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Foto: Gibran Espinoza

La Feria de las Cazuelas: Una comilona muy tlaxcalteca

Aquí toda la comida es bienvenida, ¡siempre que se lleve en una cazuela!

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Mónica Vargas | El Sol de Tlaxcala 

Como si de un banquete de la Edad Media se tratara, los pobladores de Tepeyanco, en Tlaxcala, organizan anualmente la “Feria de las Cazuelas”, un exquisito festejo que reúne a cientos de familias para compartir su mejor sazón preparado, por supuesto, en una cazuela.

Foto: Gibran Espinoza

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El itinerario

Para vivir la experiencia completa de esta festividad, hay que llegar desde el mediodía a la Iglesia del municipio, donde las mañanitas a San Sebastián Mártir y una misa de acción de gracias inauguran el programa cada 20 de enero. 

Más adelante, una banda de viento y decenas de cohetes acompañan a los visitantes por un sonoro recorrido alrededor del pueblo “recogiendo” las cazuelas. Desde niños hasta adultos mayores salen de sus casas bailando al son del Xochipitzahua con cazuelas de barro y canastos de palma de todos los tamaños adornados con flores, listones y danzantes papeles de colores. 

Foto: Gibran Espinoza

Una vez reunido todo el contingente del sabor, las cazuelas y canastos son abiertos y de ellos emergen por lo menos cincuenta sorpresas culinarias a partir de las tres de la tarde. 

Tortas compuestas, tacos de canasta, tacos de guisado, caldo de camarón, pozole, tamales, chicharrón en salsa, mole de Tlaxcala, entre otros guisos, impregnan el ambiente con su festivo aroma y no hay límite de ellos, puedes comer todo cuanto puedas. 

Pero quienes prefieren empezar por el postre no se quedan con las manos vacías, pues los buñuelos con panela y las refrescantes nieves de agua se asoman entre las flores que adornan las cazuelas

Si de bebidas se trata, el cacao reina durante toda la tarde y ¡por pulque no paramos! la ancestral bebida tiene bien ganado su lugar en la mayoría de mesas; “un curadito, tómate un curadito de fresa, de mango, de piñón” se escucha con frecuencia en voz de los generosos anfitriones. 

A medida que cae la tarde, alegre música de pista ambienta el festín y va celebrando la llegada de cada nuevo asistente ¡porque ahí no acaba! Una segunda repartición de alimentos tiene lugares bajo el cielo nocturno mientras los recién llegados disfrutan del baile popular organizado por la mayordomía del pueblo.

Esta localidad no es un sueño, está en el corazón de México y se encuentra a solo dos horas de la capital del país; además, la cooperación para ingresar a la Feria es voluntaria, ¿te animarías a asistir el próximo año?

Foto: Gibran Espinoza

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