Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre… Pero, ¿quién diría que también es el lugar ideal para dejar el alma en un buen plato? Si alguna vez imaginaste Comala como un pueblo desolado y sombrío, el destino real puede sorprenderte. Se encuentra ubicado en el estado de Colima y conocido como el Pueblo Blanco de América, rebosa de sabores que te harán regresar a la vida… al menos mientras dure el gusto de la tuba y el tejuino.
Con el reciente estreno de Pedro Páramo en Netflix, dirigido por Rodrigo Prieto, el nombre de este pueblo vuelve a sonar entre los amantes de la literatura, quienes probablemente se preguntan, ¿en dónde queda realmente Comala y, sobre todo, qué se come en ese rincón de leyendas? Así que si vas tras las huellas de Juan Rulfo y su universo fantasmal, prepárate porque hay tradición y sabor, que se combinan en platillos tan vivos como sus leyendas. Aquí te contamos qué comer en Comala, el Pueblo Mágico donde se mezcla el realismo mágico y lo auténticamente sabroso.
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Qué comer en Comala, el pueblo de Pedro Páramo
De acuerdo con la Subsecretaría de Turismo de Colima, los sopitos son pequeñas tostadas hechas con tortillas gruesas, bañadas en un jugo lleno de sabor y cubiertas con picadillo, lechuga, crema y queso. Es un plato aparentemente sencillo, pero como el Comala de Rulfo, guarda una complejidad que hay que probar para comprender. A diferencia de los banquetes fantasmales que pueblan Pedro Páramo, este es un plato para disfrutar sin prisas, mordida a mordida, en algún portal de la plaza principal.
Una de las joyas de la cocina colimense es el pozole seco, una variante única del platillo mexicano que aquí se sirve sin caldo. Este platillo, elaborado con carne de cerdo, hominy (maíz cacahuazintle) y una mezcla de chiles y especias, es una delicia que sorprende a los visitantes que esperan el pozole tradicional en su versión caldosa. En Comala, lo seco tiene carácter, se trata de un festín que exige un trago de tuba para cerrar con broche de oro.
La cuachala es una mezcla de maíz martajado y pollo deshebrado que ha sido cocido hasta obtener una textura cremosa y reconfortante. Es un plato de origen prehispánico que parece traer consigo las leyendas de antaño, como si fuera cocinado en el mismo fogón de los personajes de Rulfo. Otro plato imprescindible es el tatemado, carne de cerdo cocida a fuego lento con vinagre de coco y chile colorado. Su sabor profundo y ligeramente picante es un abrazo para el paladar.
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Comala es tierra de tamales, y entre los más típicos están los de pata de mula, rellenos de frijoles y envueltos en hojas de maíz. Esta delicia no lleva el tradicional totomoxtle, sino una hoja más suave que le da un sabor distintivo. Por otro lado, los productos lácteos también son emblema local, especialmente el quesillo ranchero, la crema y el queso panela. La frescura de estos lácteos es inigualable, y acompañan perfecto una buena tostada o algún antojito con salsas picosas.
Durante la temporada de lluvias, los ríos y costas de Comala regalan un par de joyas culinarias, los chacales o langostinos y los moyos, una especie de cangrejo moro. Los langostinos se preparan en caldo, a la mantequilla, al ajo o simplemente cocidos, mientras que los moyos se sirven “a la diabla” para darles un toque picante que se te quedará en el recuerdo. Aunque estos manjares de agua no son típicos en el imaginario rural de Rulfo, hoy forman parte esencial del atractivo culinario de Comala.
No puedes visitar Comala sin probar el tejuino, una bebida de maíz fermentado que se sirve fría, con limón y sal. Este atole fermentado es refrescante y tiene una ligera acidez que te dejará deseando más. Luego, está la tuba, una bebida a base de savia de coco que puedes tomar sola o con fruta y cacahuates, y es tan refrescante como peculiar. Por último, el ponche de Comala, el cual tiene variedades de granada, ciruela, guayabilla y tamarindo. Es una bebida alcohólica que captura los sabores de la región y te invita a brindar por las tradiciones del lugar.
Tampoco te puedes ir de Comala sin probar sus dulces típicos, como el alfajor de coco y las cocadas, preparados con recetas tradicionales. También están los dulces de tamarindo y los rollos de guayaba, perfectos para acompañar un paseo por los Portales. Y si buscas un toque local inusual, prueba los borrachitos, pequeños bocadillos hechos de leche, canela y un toque de licor.
Qué más ofrece a nivel gastronómico
Recorrer los portales de Comala es encontrarse con una variedad de fondas y restaurantes que te invitan a saborear lo mejor de la cocina local en un ambiente genuino y acogedor. Muchos de estos lugares ofrecen pequeñas botanas al pedir alguna bebida, así que mientras disfrutas de un ponche o una cerveza local, es probable que te reciban con sopes, enchiladas, tostadas y los tradicionales sopitos. La experiencia se convierte en una mezcla de sabores y tradición que te envuelve por completo.
Pero visitar Comala no solo es una cuestión de paisajes y gastronomía; es una verdadera inmersión en el mundo de Pedro Páramo. Caminar por sus calles es como adentrarse en esa atmósfera mágica y fantasmal que describió Juan Rulfo, un lugar donde las fronteras entre lo real y lo ficticio se desdibujan.
Si tienes la oportunidad de llegar hasta este Pueblo Mágico, no solo estarás visitando un rincón literario famoso, se trata de un espacio donde la cultura, el sabor y la historia se funden en una experiencia memorable. En Comala, los sabores son tan intensos y cautivadores como los ecos de las historias que Rulfo plasmó en sus páginas, logrando que cada visita se sienta como un viaje entre lo literario y lo real, entre el México de antaño y el actual.
¡Ubica Comala, el pueblo de Pedro Páramo!
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