Por Arturo Aguilar
El maguey y su bebida conocida como el pulque son de las bebidas más icónicas de nuestro país, por ello se encuentra dentro de los mitos que definen nuestra identidad.
En la tradición náhuatl, se cuenta que los dioses, al terminar su creación, notaron que el ser humano tenía todo para subsistir, pues le habían regalado comida y trabajo, pero les faltaba algo: carecían de medios para alcanzar la alegría.
Por este motivo, consideraron oportuno crear algo más que les permitiera avivar su entusiasmo: una bebida que les ayudará a potencializar sus emociones.
De acuerdo con la tradición oral náhuatl, el dios del viento Ehécatl recordó que, un tiempo atrás había conocido a la hermosa diosa virgen, Mayahuel, y decidió acudir con ella en busca de un consejo.
Mayahuel, quien se encontraba bajo un fuerte resguardo, ya que su abuela Tzitzimitl ( monstruosa deidad de la oscuridad), aceptó ayudarle en su encomienda, lo acompañó en su travesía por el mundo humano, regalando el pulque.
Otra historia
Un relato popular habla de Xóchitl, una joven de la nobleza tolteca que disfrutaba de deambular entre los campos. Al realizar uno de sus acostumbrados paseos, observó que los tejones, conejos y tlacuaches hacían orificios en los magueyes y volvían con alegre semblante.
Al acercarse a estas plantas, la joven se percató de un extraño líquido que corría desde los agujeros; en seguida, decidió probarlo y, para su sorpresa, el sabor era extraordinario.
Guardó otra porción de esta bebida en una olla y la llevó a casa para que su padre, Papantzin, también probará su descubrimiento.
Cuando el hombre colocó la bebida sobre sus labios, de inmediato quedó fascinado con su sabor y sus efectos.
Al transcurrir varios días, ambos volvieron a probar lo que quedaba en la olla y descubrieron que el sabor había cambiado: Ahora no solo era más sabroso, sino que les había brindado un mayor efecto de felicidad.
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La noticia llegó con el rey tolteca, Tepalcatzin, a quién le agradó tanto la bebida que le pidió a Xóchitl permanecer en el palacio para enseñarles a otras mujeres su preparación.
Así sucedió y, poco después, el rey se enamoró perdidamente de la joven, se casó con ella y tuvo un hijo al que llamó Meconántin, “hijo del maguey”.
Producción ancestral
En los municipios de esta región de la entidad mexiquense, que agrupa municipios como Villa de Allende, Amanalco, Valle de Bravo y Donato Guerra, el litro de pulque está entre los 12 y 15 pesos en está región, y es una bebida embriagante barata en comparación con las demás.
En el municipio de Villa de Allende, al surponiente del Estado de México, esta bebida se sigue preparando como los ancestros se lo enseñaron al pueblo antiguo mexicano.
Así lo explicó Eduardo Velázquez, quien desde los 15 años ayuda a su papá a hacer el pulque y relata el proceso.
“El proceso del pulque es muy delicado en cuestión de la higiene. Comienza desde la plantación del maguey hasta que crece, y llega el momento en el que ya está desarrollado en su corazón“, explica.
Quienes se dedican a la producción de esta bebida, lo van deshojando hasta llegar a la piña del maguey para conseguir el aguamiel, a través de un proceso que se llama “el raspado”.
“Hay que raspar poco a poco y en medio de eso, te va dando un cuartito, un medio litrito de agua miel, se va dando poco a poco, no te va a dar la miel de la noche a la mañana. es poco a poco”, precisó.
Por lo que dependerá de la altura, la edad que tenga y la especie de la planta para que se produzca un buen pulque.
Como la especia de “palma” que da un promedio de cuatro litros, o el “maguey negro”, que surte entre tres y cuatro litros y el conocido como “el mexicano”, que da hasta seis litros de aguamiel.
A pesar de que, en algunas regiones del país, como en el estado de Hidalgo, al pulque se le atribuyen propiedades curativas por la fermentación del aguamiel, en la entidad mexiquense le dan solo una propiedad curativa: mejorar el estado de ánimo.
“El pulque es muy bueno para prevenir algunas enfermedades, pero con medida, pues si uno toma mucho pulque, produce un asiento en el estómago que hace daño“, expresó.
“El asiento hace daño, pero hace más daño un refresco que un pulquito. El pulque te mantiene rojo, pero no descolorido”, concluyó.