Por más romántico que suene, la vida no siempre te da limones, a veces te da un aguacate duro como piedra o un melón que sabe a pepino amargo. ¿Y qué hacemos entonces? ¿Llorar sobre el bol de fruta? Pues aunque parezca chiste de sobremesa, muchos de los trucos de la abuela sí tienen ciencia detrás. Lo explica Pedro Javier Zapata Coll, Profesor de Tecnología Agroalimentaria y miembro del Grupo de PostRecolección de Frutas y Hortalizas de la Universidad Miguel Hernández. Y no es el único, existen prácticas milenarias hasta los últimos hallazgos de la industria alimentaria, madurar frutas en casa es casi una forma de alquimia doméstica… pero con fundamentos.
Antes de ponerte a envolver mangos como si fueran momias egipcias, debes saber esto, no todas las frutas maduran fuera del árbol. Algunas sí, otras no. Y aquí entra el concepto estrella, frutas climatéricas. “Son aquellas que siguen madurando después de ser cosechadas”, señala Zapata Coll. En este grupo están el plátano, la manzana, el tomate, la pera, el aguacate, el kiwi y los melocotones, entre otros. Por el contrario, las no climatéricas, como la fresa, los cítricos, las uvas, los pimientos, el pepino y el melón, ya no mejoran después de ser recolectadas. De hecho, suelen echarse a perder si se espera demasiado.
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Para estas últimas, la prevención es clave: lavarlas bien, refrigerarlas correctamente y mantener limpia la nevera ayuda a evitar hongos y malformaciones que parecen sacadas de una peli de terror clase B. Un tip útil es disolver una cucharada de bicarbonato en un litro de agua y pasar un trapo por las zonas con moho visible puede salvar más de una manzana estropeada.


Etileno: el gas que pone sexy a tus frutas
La clave de la maduración en casa está en una hormona vegetal poco glamorosa pero sumamente eficaz, se trata del etileno. Suena a nombre de telenovela retro, pero es el responsable de que las frutas cambien de color, se vuelvan dulces y blanditas, y huelan tan bien que querrás comértelas sin pelar. Este gas se produce naturalmente en muchas frutas, y tiene la particularidad de ser autocatalítico, por ejemplo, una fruta que comienza a madurar, como el plátano, produce etileno, y ese etileno a su vez activa más producción.
Así, poner una manzana o un plátano maduro al lado de un aguacate verde no es superstición, es ciencia. Zapata Coll confirma que es “una forma efectiva de desencadenar el proceso de maduración en frutos climatéricos que aún están verdes”.
El truco funciona mejor si creas un pequeño microambiente, un tupper cerrado, una bolsa de papel o incluso envolver las frutas en periódico. Esta práctica concentra el etileno y acelera el proceso.
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Frutoterapia casera: métodos tradicionales que funcionan
Aunque hoy lo hacemos en cocinas modernas o refrigeradores de acero inoxidable, estas prácticas tienen historia. Ya en el Antiguo Egipto se cortaban higos para que maduraran más rápido, y en China se exponían peras al calor. Según una revisión en Science Direct, el uso de agentes naturales o físicos para acelerar la maduración ha sido común en muchas culturas, aunque la industrialización trajo consigo una ola de productos químicos que, si bien efectivos, también plantean serios riesgos.
En los países en desarrollo, entre el 70% y 80% de las frutas se maduran artificialmente con productos como el carburo de calcio, altamente tóxico y prohibido en muchas naciones por sus efectos sobre la salud. Por eso, técnicas naturales como el uso del etileno o la exposición controlada al sol se están rescatando como opciones más seguras y sostenibles.
¿Funciona eso de jalarle la hoja a la piña?
Otro clásico de mercado, el examen físico al que sometemos frutas con la rigurosidad de un detective. ¿La sandía suena “hueca”? ¿El melón pesa más de lo que parece? ¿La hoja de la piña se arranca fácil? Pedro Javier Zapata Coll da luz verde a varios de estos métodos. Por ejemplo, el sonido hueco en una sandía suele indicar mayor contenido de agua y azúcar. Pero, advierte, si no tienes el oído entrenado, podrías fallar más que acertar.
En cambio, recomienda observar el peciolo (la parte por la que el fruto estaba unido a la planta). Si está seco, es probable que la fruta haya alcanzado un buen punto de maduración. Si aún está verde, todavía le falta recorrido. Y sí, si al jalar la hoja central de la piña esta se suelta con facilidad, probablemente ya está lista para un batido.
Los riesgos de la maduración química
No todas las frutas que ves brillando en el supermercado están maduras por naturaleza. Muchas han sido tratadas con compuestos como el 1-MCP (1-metilciclopropeno), que inhibe la maduración durante el almacenamiento (hasta un año en cámaras frigoríficas). Luego, para que “despierten”, se les aplica etileno artificialmente. Este proceso, aunque legal y controlado, ha generado preocupación por sus efectos en la calidad nutricional del producto.
Investigaciones como las publicadas por Oladipupo et al. (2022) y Uchechi et al. (2021) señalan que estas frutas pueden perder propiedades antioxidantes, textura y sabor. Además, el uso indiscriminado de productos químicos, sobre todo en mercados sin regulación estricta, ha sido vinculado con riesgos respiratorios y neurológicos en humanos.
Cómo madurar tus frutas en casa (sin morir en el intento)
Aquí una guía práctica —y segura— para que tus frutas lleguen a su punto ideal sin pasar por laboratorio químico:
Para aguacates, tomates o kiwis verdes: mételos en una bolsa de papel con un plátano o una manzana madura. Cierra sin apretar demasiado.
Plátanos verdes: envuélvelos en periódico y colócalos cerca de una fuente de calor indirecta (una maceta al sol funciona perfecto).
Melocotones, peras y manzanas duras: ponlos juntos en un frutero cerrado o cajón. Vigila que no haya humedad.
Evita el refrigerador, salvo para frutas que ya están maduras y quieras conservar un poco más.
No mezcles frutas climatéricas con no climatéricas en los mismos recipientes si lo que buscas es madurar.