¿Quién diría que el enemigo número uno del buffet libre no sería el colesterol, sino una pluma hipodérmica? Actualmente, las agujas de Ozempic, Wegovy y Mounjaro se han vuelto casi tan comunes como las copas de Aperol Spritz, ante esto, los restaurantes enfrentan un nuevo reto, clientes con apetitos en versión “mini”. Y claro, la industria de la hospitalidad no se queda con los brazos cruzados, si el comensal come menos, ellos sirven menos… pero con más estrategia.
Por qué cambia el apetito
Ozempic pertenece a la familia de los fármacos GLP-1, diseñados inicialmente para tratar la diabetes tipo 2. Su función es imitar una hormona que regula el azúcar en la sangre y, al mismo tiempo, mandar señales de saciedad al cerebro. El resultado, menos antojos, apetito reducido y hasta una tolerancia más baja al alcohol.
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Lo que antes era un “voy por un cóctel y unas entradas” ahora puede convertirse en “con un bocado de hamburguesa y medio martini estoy más que satisfecho”. Según un reporte de PricewaterhouseCoopers citado por The New York Times, entre el 8 y 10% de los estadounidenses ya consumen GLP-1, y hasta un 35% está interesado en hacerlo. Además, un estudio de Morgan Stanley, también publicado por el Times, halló que el 63% de quienes toman Ozempic piden mucho menos de lo habitual cuando salen a comer
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La revolución de las porciones diminutas
En Nueva York, bares y restaurantes han abrazado la tendencia de lo “micro”. The New York Times documentó cómo Clinton Hall lanzó el Teeny Weeny Mini Meal: un combo con hamburguesa de dos onzas, papas fritas de 1.5 onzas y bebida de cinco onzas. Básicamente, un menú infantil para adultos con billetera.
El New York Post reportó casos similares en Tucci, un solo arancini con caviar por 12 dólares o una albóndiga individual por 10. En L’abeille, redujeron su menú de cinco a tres tiempos para acomodar a los nuevos apetitos. Incluso los bares entraron al juego, en el Eventi Hotel se venden mini martinis de dos onzas para clientes que no pueden beber como antes.


Validación, marketing y negocio
No se trata solo de ajustar menús; también de hablarle directo a un público que quiere sentirse reconocido. Smoothie King, por ejemplo, estrenó un “GLP-1 Support Menu” con batidos altos en proteína y fibra, bajos en azúcar, anunciado abiertamente en su app y sucursales. Para clientes como Maria Rising, usuaria de Ozempic en Michigan, fue “validante” ver esa oferta, según relató al New York Times.
La motivación empresarial es contundente: menos desperdicio, más eficiencia. Aristóteles Hatzigeorgiou, dueño de Clinton Hall, confesó que se hartó de ver platos llenos que terminaban en la basura. “Si el apetito se encoge, pero el gasto también, es lógico que ajustemos las porciones para mantenerlos felices y evitar pérdidas”, explicó al Times.
El lado B: tradición, placer y resistencia
No todos creen que esta ola merezca atención. Restauranteros como John Meadow, de Scarpetta, afirmaron al Times que sus clientes buscan una experiencia completa —pasta, vino y convivencia— y que los GLP-1 no están en su lista de preocupaciones principales.
Al mismo tiempo, The Week señaló que esta fiebre por lo “mini” revive tensiones culturales: ¿estamos regresando a una era donde la delgadez se impone como valor social, opacando el movimiento body positive? Expertos citados por el medio advierten que estos medicamentos han “reavivado la obsesión por la delgadez” y, con ello, los viejos estigmas hacia los cuerpos más grandes.
¿El futuro de la gastronomía en versión “snack”?
La comparación es inevitable, lo que pasó con los cócteles sin alcohol podría repetirse. Hace unos años, pedir un trago sin alcohol significaba resignarse a un refresco. Hoy, la coctelería sin alcohol es sofisticada y creativa. Lo mismo podría ocurrir con los menús Ozempic-friendly, de ser una rareza, pasarán a ser parte del paisaje gastronómico.
El dilema está en mantener el equilibrio entre atender un nuevo mercado y no reducir la experiencia culinaria a un “picoteo de lujo”. Porque, al final, comer fuera nunca ha sido solo cuestión de hambre, sino de convivencia, cultura y placer.