Los lácteos son todos aquellos alimentos elaborados a partir de la leche o derivados de la misma, como queso, yogurt y crema por mencionar algunos.
Su consumo proviene desde el período Neolítico, cuando las tribus itinerantes lograron domesticar animales como la cabra y la oveja empezaron a utilizar sus productos, entre ellos la leche, y a partir de ella aparecieron otros productos derivados.
Según la Fundación Española de Nutrición, desde el punto de vista nutricional, es importante el consumo de productos lácteos en todos los grupos de edad, ya que aportan componentes nutricionales básicos que contribuyen a una dieta equilibrada. Ello se debe a las siguientes características:
La leche y los productos lácteos aportan del 60-70% del calcio total recomendando en la dieta.
Contiene ácido linoleico, el cual contribuye a mantener los niveles normales de colesterol en sangre.
Su consumo es indispensable en la etapa de crecimiento, por qué a su su alto contenido de calcio, fósforo y proteínas, es bueno para el el desarrollo de los huesos.
La leche y el queso son una fuente importante de vitamina B12, la cual ayuda a la formación de los glóbulos rojos en la medula ósea.
Los productos lácteos contienen vitamina D, la cual contribuye a la absorción y utilización del calcio.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), “la leche proporciona nutrientes esenciales y es una fuente importante de energía alimentaria, proteínas de alta calidad y grasas.
Si bien es una realidad que la mayoría de los lácteos que consumimos hoy provienen de las vacas, cabe destacarse que también se consume leche de otros mamíferos, tales como cabra, oveja, búfala, camella y yegua, aunque, en una menor cantidad.
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