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Foto: Freepik

Cómo mejora o empeora la copa al beber vino

En su columna, Entre Uvas y Taninos, Federico Ling cuenta como influye el diseño en el olfato y gusto

En esta ocasión quiero hablar de las copas que utilizamos para beber vino, explicando cuáles son las mejores y cuáles son las tendencias actuales sobre las mismas. Para ello comenzaré con un ejercicio de imaginación: es un sábado por la noche en casa de amigos, alguien abre una botella de vino pero no tiene copas para beberlo; luego entonces para no desperdiciarlo decide servirlo en los tradicionales vasos rojos de plástico y todo mundo feliz. ¿Está mal servir el vino en vasos de plástico? No, pero ciertamente muchas de cualidades del vino no podrán apreciarse correctamente. ¿Es el material o la forma? Son ambas, pero principalmente la forma del recipiente. Veamos. 

Como todo en la vida, también las copas que se utilizan para beber vino evolucionan y se transforman. En la actualidad, el consenso entre la comunidad de amantes y conocedores del vino es que se prefieren copas de cristal ultradelgadas y ultraligeras. Las hay de varias marcas y de varios productores, pero la realidad nos dice que, en orden de importancia, lo más importante es la forma del recipiente y en segundo lugar, el material de este.

En cuanto a la forma de las copas podemos mencionar que, la estructura tradicional que todos conocemos permite que los aromas se concentren en la copa, al tener esta un cuerpo ancho y una apertura pequeña en la parte superior; esto hará que las moléculas del vino no se escapen al aire rápidamente y podamos apreciarlas mejor. El tallo de la copa nos permitirá girar la copa sin problema y también evitará que nuestra mano caliente el vino o que estéticamente nuestros dedos manchen la copa. Me consta que, en ese sentido, podemos poner unas gotas de vino en una copa tradicional y comparar los aromas de estas con una cantidad mucho mayor pero servida en un vaso de plástico rojo. La concentración de aromas, a pesar de la cantidad menor de vino será más intensa en la copa que en el vaso. Luego entonces, la forma es lo más importante para apreciar nuestra bebida en pleno. 


“Si además de la funcionalidad podemos también cuidar lo que es estético, pues qué mejor”

—Federico Ling

Adicionalmente, la forma de la copa provocará que cuando bebamos el vino, el líquido entre en contacto con ciertas partes de nuestro paladar y nuestra lengua, resaltando sabores concretos. Como todos sabemos, las papilas gustativas cambian dependiendo de su localización en la lengua de acuerdo con los sabores que perciben, y por ende, dichos sabores en el vino se percibirán diferentes dependiendo de la forma en que el líquido toque nuestras papilas gustativas. 

En segundo lugar podemos hablar de los materiales, y aunque ello no es igualmente relevante que la forma, el cristal servirá mejor para deslizar el vino de la copa a nuestra boca, mucho más que un vaso de plástico rojo con hendiduras. La forma en que el vino (especialmente el alcohol por su viscosidad) se desliza sobre la copa de cristal tendrá también un efecto al momento de beber el vino y cómo lo percibimos. Pero al final del día, si nuestra copa tiene la forma adecuada, aunque sea de plástico o de otro material, tendrá un efecto más profundo en nuestra boca y nos sabrá mejor y podremos apreciarlo más.  

En la actualidad existen muchos recipientes que fungen como copas (con la forma adecuada) y que, por ejemplo, son aislantes o tienen una tapa de plástico y harán bien su trabajo. Ahora bien, si además de la funcionalidad podemos también cuidar lo que es estético, pues qué mejor. 

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