Es así como durante décadas, los estándares de belleza han sido dictados por imágenes inalcanzables y restrictivas, en especial para las mujeres. La cultura visual dominante —publicidad, televisión, redes sociales— ha reforzado la idea de que sólo ciertos cuerpos merecen ser visibles, admirados o respetados. Pero desde hace algunos años, un movimiento ha ganado fuerza al cuestionar estos ideales hegemónicos: el Body Positive, que propone algo tan simple como radical: todos los cuerpos son válidos.
No sólo busca visibilizar la diversidad corporal, sino también ayudar a las personas a reconciliarse con sus cuerpos, promover una salud integral (física, emocional y social) y abrir espacios para identidades y realidades antes excluidas. En entrevista, Alejandra Pérez Ricart, psicóloga especialista en el tema y del movimiento con enfoque de género, nos guía a través de los orígenes, alcances y desafíos actuales de esta forma de resistencia cotidiana.


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Pérez explica que, aunque el término se popularizó en los años 90, sus raíces se remontan a la década de 1960, cuando en Nueva York surgieron los primeros grupos que exigían ropa accesible en tallas grandes y respeto para los cuerpos no normativos. Tres décadas más tarde, con el auge de internet y las redes sociales, el movimiento encontró plataformas para amplificar su mensaje. Instagram, YouTube y blogs feministas han sido claves en esta expansión, principalmente gracias a la sociedad civil y a sus miembros que siempre han sufrido de discriminación, ya sea desde sus profesiones, familias y otros circulos.
El movimiento combate la idea de que solo un tipo de cuerpo —generalmente delgado, blanco, joven, sin discapacidades— es digno de aprobación. “No está en contra de los cuerpos delgados”, aclara Pérez, “sino del pensamiento de que ese debe ser el único modelo válido de belleza”. El movimiento denuncia que durante décadas se ha utilizado el cuerpo como medida del valor moral o del éxito de una persona, y trabaja para desarticular esa narrativa.
No solo es lo que comes, la cultura también moldea los cuerpos
“Es un movimiento psicosocial que invita a amar nuestro cuerpo tal como es”, explica Pérez. El término proviene del inglés y se traduce como “positividad corporal”, pero va mucho más allá de una frase motivacional.
Comenta que esta práctica defiende que todos los cuerpos —independientemente de su talla, edad, color, forma, habilidad o condición médica— merecen respeto y representación. No se trata solo de peso, como se suele asumir: también se incluyen cuerpos con discapacidades, enfermedades crónicas, condiciones visibles como el vitiligo o personas trans.


Por otro lado, Perez asegura que la estética corporal es profundamente cultural, pues explica que en algunas comunidades se valora la delgadez, en otras la voluptuosidad; lo que en un país se idealiza, en otro puede ser motivo de burla. “Por eso el Body Positive también invita a observar cómo el entorno moldea nuestras creencias sobre el cuerpo y, con ello, nuestras emociones. Cuestionar estos patrones culturales es parte del proceso de sanar la relación con uno mismo.
Además, muchas prácticas estéticas no son universales, sino coloniales: la piel clara, los rasgos anglosajones o el cabello lacio se han convertido en estándares globales debido a siglos de imposición cultural. Reconocer que incluso lo que “nos parece bonito” puede haber sido aprendido a través de una mirada eurocentrista permite una lectura más crítica y liberadora del cuerpo propio. De esta forma, el movimiento también se entrelaza con luchas antirracistas, descoloniales y de clase.
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En última instancia, no se busca imponer un nuevo estándar, sino eliminar los estándares únicos. Es un camino de aceptación, pero también de transformación social. “Todos los cuerpos tienen una historia”, concluye Pérez, “y merecen respeto, representación y dignidad”.
Mitos frecuentes sobre el positivismo del movimiento
Su éxito no es casual. “En medio de una creciente conversación sobre salud mental, feminismo e inclusión, el Body Positive respondió a una necesidad urgente para muchas mujeres y posteriormente hombres: cuestionar los discursos que asocian el valor de una persona con su apariencia física, asegura Pérez. Además, su mensaje resonó especialmente entre generaciones jóvenes que han crecido expuestas a presiones estéticas extremas y buscan una alternativa al perfeccionismo corporal impuesto por los medios.


Pero tampoco está exento de varias interpretaciones o tergiversaciones, uno de los mitos más extendidos es que promueve conductas poco saludables o glorifica la obesidad. Nada más lejos de la realidad. “No se trata de fomentar hábitos dañinos”, afirma Pérez. “Se trata de que, si decides cambiar tus hábitos, lo hagas desde el amor y no desde el odio hacia tu cuerpo”. El movimiento defiende la salud, pero no como una excusa para avergonzar a otros, afirma.
Otro mito es pensar que se trata de una moda superficial o de una tendencia más en redes. En realidad, “es un trabajo profundo de deconstrucción, que puede llevar años”, asegura Pérez. El movimiento también ha sido malinterpretado como una forma de conformismo, cuando en realidad busca romper con siglos de exclusión, discriminación y violencia simbólica.
También hay confusión entre el Body Positive y el activismo gordo. Aunque están vinculados, el concepto es más amplio: se nutre del feminismo y de la lucha contra la discriminación de cuerpos gordos, pero incluye también otras formas de corporalidad no normativas. “Asumir que todos los cuerpos son iguales o que ‘con actitud basta’ es otro error común: cada cuerpo tiene una historia y desafíos únicos, por lo que el proceso de aceptación es diverso y debe respetarse como tal“, afirma.
Por último también se aborda otra tendencia, llamada Body Neutrality que va para trastornos donde es casi imposible aceptar al cuerpo como es, tal como ejemplos de dismorfia corpora, “Ahí lo que se busca es realizar una relación objetiva con lo que es un cuerpo, reafirmar y asumir cuestiones como enfermedades, condiciones culturales, edad, sexo, entre otros para que, más allá de la positividad tóxica se logre aceptarlo de forma neutral”, asegura Pérez.
“Decir: no me gusta esta parte de mí, pero tampoco la voy a castigar o esconder”, explica Pérez. En algunos casos será necesario el acompañamiento psiquiátrico, sobre todo si hay alteraciones en la percepción corporal causadas por factores neurológicos.
¿Cómo empezar en el proceso de aceptación?


No hay una sola manera de comenzar, pero Pérez recomienda tres pasos accesibles:
1) Seguir cuentas en redes sociales que representen diversos cuerpos de forma respetuosa.
2) Leer libros relacionados al tema, o sobre los que que cuestionan la gordofobia y los ideales de belleza.
3) Practicar el reconocimiento diario de nuestro cuerpo como parte digna de nuestra historia, incluso si aún no nos encanta.
Si quieres profundizar en lecturas al respecto, Pérez recomendó leer otros títulos como Cuerpos sin patrones de Laura Contreras y Nicolás Cuello, y Antidieta de Christy Harrison, “son obras que cuestionan los ideales normativos de belleza y las prácticas médicas centradas exclusivamente en el peso”. Estas referencias no sólo sustentan el trabajo clínico del Body Positive, sino que también ofrecen marcos teóricos accesibles para quienes buscan desaprender los discursos de culpa en torno a la alimentación y el cuerpo.
¿Cómo elegir a un especialista?
“Un buen especialista en este tema entiende que hay diversidad corporal y no juzga el cuerpo del paciente”, dice Pérez. En el caso de psicólogos, se trata de explorar por qué una persona se siente como se siente respecto a su cuerpo. En el caso de nutriólogos o médicos, lo ideal es que promuevan la salud sin caer en discursos de vergüenza o castigo. Es importante verificar credenciales y evitar a quienes utilizan el movimiento como una moda sin entender su trasfondo social y emocional.






Además de su consulta individual, Alejandra Pérez ha desarrollado espacios educativos donde comparte herramientas sobre imagen corporal, alimentación intuitiva y salud emocional. A través de talleres y cursos en línea, busca que más personas comprendan cómo los mensajes culturales afectan su relación con el cuerpo y aprendan a construir una narrativa más compasiva hacia sí mismas. Su enfoque se basa en la psicología feminista y en el respeto a la diversidad corporal.
Si quieres contactarla para saber más, tomar cursos o una consulta del tema este es su LinkedIn y su Correo Electrónico: ale.perez.ricart@gmail.com
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