Desde el siglo XX y según reveló el psicólogo William James, el cerebro necesita 21 días para crear un hábito ya que, como seres humanos, asimilamos cambios de forma gradual y al repetir una acción o conducta rutinariamente durante dicho tiempo, nuestro cerebro la almacena como hábito. Hay quienes dicen que el 40% de nuestras conductas no son decisiones sino hábitos. Nuestros hábitos se pueden moldear e incluso cambiar y aunque definitivamente no es cosa sencilla, dicen que quien persevera alcanza ¿Será que con 21 días repitiendo una tarea, podremos convertirla en hábito?
Después de tantos años, recorriendo mi camino de té, estoy segura de que: querer es poder y más si se trata de ser considerados con nosotros mismos e incluir acciones diarias que alimenten nuestro cuerpo y alma, para olvidar el continuo caos que nos rodea y regalarnos tiempo ¡Sí, tiempo para nosotr@s! Ese “algo” que en ocasiones parece tan lejano que ya no recordamos cómo es, cómo se siente, su temperatura, a qué sabe, de qué color es, qué aroma tiene o cuánto es que lo necesitamos. Tiempo para conectar con nuestro interior, para decirnos “todo estará bien” o quizás darnos cuenta de que nos hemos abandonado, que hemos sido egoístas con nosotr@s mism@s por el ajetreo diario, que hemos descuidado a la persona más importante de nuestras vidas.
En mi continuo caminar voy encontrando herramientas y compañeros valiosos, porque la realidad es que nunca dejo de sorprenderme con lo que la vida me regala a través de la naturaleza. Hoy te comparto uno de mis hábitos más valiosos, una sencilla rutina diaria con tés y tisanas que me ayuda a detenerme y dedicarme tiempo.
- Té oscuro (pu’er) por la mañana: Beber té oscuro en ayunas ayuda a mejorar la salud intestinal gracias a los probióticos encontrados en este té fermentado. Además, es conocido por favorecer la reducción de toxinas y colesterol malo (LDL / lipoproteínas de baja densidad) del torrente sanguíneo, disminuir los procesos inflamatorios y mejorar la digestión.
- Matcha japonés a medio día: Este té verde es rico en antioxidantes conocidos como catequinas, de las cuales EGCG (galato de epigalocatequina) es de los más activos y nos protegen de enfermedades que afectan al sistema respiratorio. También es alto en L-teanina, un aminoácido que favorece la relajación, así como en alcaloides energizantes que activan la mente: teobromina y teofilina.
- Rooibos para dormir: El rooibos un gran antioxidante gracias a su riqueza en polifenoles y en aspalatina que lo dotan de propiedades antiinflamatorias y fortalecen el sistema inmune, además contiene minerales como magnesio, zinc, manganeso, hierro y calcio que lo convierte en una bebida isotónica natural (hidrata y ayuda a recuperar electrolitos) y relajante muscular. Por no contener cafeína, es perfecto para consumirlo antes de dormir.
Te comparto mis recomendaciones de Quinto.mx, que estoy segura te encantarán: Antique Pu’er por la mañana, Okumidori Premium Matcha a medio día y Vanilla, Vanella! por la noche.
Hay quienes dicen que 21 días no son suficientes, que se requiere de 60 días para crear un hábito. No lo sé, no recuerdo cuando empecé a crear el hábito de tomar té pero sí recuerdo que desde niña, el té se ha sentido como un abrazo al alma y definitivamente, es algo que voy a conservar tanto como la vida misma me lo permita ¿Te animas a probarlo por 21 días?
Abrazos en taza, Denisse Díaz
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