Ricardo Luna, presidente fundador de la Sociedad Mexicana de Obesidad, explicó que el IMC no distingue entre masa grasa, músculo o si una persona ya está desarrollando alguna enfermedad relacionada con la obesidad. En pocas palabras, es como diagnosticar un problema del motor de un coche solo mirando el medidor de gasolina.
El informe, publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology, propone ir más allá de esta medida y categorizar la obesidad en dos nuevas definiciones: obesidad preclínica (donde hay riesgo de complicaciones pero no síntomas activos) y obesidad clínica (una enfermedad crónica donde ya hay daño orgánico). Esto permitiría tratamientos más personalizados y, lo más importante, basados en evidencia.
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La obesidad en México, una emergencia nacional
En un país que ocupa el primer lugar en obesidad infantil y el segundo en adultos, redefinir la obesidad no es solo un debate académico; es una cuestión de supervivencia. En México, más de 13 millones de personas viven con diabetes, una enfermedad directamente relacionada con el exceso de grasa corporal. Y mientras el enfoque tradicional se ha centrado casi exclusivamente en “bajar de peso”, este nuevo marco sugiere que el objetivo principal debe ser prevenir el avance de daños a los órganos y sistemas corporales.
Otro punto clave de esta propuesta es combatir el estigma. “Muchas personas que viven con obesidad no buscan atención médica porque temen ser juzgadas o recibir consejos simplistas como ‘come menos y haz ejercicio’”, afirmó Luna. El informe enfatiza la necesidad de un enfoque empático que reconozca las complejidades biológicas, sociales y psicológicas de la obesidad.
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¿Qué sigue? Cómo se va a diagnosticar
La redefinición de la obesidad como enfermedad tiene el potencial de transformar tanto las políticas públicas como la práctica clínica en México. Pero el camino no será fácil. Se requiere un cambio de mentalidad en todos los niveles, desde los sistemas de salud hasta las conversaciones diarias.
Mientras tanto, si estás en México, probablemente has escuchado la frase “es genética” o “así somos los latinos”. Y aunque la genética juega un papel, este informe nos recuerda que hay mucho que podemos hacer con estrategias basadas en evidencia para prevenir y tratar la obesidad.
¿Será este el principio del fin para el IMC? Tal vez. Pero lo que está claro es que redefinir la obesidad podría ser la clave para un futuro más saludable, tanto para quienes ya la enfrentan como para las nuevas generaciones.