos lácteos contaminados, México, a través de Conasupo, adquirió entre 1986 y 1987 aproximadamente 2 mil 436 toneladas de leche en polvo procedente de Irlanda. Esta leche presentaba niveles de radiación de 2,730 bequereles por kilogramo, superando ampliamente el límite internacional de 150 bequereles.
La distribución y ocultamiento
Entre 1986 y 1987 un cargamento procedente de Irlanda del Norte llegó a México y descargó en Veracruz, ¿te suena familiar esta fecha? En esos momentos una explosión en la central nuclear de Chernóbil propagaba una nube radioactiva en gran parte de lo que fue la Unión Soviética.
Hablamos de lo que ahora conocemos como Belarús, Ucrania y la Federación de Rusia; casi 8.4 millones de personas en los tres países fueron expuestas a la radiación, pero también pastizales de los que se alimentaban las vacas y otros animales de granjas, según señala la Organización de las Naciones Unidas.
En un movimiento que hoy se consideraría impensable, el Instituto de Desarrollo de la Leche (IDB) intentó comercializar 40 mil toneladas de leche contaminada deliberadamente. Después de que Brasil rechazara la oferta al descubrir la presencia de partículas radioactivas de Cesio-137, México aceptó adquirir parte de este cargamento.
Entonces, ¿qué contenía el cargamento que enviaron a México? Leche en polvo, sí, pero contaminada con partículas radioactivas de Chernóbil.
En el texto se establece que personal de la Comisión Internacional de Seguridad Nuclear respondió a una solicitud de las autoridades mexicanas para “estudiar la posibilidad de mezclar leche contaminada con leche limpia”, proceso en el cual se analizaron 60 muestras con la participación de la Conasupo y de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (Conasenusa).
Otra de las advertencias que las autoridades internacionales emitieron para que México pudiera utilizar leche radioactiva fue que se creara un “esquema de difusión o rotación que impida su consumo reiterado por los mismos grupos de población”.


Debido a la publicación de una nueva norma internacional contenida en el documento conocido como Codex Alimentarius, la compañía Whayt Vales le avisó a la Conasupo sobre el volumen de bequereles de la leche que le había vendido. La paraestatal solicitó un estudio de la leche al Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, mismo que confirmó los niveles de radioactividad en el lácteo.
El dictamen fue confirmado por la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas (Conasenusa), organismo que avisó a Conasupo que aceptar el lácteo sería riesgoso, a lo cual la dependencia se negó por afirmar que de hacerlo traería consecuencias comerciales negativas.
Una vez enviadas muestras de la leche a la IDB, José Ernesto Costemalle Botello viajó a Irlanda del 8 al 21 de marzo de 1987 con el fin de firmar el acuerdo con el organismo lechero irlandés. Los cargamentos con leche contaminada provenientes de Irlanda llegaron a México vía el puerto de Veracruz en los barcos Adventure – 3 de junio – y Tenacious el 14.
Se planteó entonces una reunión ocurrida el 8 de julio de 1987 entre representantes de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (SECOFI), la SSA y Conasupo apoyados por la Conasenusa realizar una dilución de leche contaminada con leche que no lo estaba en razón de uno a seis.
Al valorar que dicha operación era imposible y no se aplicó de manera efectiva por las plantas restituidoras de Liconsa.
El 4 de febrero de 1988 Jaime Martuscelli, autorizó a Conasupo la liberación de 35 lotes que se encontraban en distintas aduanas para su comercialización
La leche contaminada fue distribuida por Conasupo en todo el país, especialmente en comunidades de bajos recursos.
Por otra parte, el vicealmirante Manuel Rodríguez Gordillo detectó casos de marinos enfermos en Veracruz, quienes habían consumido atole preparado con leche robada de la aduana.
Otros personajes presentes en el caso fueron Bernardo Salas Mar, físico-matemático que trabajaba en Laguna Verde y posteriormente académico de la UNAM y por supuesto Miguel Ángel Valdovinos, físico-matemático también, quienes realizaron estudios que confirmaron la presencia de Cesio-137 y Estroncio-90 en las muestras analizadas.
En Veracruz se le considera al vicealmirante Rodríguez Gordillo, fallecido el 9 de septiembre de 2021, un héroe nacional; “El mayor riesgo, sin embargo, pudo evitarse gracias al hallazgo del finado almirante veracruzano” cita una opinión de Óscar Pedro Reyes Castelán, columnista del Diario del Sur.
De forma inmediata alertaron sobre al menos 47 mil toneladas de leche que se compraron a Irlanda del Norte; “Tenía 10 veces más estroncio y cesio radioactivo que pueden producir daños genéticos, cáncer y una serie de enfermedades”, dio a conocer el físico-matemático Valdovinos, jefe de de Control Ambiental de la Planta Nucleoeléctrica de Laguna Verde, Veracruz, tras analizar una muestra.
Fue entonces cuando el Militar se unió la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el embajador de México en Brasil, Antonio González para enviar la alerta al entonces presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, existe la creencia de que hizo caso omiso ya que presuntamente la leche contaminada era más barata.
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A pesar de las evidencias, las autoridades minimizaron el problema y continuaron con la distribución. No fue sino hasta febrero de 1988 que la Secretaría de Salud ordenó oficialmente la devolución de los cargamentos de leche. Sin embargo, durante el transporte, algunos vagones fueron saqueados, y parte de la leche contaminada nunca fue recuperada.
En 2019 el Vicealmirante recordó que, tras la lucha por evitar la venta de leche el producto, se regresó en 1988; enviaron el cargamento a Tampico y posteriormente su destino sería la Ciudad de México, lamentablemente el tren en el que viajaba se descarriló y provocó una rapiña; “No sabían que estaban robando veneno”, dijo.
Consecuencias y legado


Aunque las autoridades mexicanas no reconocieron oficialmente la relación entre la leche contaminada y problemas de salud, diversos estudios y testimonios sugieren un aumento significativo en los casos de cáncer infantil, malformaciones congénitas y otras enfermedades en los años posteriores a la distribución de la leche. Entre 1987 y 1997, se reportó un incremento del 300% en los casos de cáncer infantil en el país.
Información recogida por el periodista Guillermo Zamora también reafirma que entre 1987 y 1997 el cáncer infantil aumentó 300 por ciento en el país; y casi 30 años después del cargamento, la jefa de oncología del Instituto Nacional de Pediatría sugirió que el consumo de la leche contaminada por Chernobyl y el cáncer infantil podrían estar relacionados.
La paraestatal Conasupo, encargada de la distribución de la leche, no reveló inicialmente la situación. Fue gracias a la publicación de una nueva norma internacional y a la empresa Whayt Vales que se descubrió la peligrosa radiación en la leche.
La presión pública y las denuncias de grupos ecologistas como el Grupo de los Cien y Greenpeace llevaron a la devolución oficial de los cargamentos en febrero de 1988.
E incluso, para demostrar la responsabilidad de funcionarios mexicanos en la compra de leche contaminada que paró en millones de hogares mexicanos, desde la década de 1990 se intentó crear una comisión que investigara los hechos pero no tuvo éxito.
Fue así como hasta el 30 de noviembre de 1995 diputados del PAN, el PRD y el PRI aprobaron la creación de la Comisión Conasupo, un grupo de investigación de ese cuerpo legislativo con el fin de investigar un largo historial de denuncias de corrupción, malversación de fondos y otras irregularidades así como el escándalo por la leche comprada entre 1986 y 1987.
Dicha comisión buscó la comparecencia de todos los funcionarios de primer nivel involucrados como Guillermo Soberón, José Ernesto Costemalle y Jaime Martuscelli, incluyendo además al vicealmirante Rodríguez Gordillo y el físico nuclear Miguel Ángel Valdovinos. Legisladores del PRI bloquearon dicha acción, al igual que ejercieron presión política para los resultados públicos del caso.
En una investigación del Congreso cuyos hallazgos fueron publicados en 1999 y están en el documento desclasificado a nombre de la Subsecretaría de Regulación Sanitaria y Desarrollo y de la Dirección General de Control Sanitario bajo el número de oficio DGCSBS/401/4779/87 y en ella se determinó que:
- -Conasupo fue negligente al importar la leche contaminada, ya que no sólo contaba con información suficiente para saber de la contaminación sino contaba con otros proveedores de leche sin contaminación por el mismo precio.
- -Un total de 12 mil 920.63 toneladas métricas no pudieron ser analizadas por la Conasenusa para determinar si era riesgosa o no, dado que ya se habían vendido parte de ellas entre septiembre de 1986 y enero de 1987.
- -La leche que ingresó al país en 1987 fue devuelta y el importe de su costo, restituido al Estado Mexicano.
- -La Secretaría de Salud no contaba con evidencia suficiente para evaluar daños por la leche, y estableció que realizaría vigilancia epidemiológica para conocer futuras afectaciones.
Posteriormente se dio la creación de la Norma Oficial Mexicana 316 que limitó la cantidad de bequereles permitidos en la leche importada.
Uno de los casos, el de Maribel Torres, una niña diagnosticada con osteosarcoma a los 10 años, es emblemático.
Debido a la gravedad de su enfermedad, necesitaba tratamiento en un hospital en Estados Unidos o en el Distrito Federal, donde vivía con su familia. Acompañada por su padre Teodoro, Maribel recibió atención en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, pero lamentablemente falleció tres años después, en 1999.
Tras el duelo, Teodoro se reunió con otros padres cuyos hijos también habían enfrentado problemas de salud similares y que, al igual que Maribel, recibían productos de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo). Más tarde se descubrió que la leche proporcionada por esta compañía estaba contaminada con radiación proveniente de Chernóbil.
Es así como el episodio de la leche contaminada dejó una marca indeleble en la historia de México, donde hasta el momento aun no hay implicados con procesos penales y recuerda la importancia crucial de la transparencia, la seguridad alimentaria y la responsabilidad en la gestión de la salud pública.
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