Seamos sinceros, la mayoría de nosotros no vamos al mercado a comprar chiles pensando en las vitaminas, minerales y antioxidantes que los chiles aportan al cuerpo, en realidad muy pocas veces pensamos más allá del sabor, el color y el picante cuando los añadimos a la lista del mercado. Chile serrano para una salsa en molcajete, manzano para unas buenas enchiladas verdes, puya para una salsa roja picante, y así la lista de usos sigue y sigue casi nunca tomando en cuenta otra cosa que no sea el sabor, el picor y el color de los chiles. Hay miles de recetas en las que se necesita un chile en particular que no puede, ni debe, ser sustituido por ningún otro. ¿Pero y si por un momento paramos a pensar qué es aquello que los chiles le ofrecen a nuestro cuerpo más allá de la capsaicina? Pues bien, también en este campo los chiles obtienen una mención honorífica y ganan por goleada. Y de entre las varias aportaciones que brindan al cuerpo, voy a comenzar por la que a mi me parece la más interesante.
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Al grano, los chiles son muy bajos en sodio. En un momento histórico en el que enfermedades como la hipertensión, las complicaciones cardíacas y la insuficiencia renal son tristemente cada vez más comunes entre personas de cualquier edad, y al mismo tiempo nuestros alimentos están cada vez más y más saturados de sodio (particularmente los productos procesados) parece que hay muy poco margen de maniobra para lograr escapar de la tiranía del “exceso de sodio” en todo lo que comemos. Pues bien, quizás sea momento de volver al inicio y hacer lo mismo que hacían nuestros antepasados mesoamericanos, incrementar el sabor de la comida mediante el uso de chile. Si de algo se sorprendieron los españoles al llegar aquí, fue justamente de la diversidad de usos gastronómicos que las sociedades mesoamericanas daban al chile, lo que lo hacía el condimento más utilizado en aquel entonces de este lado del mundo.


¿Qué pasaría si en lugar de poner más sal en nuestra comida pusiéramos más chile? Pues es justamente esto lo que en Estados Unidos está tomando cada vez más fuerza, complementar el sabor de los alimentos con el uso de chiles en lugar de sal. Ventajas para la salud muchas, pero una en particular, la liberación de la dependencia que hoy en día tenemos hacia el sodio. Piénsalo, sobre si eres de aquellos que incluso antes de probar la comida, necesitas tomar el salero y añadir sal a la comida. Yo me lo pensaría dos veces, sé que los cambios no son fáciles, pero hay cosas que no son postergables por el alto precio que podríamos pagar de no hacer ciertos cambios necesarios. Y bueno, está de más especificar que no estoy hablando de poner productos procesados que se elaboran a partir de chiles secos o frescos, no. Me refiero a esos chiles que compramos directamente del mercado, esos que no han pasado por un proceso de industrialización en el que se les añaden más ingredientes para hacerlos del gusto de la mayoría, pues con casi total seguridad te puedo decir que ya estás volviendo a consumir altos niveles de sodio. Y ojo, el sodio es muy bajo o nulo tanto en los chiles frescos como en los secos por igual, así que no hay excusa, te acabo de dar una idea para condimentar tus comidas y mantenerlas bajas en sodio.
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Otro nutriente en el que los chiles ganan por goleada es en la vitamina C. Siempre que escuchamos hablar sobre esta, inmediatamente vienen a nuestra cabeza los alimentos cítricos como naranja, limón, toronja, etc. Pues bien, resulta que un chile suele contener más cantidad de vitamina C que los propios cítricos. Aunque ojo, los chiles con mayor contenido de vitamina C son los chiles rojos, es decir los chiles en su versión madura. Con la enorme ventaja de estar evadiendo el consumo de la fructosa que usualmente acompaña a los cítricos, dato no menor para aquellos que controlan su consumo de azúcar en cualquiera de sus versiones. Ahora bien, solemos relacionar a la vitamina C con nuestro sistema inmunológico, usualmente la usamos sobre todo para protegernos de gripas y resfriados, sin embargo, tiene más funciones que únicamente reforzar nuestro sistema inmunológico, nos ayuda por ejemplo a proteger nuestras células de los radicales libres, refuerza la capacidad de nuestro cuerpo para la producción de colágeno, potencia la absorción de hierro en nuestro cuerpo, y por si fuera poco se sabe que es una importante herramienta para combatir el cansancio y la fatiga crónica. ¿Necesitas otra excusa para seguir comiendo chile? Ahí te va, la capsaicina, el elemento estrella en los chiles, ese que de el picor que tanto amamos, resulta que es mucho más beneficioso de lo que creemos. La capsaicina acelera el proceso metabólico, reduce la sensación de apetito y ayuda a limpiar el estómago. Y no solo eso, la capsaicina también nos ayuda a quemar la grasa de nuestros alimentos a la hora del proceso digestivo. ¡Qué más necesitas! No hay excusa desde el punto de vista de la salud para no consumir chiles.


“Opta de preferencia por usar chiles frescos y secos, evita aquellos productos procesados en los que las grasas, los azúcares y la sal toman cuenta y cubren los beneficios que el chile”
— Fernando Dávila
Sería imposible condensar todos los beneficios del uso del chile en un solo artículo, no terminaríamos de seguir añadiendo más y más nutrientes y vitaminas, así que si eres de esos que te encanta enchilarte, ahora ya sabes que ese hábito aporta a tu cuerpo infinidad de nutrientes, mantente atento a las formas en que consumes picante, opta de preferencia por usar chiles frescos y secos, evita aquellos productos procesados en los que las grasas, los azúcares y la sal toman cuenta y cubren los beneficios que el chile puede brindar a tu cuerpo en su versión no procesada. Nos vemos en próximas columnas para seguir aprendiendo y compartiendo más información y reflexiones sobre nuestra pasión por enchilarnos. ¡Buen provecho!
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