Aderezo

Con la tecnología de Google Traductor

Inicio » Comer sano » Por qué siempre te queda espacio para el postre aunque “estés lleno”

Foto: Freepik

Por qué siempre te queda espacio para el postre aunque “estés lleno”

Aunque sigas con tu plato fuerte, cuando hay postre habrá espacio en tu estómago

A quién no le ha pasado que, luego de ingerir una gran comida, apenas logras darle la última mordida a tu plato fuerte. Y cuando de la nada te dicen, “espero que hayas guardado espacio para el postre”, parece que tu estómago hace espacio donde no había. Tranquilo, a todos les pasa y hay una explicación.

Esto es debido a una combinación de factores psicológicos, fisiológicos, evolutivos y culturales ocurren en todo el acto de comer, por lo que muchos lo llamamos “¡siempre hay espacio para el postre!”.

¡Ya estamos en WhatsApp! Recetas, comida y muchas recomendaciones culinarias podrás encontrarlas en nuestro nuevo canal. Únete aquí.

Foto: Freepik

En el libro, Sensación y percepción, del psicólogo E. Bruce Goldstein, se explica que nuestra naturaleza siempre juega a favor o en contra según queramos verlo, ya que ocurren varios fenómenos que nos atraviesan en este momento, y que a veces se salen de control. A continuación te contamos algunos de ellos:

1. Aliestesia

Cuando iniciamos a comer comienza este acto en donde se da una sensación agradable (sabor rico) al ingerir una primera cantidad de alimento o sustancia. Luego, al paso del tiempo y a medida que seguimos consumiendo, nuestros receptores de saciedad y el estómago se activan conforme se va “llenando de alimento”. Aquí nuestro organismo, desde nuestras hormonas de saciedad, detonan que tengamos una sensación desagradable al llegar a ingerir una cantidad determinada de comida

2. Saciedad retardada y comportamiento de evitación

Llegado a este punto comenzamos a jugar con la comida intentando que nuestro cerebro busque un atractivo para seguir comiendo; retrasamos la sensación de saciedad o evitamos terminar una tarea desagradable (como dejar de comer) o de posponer la sensación de que la ingesta ha terminado. Esto se debe un tanto a la costumbre o condicionamiento cultural que nos inculcó nuestra mamá de tener que terminar todo el plato y dejarlo limpio. Por otro lado, por el intento inconsciente de equilibrio entre el deseo de comer más y la sensación de estar satisfecho.

3. Condicionamiento

Es en este momento donde llega la primera magia psicológica, fisiológica, evolutiva y cultural, ya que cuando nos anuncian que habrá postre, vivimos otra serie de fenómenos que se activan. Si estás acostumbrado a ello o sabes que no siempre te dan, tu cuerpo puede empezar a anticiparlo en cuanto te lo dicen. Esto es similar al famoso experimento de Pavlov, donde los perros salivaban al oír una campana que asociaban con la comida. En este caso, tu cerebro anticipa la llegada de algo dulce, y la salivación es una respuesta preparatoria.

También puedes leer:
Esta es la diferencia entre ostras, almejas o mejillones
¡Nadie se queda sin chile en nogada! Aquí 20 opciones en Puebla

Foto: Freepik

4. Postre como representación del placer 

Según el libro Dulzura y poder: El lugar del azúcar en la historia moderna, de W. Sidney Mintzen, en muchas culturas, el postre es visto como la parte más placentera. Incluso los postres eran reservados para las élites debido a la rareza de los ingredientes dulces como la miel, las frutas secas, y más tarde, el azúcar. Estos manjares eran considerados lujos y se consumían en ocasiones especiales, lo que les dio un aura de placer exclusivo. Esta expectativa puede llevar a que la gente siempre esté dispuesta a disfrutar del postre, incluso si ya se siente satisfecha, además de que se le considera como un valor escaso.

5. Mecanismo de recompensa y apetito hedónico

Los ingredientes dulces suelen activar el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina,una hormona asociada con la sensación de recompensa, lo que genera placer y hace que quieras seguir comiendo, aunque ya estés lleno. Luego de que se libera esta hormona, se activa la salivación como respuesta fisiológica, la cual es parte de la respuesta del cuerpo al deseo de placer. Esto ocurre incluso si tu necesidad fisiológica de alimentos (hambre) está satisfecha. Se detona por los que son altamente palatables, es decir, aquellos que son muy sabrosos y agradables, como los que tienen combinaciones de azúcar, grasa y sal, son especialmente efectivos para activar este apetito.

Foto: Freepik

6. Mecanismo digestivo

La salivación también es parte de la preparación del cuerpo para la digestión o como decimos “hacer espacio”. Cuando anticipas el postre, el cuerpo puede aumentar la producción de este líquido, además de estimular el nervio vago, que a su vez activa las células parietales del estómago para producir más ácido clorhídrico (HCl), o la de enzimas como la pepsina, que digieren proteínas y requieren un ambiente ácido para activarse. Esto aumenta la acidez de los jugos gástricos en preparación para la digestión de los alimentos azucarados o grasos que suelen estar presentes en los postres.

7. Apetito por variedad

A nivel evolutivo, el ser humano tiene tendencia a buscar diversidad en la ingesta para asegurarse de obtener todos los nutrientes necesarios. Por eso, aunque estés lleno de un tipo de alimento, esto ayuda a que tu cuerpo pueda “hacer espacio” para probar algo diferente que podría contener otros nutrientes.  

8. Saciedad sensorial específica

Lo que explica que sigas comiendo, ya que es una circusntancia en la que el deseo de seguir comiendo un alimento disminuye después de haberlo consumido en cantidad suficiente, pero el apetito por otros con sabores, texturas o características diferentes puede permanecer o incluso aumentar.

Foto: Freepik

Esto ocurre cuando se introduce un sabor diferente a la boca y son percibidas por las papilas gustativas. Por ejemplo, si vienes del plato fuerte, que es mayormente salado y cambias al dulce del postre, el cerebro reacciona con renovado interés, lo que crea la sensación de que hay espacio para comer más. Se produce por una saciedad de los receptores de la nariz y de la boca. 

A diferencia de la aliestesia, el tiempo en que se percibe la disminución del sabor agradable es mucho menor y no es necesaria la ingesta del alimento, con solo olerlo o masticarlo es suficiente para experimentar ese cambio de sabor.

Al final, puede que te llegue la culpa… pero lo bailado nadie te lo quita… ¿O no?

Si quieres actualizarte sobre las novedades gastronómicas, no olvides escuchar nuestro Podcast de Aderezo que ya se encuentra disponible: