Por Erika Reyes
Por su emblemática bebida y el cúmulo de historias que hoy tiene que contar, La Pasita es visita obligada para el turismo nacional y extranjero que, entre antigüedades y la arquitectura de la zona, se lleva todo el sabor de Puebla en la boca con este licor.
El trago de pasita es muy fácil de beber, tiene tanta personalidad que es una delicia tomarlo a sorbos acompañados de queso de cabra, así de a poquito porque es bendito.
Esta legendaria tradición se ha vuelto patrimonio histórico de todos los poblanos que también asisten para reír, platicar o llorar, porque “Lloraba Elena y Pasita calmó su pena”. Lo que es seguro es que si llegas enojado ¡hasta contento te vas!
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Licor de uva seca
La Pasita ganó fama mundial gracias al licor homónimo que el poblano Emilio Contreras formuló para vender en la pulpería que adquirió en 1916, ubicada en la 5 Oriente y el Callejón de Los Sapos.
Las pulperías eran tiendas de artículos de consumo como los que ahora encontramos en abarroteras, se vendían vinos, jamones, azúcar mascabado, algunos ultramarinos, cremas para calzado, papel de uso y jabón. El Gallo de Oro nació bajo este concepto alrededor de 1898, más tarde se diversificó y se incluyeron los licores.
Cuando Emilio compró El Gallo de Oro le cambió el nombre a “La Guadalupana”, poco duro así porque a los seis meses introdujo el licor de fruta seca que ideó y que él mismo fabricó para personalizar las bebidas que ofrecía.
Entonces reinauguró la tienda como “La Pasita”, que junto con su licor homónimo potencializó la personalidad del local. Dejó de vender destilados de otras marcas y poco a poco comenzó a formular licores de diferentes sabores.
Emilio nunca se imaginó que el licor de uva seca que formuló en 1916 le daría la vuelta al mundo y la distinción de un sello propio que hoy cuenta con un siglo de tradición.
Hoy la barra es atendida por la tercera generación de la familia Contreras, cuyos integrantes, entre curiosidades y comentarios chuscos, dan la bienvenida a los visitantes.
Una tradición familiar
El nieto de Emilio, que hoy atiende La Pasita, refiere que el lugar se mantiene casi igual de cuando lo adquirió su abuelo. Los anaqueles que se utilizaron para los productos hoy son ocupados por curiosidades de todo el mundo.
“Cuando uno entra se trasporta en el tiempo porque el negocio se ha mantenido casi como cuando inició, no ha cambiado mucho. Los espacios que fueron quedando vacíos, mi abuelo y más mi papá, los fueron decorando con cosas de diferentes lugares del mundo que visitaban”, explica Emilio, el nieto.
“Entre las curiosidades tenemos los lentes que el general Ignacio Zaragoza dejó empeñados cuando visitó La Pasita. Tenemos la granada que le voló la pierna al ´manco´ Obregón. Hay una colección de figuritas de barro de diferentes presidentes de México. Si se saben todos los nombres hay un premio. También tenemos la herradura original del Caballo de Troya, la Carabina de Ambrosio, el compás del círculo vicioso, la flecha del arcoíris, una cabeza jibara y muchas cosas más”, señala.
Las curiosidades le dan un aspecto pintoresco y divertido a lo tradicional del local, que se complementa con frases que riman con la bebida estrella del lugar: “Para tus visitas Pasita necesitas” o “Dice Chucho: Pasita me gusta mucho”, entre otras.
Durante sus 106 años de existir La Pasita ha recibido a varios famosos. A Emilio le ha tocado atender a Héctor Suárez Gomís, Silvia Pinal y Silvia Pasquel, Alejandro Ciangherotti, Ana Gabriela Guevara y la Güereja.
El reto pasita
“El reto lo inició mi abuelo y se trataba de que si una persona se tomaba cien copitas de Pasita se le daba un premio en efectivo y la bebida era gratis”, expone Emilio.
En 1948 un poblano conocido como “el Peterete” se ganó el primer premio al beberse las 100 copitas de pasita, dice Emilio, quien agrega que también hay un segundo lugar, un español que en 1984 se tomó 93 pasitas en dos horas y, al final, tuvo que ser atendido por los servicios de emergencia.
“Ahora hay que aprovechar que estamos dando 50 mil pesos, copas gratis y funerales pagados, ´todo incluido´, si uno se toma las cien copitas”, advierte jocoso.
Chupitos de sabores
El precio por copa es de 35 pesos y aunque la bebida más conocida es la Pasita, que se sirve con un cubo de queso de cabra para contrastar sabores, hay otras combinaciones que también son del gusto de los visitantes como: Sangre de brujas (zarzamora y Jamaica), Sangre de artista (membrillo y chabacano), licor de almendra, Rompope, Fantasma (coco), Calambre (limón); Piña en su jugo, y más.
En 1995, la familia Contreras inauguró otra sucursal de La Pasita, en la 3 Sur 504, en la que no solo ofrece una mayor variedad de licores, sino que también hay servicio de alimentos.
¿Ya se te antojo una Pasita? Visítala de miércoles a lunes, de 1 a 6 de la tarde. La sucursal está abierta de jueves a martes, de 1 a 8 de la tarde.
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