Por fin una dieta que no te dice que comas aire ni que vivas a base de jugos verdes… ¡Bienvenida, 30-30-30! Pero un momento, ¿se trata de una revolución saludable o de otra tendencia engañosa nacida en la guarida de los gurús del wellness y los videos virales? La regla 30-30-30 ha causado furor en redes sociales, prometiendo pérdida de peso, energía infinita y un comienzo de día digno de atleta olímpico. La fórmula es sencilla y casi pegajosa como un jingle de comercial: 30 gramos de proteína, 30 minutos después de despertar, seguido de 30 minutos de ejercicio cardiovascular de baja intensidad.
Parece fácil… hasta que recuerdas que hay mañanas en las que apenas puedes abrir los ojos, y mucho menos cocinar pechuga de pollo a las 7 am. Pero antes de tirar la toalla, vamos a desmenuzar de qué se trata este enfoque y si realmente puede ayudarte a perder peso sin sufrir en el intento.
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¿De dónde salió esta dieta?
Aunque el término “30-30-30” fue popularizado recientemente por el biólogo Gary Brecka en TikTok, la idea no es completamente nueva. El escritor Tim Ferriss ya lo había propuesto en su libro The 4-Hour Body, y ahora la ciencia y la experiencia clínica están revisitando sus principios con un lente más crítico (y menos entusiasta de los atajos milagrosos).
Y si bien la 30-30-30 no es una “dieta” en sentido estricto —no implica contar calorías, eliminar grupos alimenticios ni obsesionarse con la báscula—, sí es un ritual matutino diseñado para alinear tus hábitos con mejores decisiones durante el día. Al menos, esa es la promesa.
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¿Funciona para bajar de peso?
Aquí viene el primer plot twist, no hay estudios científicos sólidos que respalden sus beneficios a largo plazo, como señala la Cleveland Clinic. Lo que sí hay son historias de éxito personales, montones de videos con antes y después, y una lógica que no suena del todo mal.
Según Kristin Kirkpatrick y Julia Zumpano, nutricionistas registradas, consumir proteína al despertar ayuda a reducir los antojos, estabilizar el azúcar en sangre y generar saciedad más prolongada. Esto puede significar que, sin querer, comas menos durante el día. Además, hacer ejercicio temprano asegura que no lo saltes más tarde por culpa de un día agitado (te conocemos, procrastinador profesional).
Pero, como dice Zumpano, la mejor dieta es la que puedes seguir sin querer arrancarte los pelos. Eso depende de tu estilo de vida, tu reloj biológico y, por supuesto, de si estás dispuesto a cambiar tu rutina.


¿Y qué tiene que ver Emma Bardwell con todo esto?
Aunque su enfoque es diferente, la nutricionista británica Emma Bardwell aporta una visión más completa y realista. En su libro The 30g Plan (sí, otro 30, pero diferente), propone que cada comida incluya al menos 30 gramos de proteína, se consuma un total de 30 gramos de fibra al día y se coman más de 30 tipos de plantas a la semana. Suena más verde y sabio que trendy.
Bardwell enfatiza que la proteína no solo es esencial para sentirnos llenos, sino también para mantener masa muscular, balance hormonal y energía estable, especialmente después de los 40 años. No deja atrás a la fibra, a la que llama “la heroína olvidada de la nutrición”, por su capacidad para prevenir enfermedades y cuidar la microbiota intestinal.
Su enfoque no se limita al desayuno ni al cardio matutino, es un modelo de alimentación sostenible, variado y científicamente sensato. Uno que, además, no tiene prisa por quemar calorías, sino por alimentar bien al cuerpo.
¿Cuáles son las diferencias entre ambas propuestas?
Aspecto | Dieta 30-30-30 | Plan de Emma Bardwell |
Enfoque | Ritual matutino: proteína + ejercicio | Alimentación balanceada diaria |
Objetivo principal | Establecer hábitos saludables desde temprano | Mejorar nutrición sin hacer “dieta” |
Ejercicio | 30 min cardio ligero después de desayunar | Sugerido, pero no central |
Comidas clave | Desayuno alto en proteína | Todas las comidas ricas en proteína y fibra |
Sustento científico | Poca evidencia específica | Fundamento en estudios nutricionales sólidos |
Adecuado para | Personas con tiempo en la mañana y metas claras | Cualquiera que quiera comer mejor y sentirse bien |
Entonces… ¿vale la pena intentarla?
Depende. Si te identificas con el club de los “desayuno a la carrera” o el de “no me hables antes del café”, la dieta 30-30-30 puede sonar como una tortura. Pero si eres de los que disfrutan madrugar, hacer ejercicio con el amanecer y preparar desayunos proteicos con esmero, puede convertirse en un buen hábito.
Solo recuerda, no es mágica. Como bien advierte UCLA Health, sin atención al resto del día, léase: no devorar pizza y galletas después del cardio, sus beneficios se diluyen.
Lo que sí podemos rescatar es su invitación a movernos temprano y priorizar la proteína. Y eso, combinado con el enfoque de Bardwell —más plantas, más fibra, menos modas locas—, puede convertirse en un combo ganador para sentirte mejor sin caer en restricciones absurdas.
Algunas ideas para arrancar el día al estilo 30-30-30
-Batido proteico con yogur griego, plátano, proteína en polvo y mantequilla de almendra (30 g).
-Omelette de claras y espinacas con salmón ahumado (30 g).
-Avena con leche de soya, chía y psyllium, con un poco de proteína en polvo (30 g y 8 g de fibra en combo).
-Pan de requesón casero con aguacate y huevo pochado (más proteína y fibra que el pan blanco promedio).
-Después, un caminata rápida.