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Foto: Creative Commons

Guajes y jícaras, vasos y cantimploras del pasado

Uno de las maneras de beber más antiguas en el país y que permanece

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Mónica Vargas | El Sol de Tlaxcala

¿Alguna vez has utilizado una jícara? Este recipiente natural que sirve para transportar líquidos o para guardar alimentos se ha empleado a lo largo de generaciones. Su origen está en el árbol Crescentia cujete, el cual crece naturalmente en gran parte de nuestro país y se le conoce coloquialmente como tecomate.

Esta planta puede llegar a crecer hasta 5 metros de altura y de su frondosa copa cuelgan frutos redondos de cáscara leñosa que, al ser cortados por mitad y despojados de sus semillas, imitan la función de tazones y reciben el nombre de jícaras.

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Tradicionalmente, en Tlaxcala se emplean las jícaras más grandes para servir el cacao y el pulque, pero las de menor tamaño no se hacen a un lado; en ellas usualmente se sirve el mezcal o el aguamiel. Hay quienes también los usan para servir sopas o simplemente guardar botanas.

Desde la época prehispánica, los habitantes de nuestro territorio hicieron uso de los recursos naturales para facilitar las labores domésticas.

En algunos códices es posible observar ilustraciones de jícaras con polvos o pigmentos junto con los numerales que designan la cantidad que debía ser entregada como tributo al Imperio mexica.

Por otra parte, los frutos del tecomate no se limitan a las funciones de una vajilla. Estos recipientes naturales también han cumplido la misión de convertirse en bandejas para bañarse “a jicarazos”, de ahí la famosa expresión.

Guajes, las cantimploras del pasado

Los guajes, a su vez, crecen como fruto del árbol hermano de Crescentia: el Lagenaria siceraria, conocido popularmente como acocote.

Cuando el fruto alcanza los 30 centímetros de largo se deseca, posteriormente se abre y se retiran las semillas y restos de pulpa de su interior. Dependiendo la forma que adquiera en su crecimiento natural, se utiliza para transportar líquidos o bien para almacenar semillas.

Gracias a su composición porosa, los guajes son perfectos para mantener la frescura en el agua, pulque y aguamiel. De hecho, estos pueden considerarse como las cantimploras de la antigüedad, debido a que muchas personas solían taparlos con una mazorca y amarrar una cuerda en sus paredes para llevárselos durante sus caminatas o trabajos en el campo.

Foto: Creative Commons

El guaje forma parte de la identidad cultural en el tema pulquero, de hecho Tatum Xiujtik escribió la cumbia del guaje en su honor. A continuación un fragmento:

Es el padre calabazo

de él nació el acocote,

para alumbrar a los gañotes

de las mujeres y los hombres.

Guaje, porongo, bule, tecomate,

guaje, porongo, bule, tecomate,

pues pa´la bebedera

pa´la sed de a de veras.

Beneficios de estos materiales

Aunque hoy día los guajes y jícaras no sean una necesidad, sí representan una opción sustentable y muy estética para servir alimentos.

Por poner un ejemplo, para producir 1 litro de agua embotellada la industria emplea poco más de 3 litros de agua para fabricar la botella de plástico y su tapa. Aunado a ese panorama, para llenar una botella de agua se utilizan hasta 7 veces más de agua de lo que hay dentro de la botella.

Al usar una jícara o un guaje no solo se ahorra grandes cantidades de agua, sino también dinero. Estos instrumentos se pueden comprar en jarcierías y el costo no supera los 15 pesos la pieza.

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