Por Guillermo Pichardo y Aderezo
La gastronomía mexicana es una de las favoritas del mundo por la gran variedad que tiene de ingredientes y platillos, por lo que es común que diversos rankings la consideren dentro de sus evaluaciones, ocupando comúnmente las primeras posiciones debido a que es uno de los atractivos turísticos que motivan a los viajeros internacionales a visitar nuestro país.
Y figurar en el TasteAtlas, la cual se autodescribe como una enciclopedia de sabores, platos tradicionales, ingredientes locales y restaurantes auténticos en la que se han catalogado más de 10 mil alimentos y bebidas, no podía ser la excepción para algunos platillos tradicionales de nuestro país, quien recientemente presento los cien mejores y peor calificados.
Los peores platillos mexicanos
En lo que respecta a los platillos peor calificados por TasteAtlas, en la posición 98 se localizan los charales mientras que en la 79 los hígados encebollados, el cual predomina principalmente en América del Sur en países como México y Perú, el cual consta de hígado cortado en rodajas finas que se sazona con sal y pimienta para finalmente ser salteado en aceite con pimientos, cebollas y, a veces, tomates.
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Le siguen en la posición 40 los romeritos, los cuales son un platillo tradicional mexicano del sur del país que suele ser servido durante las fiestas decembrinas y en la temporada de Cuaresma, el cual tiene el origen de su nombre en una planta silvestre del mismo nombre, un sabor agrio y ligeramente salado, además de que es servido con una salsa espesa de mole con papas, nopales y tortitas de camarón seco.
Cerrando la participación de México en la posición 25 con los Chongos Zamoranos, que son un porte originario de Zamora de Hidalgo, preparado con leche cruda, yemas de huevo y tabletas de cuajo, condimentado con canela y azúcar, además de que comúnmente es servido en cazuelas de barro, aunque su popularidad ha hecho que incluso se puedan encontrar enlatados.
Más sobre el origen de los chongos zamoranos
Historias orales detallen que, debido a la enorme producción lechera de la zona, era necesario cuajarla para conservarla mejor y con ella poder realizar quesos. Sin embargo, existen dos relatos sobre su creación, por un lado, se dice que una enamorada despistada añadió cuajo a su leche y posteriormente decidió verter un poco de azúcar. Mientras que, por el otro, cuentan qué campesinos de la región agregaron erróneamente azúcar en lugar de sal a la preparación del queso.
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