Hablar de tequila con Rafael Ramos no es solo conversar sobre una bebida alcohólica, se trata de entrar a un universo donde todo tiene memoria, técnica y un profundo respeto por el tiempo. Con más de 20 años en la industria, este maestro tequilero de Casa Sauza se ha convertido en uno de los principales embajadores de una tradición que, lejos de acabarse en un brindis, se degusta en sorbos.
Desde cómo evitar que se te suba, hasta qué tipo de tequila es ideal para maridar con una torta ahogada, Ramos nos lleva paso a paso por una guía práctica, para entender lo que significa beber tequila de verdad.
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Primero lo primero: ¿por qué se nos sube el tequila?
Para muchos, la idea de que el tequila “pega fuerte” está asociada a la calidad del producto. Pero para Ramos, esa percepción está más relacionada con los hábitos de consumo que con el destilado en sí.
“Muchas personas creen que se les sube porque el tequila es malo. Pero no es eso. La principal recomendación es darle tiempo a la bebida, tomarlo con calma. Un tequila no es para tomarse de un solo golpe. Se disfruta poco a poco”, señala.
La clave, dice, está en respetar el tiempo del producto. Además, factores como dormir bien, comer adecuadamente y mantenerse hidratado influyen directamente en cómo reacciona el cuerpo. “Un caballito de tequila debería durarte lo mismo que una cerveza. No te la tomas de un trago, ¿verdad? Pues el tequila tampoco.”
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Perfil de sabor de un tequila
Uno de los grandes mitos del tequila es que todos saben igual. En realidad, cada casa tequilera tiene su propio sello, resultado de decisiones técnicas que van desde la cocción del agave hasta la destilación.
En Casa Sauza, por ejemplo, utilizan un método de suave extracción, que preserva las notas de agave fresco. Otros procesos, como los que involucran una cocción más profunda, generan perfiles dulces o ahumados. “La materia prima influye, pero el proceso lo es todo. Cómo extraes el azúcar, cómo fermentas, cómo destilas… eso define el perfil del producto.”
En el caso de los tequilas que pasan por barrica, también entra en juego el tipo de madera, el tostado y el tiempo de maduración. Todo cuenta.
Blanco, reposado o añejo: ¿por cuál empezar? No todos los tequilas son para todos los paladares. Para los principiantes, Rafael recomienda comenzar con los añejos, ya que los sabores aportados por la barrica —como vainilla, chocolate o caramelo— suelen ser más suaves y amables.
“El añejo es una gran puerta de entrada. Pero si ya conoces bien el tequila y quieres ir al origen, el blanco es el camino. Ahí está el sabor auténtico del agave, sin máscaras.” Si hay algo que queda claro es que no hay un solo mejor tequila. Cada quien encuentra el suyo.
“El mejor tequila es el que a ti te gusta. No el más caro, no el más premiado. El que te habla a ti.”


Cómo usar al tequila como maridaje
Olvida por un momento eso de vino blanco con pescado y vino tinto con carne. El tequila también tiene su propio universo de maridajes. Rafael propone hacerlo por afinidad de sabores, es decir, buscar similitudes entre las notas del destilado y los alimentos.
El tequila blanco, por sus notas herbales y cítricas, va excelente con ceviches, ensaladas o cremas ligeras.
El reposado, con notas a especias como clavo o pimienta, es ideal para cortes de carne o platillos con salsas potentes.
El añejo, con sus tonos dulces, marida perfecto con chocolate, postres con canela o un buen pan de elote.
Y si te preguntas qué tomar con una torta ahogada…“Un reposado, sin duda. Por la carne de cerdo y las especias de la salsa.”






Guadalajara, capital del tequila
Aunque la tradición es fundamental, el tequila también se mueve al ritmo del mercado. En Casa Sauza hay un equipo dedicado a entender qué buscan los consumidores. A partir de eso, se hacen sesiones de cata, pruebas de producto y ajustes de perfil. “Es como con el mole. Todos sabemos lo que es, pero cada quien lo prepara diferente. Nosotros apostamos por destacar la nota de agave fresco. Ese es nuestro sello.”
Rafael explica que la innovación no significa cambiar por cambiar, sino evolucionar sin perder la esencia.“Queremos ofrecer algo distinto, pero siempre fiel a nuestras raíces. Eso es lo que nos ha funcionado.”
Para Rafael Ramos, como maestro tequilero certificado, no hay mejor lugar para enamorarse del tequila que Jalisco. Es ahí donde todo confluye: historia, producción, cultura, sabor. “Guadalajara es la capital del tequila. Hay tanta diversidad de marcas y procesos que puedes probar distintos estilos y decidir cuál es el mejor para ti.”
La experiencia que propone, al final, es sensorial, educativa y cultural. Más que una bebida, el tequila es una identidad compartida y si uno sabe cómo tomarlo, también puede aprender a celebrarlo.