Llegó el momento de pagar tu deuda del 2 de febrero, pero qué tal si este año te atreves a renovar el menú y en vez de atole, ofreces una copita de vino, pero no cualquiera, sino mexicano.
Para descubrir más sobre las bondades este típico alimento hecho base de maíz con relleno y sabor de dulce o salado, la bodega de vinos queretanos, Freixenet México, organizó una cata de de vino con tamales en el restaurante Sonia ubicado en la Ciudad de México, dirigida por el sommelier Eduardo Mejía.
“Los tamales son un alimento tan versátil que nos permite experimentar combinaciones fuera de lo tradicional como lo es el atole y los vinos espumosos, pueden ser una excelente opción para sustituirlo ya que son capaces de realzar los sabores y crear una explosión en el paladar”, explicó el experto en vinos espumosos.
En la experiencia gastronómica probamos el menú de temporada del restaurante que rinde homenaje a la comida casera hecha por las abuelas, que fue creado por el chef Edgar Delgado, quien cuenta con una sólida trayectoria culinaria.
Para la ocasión probamos un tamal rojo, de masa de maíz, relleno de champiñones, en adobo de guajillo y hoja de aguacate, salsa de frijol, quesillo y crema fresca, maridado con Sala vivé semiseco (vino blanco).
“Antes de probar cualquier vino hay que despertar los sentidos, la vista, el olfato y el gusto, desde que se abre la botella inicia la experiencia, el escuchar cómo se destapa, el ruido de cuando se sirve, todo lo que sucede antes de probarlo, forma parte de ritual de probar los vinos”, comentó Eduardo.
Añadió que para catar los vinos como un experto, hay que iniciar oliendo y probar con un sorbo para identificar los sabores, “las notas olfativas no son las mismas que las gustativas, por eso la importancia de despertar los sentidos, en este tamal, el sabor del chile y lo semiseco del vino, se complementan y se realza más las notas del adobo de guajilllo”.
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Para el segundo tiempo, probamos un tamal verde con alcaparras, costilla de cerdo a las brasas con el Sala Vivé marselan, un vino especiado con retrogusto ahumado y que es el perfecto acompañante de los platillos típicos mexicanos, pues resaltan sus sabores tan complejos.
Para finalizar, fue un tamal relleno de dulce de cajeta cubierto con sabayon de toronja y whisky, maridado con el Sala vivé pinot noir rosé, que a la vista tiene un color parecido al durazno, por lo que resulta ser muy fresco al paladar e ideal para acompañar postres, así como ensaladas.
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