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Qué es el falso guacamole y por qué no debería ser llamado así

Fernando Dávila en su columna, nos explica qué tipos de guacamoles falsos existen y cómo distinguirlos

La mayoría de nosotros hemos estado de frente ante una salsa verde que presume ser guacamole, pero que más allá del color, encontramos pocas referencias en ella que nos indiquen que alguna vez existió en su composición algún dejo de aguacate real. Parece que en el diario andar de la vida citadina, se ha ido difuminando la idea de que existe una enorme diferencia entre el guacamole real y el falso guacamole, y por lo que alcanzo a ver a simple vista, parece un hecho irrelevante para la mayoría de nosotros, pues en realidad no veo a nadie quejándose o rechazando la idea de consumir el falso guacamole con normalidad. Es más, basta con teclear en cualquier buscador “receta guacam……..” e inmediatamente el buscador sugerirá como primera opción “receta guacamole falso” ¿No me crees? Inténtalo. 

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Vas a obtener como resultado videos tutoriales de cómo hacer el falso guacamole y bastantes sitios web con diferentes recetas para hacerlo. 

Está de más explicar aquí la razón por la que se ha normalizado el falso guacamole sobre el real, pero es obligatorio mencionarla: el elevado costo del aguacate

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Si hay algún producto cuyo costo se ve afectado unas veces sí y otras también, es sin duda el aguacate. Razones hay muchas: la escasez de lluvía, la calidad de la cosecha, la demanda de aguacate mexicano en el mercado internacional y hasta la intervención del crimen organizado en la siembra, cosecha, transporte, extorsión, etc. 

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Se trata de un producto muy sensible ante el mínimo movimiento en la cadena productiva, desde el campo hasta la mesa y al parecer los mexicanos no estamos dispuestos a dejar de consumir un buen guacamole de taquería aunque nos engañemos y nos conformemos con la nostalgia de al menos llamarlo igual. 

Ahora bien, formas de sustituir al aguacate y engañar a nuestros sentidos para recrear algo medianamente parecido, sobran por doquier. Me conformo aquí con mencionar unas pocas; que si se puede hacer falso guacamole con calabaza, que si con chayote, que si con crema o mayonesa, que si con tomate verde, que si con mucho cilantro o incluso los más temerarios con colorantes artificiales. 


“Otros nombres deberían de existir para llamar a estas salsas: salsa con calabaza, salsa cremosa de tomate; no lo sé, pero definitivamente el nombre de guacamole les queda grande”

— Fernando Dávila

Y bueno, personalmente creo que si no he probado todas las formas anteriores de hacer “falso guacamole”, tengo certeza que he probado la mayoría de ellas. ¿Mi conclusión? Si bien dan un aspecto cremoso/espeso, el sabor real del aguacate es —en mi opinión— insuperable ante cualquiera de estas imitaciones. Y si bien, algo es mejor que nada, definitivamente no tienen el porte para ser llamados “guacamole”, ni siquiera ante la insistencia y convicción del mesero, taquero o quien sea, para nombrarlo de esa forma. 

Otros nombres deberían de existir para llamar a estas salsas: salsa con calabaza, salsa cremosa de tomate; no lo sé, pero definitivamente el nombre de guacamole les queda demasiado grande. 

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Pero con toda intención he dejado hasta el final la que para mí es la peor posible versión de supuesto guacamole, la más dañina y nociva, pero también la más barata y rendidora; y estoy seguro que tanto ustedes como yo, hemos bañado nuestros tacos alegremente con esta mezcla verde y cremosa. La receta, el simple hecho de recordarla ya me produce malestar estomacal: aceite vegetal de marca dudosa, y si es de bidón de 20 litros mejor; mucho chile serrano o jalapeño, cilantro, ajo, cebolla, sal y listo. Solo necesitamos vertir todos los ingredientes dentro de una licuadora, misma que al momento de comenzar a triturar y mezclar, provocará que el aceite emulsione dando una apariencia cremosa y espesa. Y listo, un precioso “guacamole” elaborado con 90% aceite vegetal de dudosa procedencia. Fácil, rápido y barato. Después de unas buenas cucharadas de esta “salsa” en tus tacos, ya con una buena dosis de reflujo y malestar estomacal, solo te pido no culpar al picante de estos efectos absolutamente ajenos a él.

¿Ves por qué sugiero que es peligroso normalizar el hecho de llamar guacamole a cualquier salsa de color verde y apariencia espesa? ¿Tú qué opinas? Me gustaría saber tu opinión al respecto, espero leerte en breve y poder comentar sobre este tema tan cremosamente polémico en mi opinión. 

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