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Foto: Freepik

Grandes mujeres en el mundo del té

La Hora del Té: Nuestra especialista evoca a las que han hecho una aportación en la historia de esta bebida

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“Las mujeres somos el talento más grande y desaprovechado del mundo” e “ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie” me parecen dos de las frases más poderosas escritas por mujeres (Hillary Clinton y Emily Dickinson respectvivamente) porque, definitivamente, sabemos de lo que somos capaces de hacer por cambiar este mundo sorbo a sorbo y a veces sólo necesitamos una oportunidad para mostrar nuestro talento, una plataforma que nos crea y de visibilidad o perder el miedo y confiar en nosotras para seguir esos sueños.

Así es como la historia del té también ha estado protagonizada por grandes mujeres y hoy te cuento sobre algunas de ellas.

Empecemos por destacar a los millones de mujeres que han dedicado su vidas a la recolección del té y que, según múltiples leyendas, eran ellas las responsables de esta delicada labor por su natural sensibilidad en la manos y capacidad de elegir las hojas más tiernas según los protocolos correspondientes y hasta la fecha, la mayor parte de la recolección manual a nivel mundial es realizada por mujeres durante largas jornadas.

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Viajemos hasta uno de los grandes exponentes de té: Japón. Es imposible no pensar en un deleitante cuenco de matcha o sencha o gyokuro, genmaicha, houjicha, entre otros populares ejemplares de té verde. Y aunque parezca increíble, el hecho de que ahora encontremos estas variedades en las casas o tiendas de té alrededor del mundo, es gracias a la actitud emprendedora de Oura Kei, una joven japonesa, que a sus 20 años, tras presenciar el declive de su empresa familiar de aceite, decidió viajar a Shangai para aprender sobre el té y aventurarse con un nuevo negocio en su tierra nipona. La Camellia Sinensis la cautivó y, aprovechando sus conocimientos comerciales, convenció a un mercader holandés de ayudarle a mandar muestras a potenciales clientes en distintas partes del mundo, hasta que, en 1856 William Olt, un un comerciante inglés, le hizo un pedido de 60 mil kilogramos de té. Tras mucho esfuerzo y negociaciones con productores de té, Oura logró abastecer el pedido y hoy en día se le reconoce como la mujer que expandió el comercio internacional del té japonés.

Muchos conocemos la famosa marca Bigelow, pero no todos sabemos de su origen con una mujer durante los años 40, en medio de la crisis de la Gran Depresión y la segunda guerra mundial. Me refiero a Ruth Campbell Bigelow quien, al sufrir problemas económicos, decidió aventurarse en el mundo del blending y combinar té con especias y cáscara de naranja, mezcla que compartió con sus familiares y amigos. Alguno de ellos compartió su blend durante una fiesta y reportó que había recibido constant comments (comentarios constantes) nombre de una de sus actuales mezclas en Bigelow Tea Company, fundada en 1945 en Connecticut, Estados Unidos. Actualmente es dueña de uno de los jardines de té más grandes del país, en Carolina del Sur.

La siguiente historia para muchos resultará tan impactante como lo fue para mí porque siempre escuché y leí que la invención de las bolsitas o saquitos de té se atribuía a Thomas Sullivan en 1908 (en algunos textos 1904) un mercader de té que en su intento por economizar la forma en la que regalaba muestras, había recurrido a meter el té en bolsas de tela con hilo de algodón y que algún cliente lo infundió de esa manera y entonces éste supone ser el origen del práctico producto ¡pero ahora sé otra versión que aquí les cuento! 

Roberta C. Lawson y Mary McLaren fueron las primeras en idear las bolsitas de té, llamándolas “the leaf holder” (el portahojas) e iniciaron los trámites de patente en 1901. The leaf holder consistía en una bolsa hecha de tela de malla de algodón y reforzada con costuras longitudinales, que lograba expandirse y permitir la infusión del té como se muestra en la patente obtenida en 1903 (https://patents.google.com/patent/US723287 ). Este producto fue concebido para evitar el desperdicio de hebras que se usaba para preparar una gran tetera, cuando sólo se deseaba una taza de té.

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Finalmente, les cuento la historia de una de mis infusiones favoritas y que considero de los regalos más preciados que nos ha dado la madre Tierra: el rooibos. Mujer tenía que ser. La doctora Annique Theron, quién en 1968 descubrió los beneficios medicinales de aspalathus linearis, el arbusto sudafricano que conocemos como rooibos y muchos amamos por su poder relajante,  antiinflamatorio y sobre todo calmante de las molestias que producen las alergias. En 1968, Anique Theron decidió dar rooibos tibio a su bebé que sufría de fuertes reacciones alérgicas, incluso a la leche materna, lo que la inició por el camino de la investigación sobre este arbusto sudafricano.

Así es como estas grandes mujeres dejaron huella en la historia de té, aunque definitivamente no son las únicas. Lo que sí es definitivo es que como dice el provervio chino “Las grandes mujeres, como el té, mostramos nuestra verdadera fuerza en agua caliente”.

Abrazos en taza, Denisse Díaz.

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