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Beber o no beber, el origen de la ley seca y su aplicación

El consumo de alcohol ha sido percibido como negativo desde la antigüedad, por eso te contamos de esta polémica ley

A lo largo de la historia muchas sociedades han advertido sobre los peligros del alcohol debido a sus efectos inmediatos en la conducta y a sus consecuencias a largo plazo, es por eso que se han realizado medidas para limitar o prohibir su consumo generando leyes como la conocida Ley Seca.

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En México, esta ley es una regulación temporal que prohibe la venta y distribución de alcohol durante ciertos eventos políticos y sociales importantes, como elecciones y festividades patrias.

Foto: Creative Commons

Esta medida tiene como objetivo principal garantizar el orden público y evitar el consumo excesivo de alcohol que pueda derivar en altercados o disturbios, entre otras consecuencias de salud.

La duración de la ley suele ser de 24 a 48 horas, dependiendo del evento, la región y las especificaciones legales locales o federales, y su incumplimiento puede acarrear sanciones para los establecimientos que infrinjan la norma.

Es así como a lo largo del devenir han existido diversos intentos por limitar su consumo y exceso, por lo que en Aderezo nos dimos a la tarea de investigar sobre esta curiosa evolución.

Castigo a la embriaguez

En México, desde épocas prehispánicas, el consumo de alcohol ya tenía un peso social diferente, según el estatus. Por ejemplo en el libro La vida cotidiana de los Aztecas en vísperas de la conquista, del especialista en culturas mesoamericanas y etnólogo francés Jaques Soustelle.

Foto: Cortesía INAH

El del consumo de alcohol estaba prohibido hasta los 52 años de edad, en la que los nobles podían jubilarse y gozar de ciertas prerrogativas.

El uso religioso que tenía el Pulque o Uctli que representaba además un culto a la Diosa Mayahuel, la diosa del Maguey, de donde se obtenía dicha bebida. Luego Fray Bernardino de Sahagún documentó que si algún plebeyo se encontraba borracho por las calles se le rapaba públicamente en una plaza o mercado mientras su casa era saqueada. El saqueo obedecía a la ley que enunciaba: “El que se priva de juicio, que no sea digno de tener casa, que viva en el campo como una bestia”. La segunda vez que el plebeyo era encontrado borracho se le castigaba con la pena de muerte.

Foto: Cortesía INAH

Para los nobles esta regla era mucho más extrema y severa pues desde la primera vez que se encontraba a uno de ellos borracho se le sentenciaba a la pena de muerte y era ejecutado en una ceremonia privada donde la nobleza hacía ver las pérdidas que ocasionaba la falta de juicio y razonamiento que se tiene bajo les efectos del alcohol.

El alcohol se permitía sólo a los ancianos y sólo en algunas ceremonias o fechas especiales. De acuerdo a Fernando Alba Ixtlixochitl, autor de La Historia de la Nación Chichimeca, en las fiestas los ancianos se juntaban para beber (pero aun así con moderación) para dar gracias a la Diosa Mayahuel.

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Luego en la Nueva españa, en el libro La regulación de bebidas embriagantes en México/Nueva España, de Abraham Chimal, sostiene que durante 1529 se prohibió el pulque entre los indios, pues les “motivó” prácticas paganas que debilitaban la evangelización cristiana.

Otras culturas

En diversas culturas antiguas, el alcohol fue asociado con la pérdida de control y la indulgencia excesiva. Religiones como el zoroastrismo, el islam y algunas ramas del cristianismo veían el consumo excesivo de alcohol como un acto que inducía al pecado, ya que afectaba la capacidad de la persona para comportarse de manera moralmente correcta. En la antigua Grecia y Roma, mientras que el vino era parte integral de la vida social y religiosa, también había advertencias sobre el exceso, ya que este podía llevar a comportamientos deshonrosos.

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En la filosofía incluso Platón y Aristóteles advertían sobre los peligros del consumo desmedido de alcohol, ya que afectaba la racionalidad, algo muy valorado en la filosofía clásica. En Roma, el abuso del alcohol era visto como una amenaza para el orden social, ya que llevaba a disturbios y conflictos entre ciudadanos.

En muchas tradiciones espirituales, el cuerpo y la mente se consideraban sagrados, y el consumo de alcohol se percibía como una forma de impureza. En el islam, por ejemplo, el alcohol es prohibido ya que se considera una sustancia que nubla la mente y aleja a las personas de su estado espiritual ideal.

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Las autoridades y las élites gobernantes desde tiempos antiguos vieron el consumo de alcohol como algo que podía desestabilizar el orden social. El emperador romano Augusto impuso restricciones al consumo de alcohol para mantener el orden público y evitar las conductas desordenadas. También, en culturas como la China antigua, el alcohol se regulaba porque se creía que podía afectar la capacidad de gobernar y tomar decisiones importantes.

Orígenes de la Ley Seca

Fue por esto que ya ha habido muchos intentos de legislar su consumo en diversos contextos, ya sea como advertencias y regulaciones en torno a su consumo se han mantenido presentes en diversas culturas y tradiciones a lo largo de la historia.

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Se tiene registro que hasta comienzos del siglo XX, en la pequeña isla del Príncipe Eduardo se decreta ley seca, posteriormente de 1914-1925 en Rusia, de 1915-1922 en Islandia (sin embargo la cerveza siguió prohibida hasta 1989), de 1916-1927 en Noruega (el vino fortificado y la cerveza fueron incluidos entre 1917 y 1923), de 1919-1932: en Finlandia (llamada “kieltolaki”) y finalmente 1920-1933: en los Estados Unidos.

Fue aquí donde se consideró una de las más restrictivas, anteriormente ya existía la la Ley Volstead, según la Enciclopedia Britannica, una legislación de Estados Unidos promulgada en 1919 y que entró en vigor en 1920, fue creada para hacer cumplir la Decimoctava Enmienda, que prohibía la fabricación y venta de bebidas alcohólicas. Esta ley lleva el nombre del representante de Minnesota, Andrew Volstead, presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, quien impulsó la propuesta y la prohibición.

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El presidente Woodrow Wilson vetó la ley, pero el Congreso votó para anular el veto, convirtiéndola en ley. Además, los estados individuales aprobaron leyes adicionales para habilitar y hacer cumplir la legislación. Todos los estados promulgaron leyes para ayudar a implementar la Ley Volstead, aunque la de Nevada fue declarada inconstitucional más tarde. Estas leyes estatales fueron derogadas en algunos casos: Nueva York en 1923; Wisconsin, Montana y Nevada en 1929; e Illinois en 1931.

Los archivos nacionales de Estados Unidos señalan que la enmienda inicialmente tuvo efecto: el consumo de licor disminuyó, los arrestos por embriaguez también, y el precio del alcohol ilegal subió más allá del alcance del trabajador promedio. Se registró una reducción del consumo de alcohol en un 30 por ciento, y la Asociación de Cerveceros de Estados Unidos reconoció que el consumo de licores fuertes cayó un 50 porciento durante la prohibición.

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Sin embargo, estas cifras no reflejan la creciente desobediencia hacia la ley y las autoridades. La intensidad de los defensores de la templanza fue desafiada por quienes deseaban seguir bebiendo. Aplicar esta medida resultó extremadamente difícil.

Incluso esta época se caracterizó por el auge considerable del crimen organizado. Un buen ejemplo de esto fueron Al Capone (inspiración de infinidad de películas, como Los intocables) y otros gánsteres estadounidenses. La producción y distribución ilegal de licor, conocida como contrabando, se incrementó, y el gobierno carecía de los recursos para controlar todas las fronteras, lagos, ríos y bares clandestinos de Estados Unidos. Por ejemplo, solo en la ciudad de Nueva York, para 1925, había entre 30 mil y 100 mil clubes clandestinos.

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Además la ley debió considerar excepciones, como en el caso de los médicos, que se lo recetaban a sus pacientes como un tratamiento terapéutico en situaciones muy específicas, ejemplo de ello el Whisky. Otras excepciones que hacía la ley seca, era uso religioso de vino para el rito cristiano y los rituales judíos del Sabbat. Estas situaciones eran demasiado excepcionales, como para servir excusa a la mayoría de los consumidores de alcohol.

Ley adoptada en México

La Ley Seca en México tiene raíces que se remontan a las primeras décadas del siglo XX, un tanto desde la influencia de Estados Unidos.

Se aplicó por primera vez en 1915, cuando el general Plutarco Elías Calles, gobernador de Sonora, ordenó la prohibición de la elaboración y tráfico de bebidas embriagantes como consecuencia de la crisis política y social que se vivía en el estado y en la República, según la XI Legislatura del Estado de Quintana Roo.

Incluso, de acuerdo con el texto Los orígenes de los movimientos prohibicionistas del alcohol y las drogas, el caso de México (1917-1928), de Cecilia Autrique Escobar, relata que ciertas organizaciones de la Unión Americana entraron al norte de nuestro país para mostrar al licor como problema ético y moral, capaz de destruir familias y perjudicar la cohesión comunitaria que tanta falta hacía en México.

Fue así como en pleno cierre de la Revolución Mexicana y durante el mandato interino de Adolfo de la Huerta, se propuso la prohibición total de bebidas embriagantes en todo el territorio como una “protección social”.

Incluso De la Huerta, fiel “partidario de los países secos”, aseguró que dejar al país sin gota de licor era en extremo ventajoso y de gran valía social. El mandatario reconoció que el contrabando y otros vicios inmorales se intensificarían a consecuencia del “Estado seco”, pero que tales obstáculos se eliminarían con el avance de generaciones “limpias”.

Como primer paso para la prohibición total, el 12 de septiembre de 1920 se implementó una “ley seca” para fines de semana, que impidió la venta de licores a partir de las 14 horas de cada sábado hasta la primera hora del lunes, para “evitar los delitos de sangre e ir poco a poco extirpando el vicio de la embriaguez”.

Con apenas un mes de aplicación, el 11 de octubre de 1920, muchos consideraron como un “absoluto fracaso” la ley seca, debido al incremento de puntos de venta ilegales y contrabando de pulque y cerveza, además de algunos restaurantes y fondas que fingían servir comida a comensales para ocultar el consumo desmedido de alcohol, actividad que persiste hasta nuestros días.

Ya en la presidencia de Álvaro Obregón, algunas entidades recurrieron a la “ley seca” para mantener tranquilos sus territorios en festividades o jornadas electorales y así evitar escándalos por población ebria.

Adaptaciones

Bajo el gobierno interino de Emilio Portes Gil (1928 a 1930) surgió la llamada Campaña Nacional contra el Alcoholismo, con acciones más culturales y deportivas contra el consumo de licor, dejando los lineamientos judiciales a consideración de las entidades.

En el caso del Distrito Federal, el jefe de gobierno, J. M. Puig Casauranc, implementó los domingos secos desde inicios de 1929. Su prohibición alcohólica no fue tan severa, pues sólo abarcó las 24 horas del domingo, además de permitir la venta de licor en restaurantes o fondas, con el obligatorio consumo de alimentos.

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Por irónico que suene, desde la presidencia de Adolfo López Mateos y, sobre todo, con Gustavo Díaz Ordaz, se aligeró la prohibición alcohólica, no al grado de una extrema permisividad, pero sí limitó la aplicación de “leyes secas” sólo a fechas que pudieran alterar el orden público.

El entonces encargado de Gobernación capitalino, Guillermo López Ostoloza, aseguró que, a diferencia de años donde sí se prohibió la venta de licores el 15 y 16 de septiembre, la jornada de 1967 registró pocos hechos sangrientos“, lo que comprobó la confianza que podía tenérsele a los ciudadanos de moderar su consumo de alcohol en una fecha tan propensa a desmanes.

En esas fiestas patrias se permitió que centros nocturnos, cabarets y pulquerías abrieran con amplio horario, sólo exigiendo una buena conducta en su interior y medidas pertinentes para proteger a sus consumidores. López Ostoloza aseguró que “la Ley seca quedó abolida para las festividades y espero no tener necesidad de volver a aplicarla”.

La actualidad

En estos tiempos, la aplicación de restricciones al alcohol continúan de una forma parcial en contextos electorales, buscando evitar la manipulación de votantes a través del suministro de alcohol, así como mantener un ambiente de seguridad y civismo durante los procesos democráticos, así como festividades o conmemoraciones especiales de corte religioso.

Elecciones Federales, Estatales y Municipales: Durante elecciones, la ley entra en vigor un día antes y el día mismo de los comicios. Esta restricción está contenida en el artículo 300 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE).

Festividades patrias: Durante celebraciones como el Grito de Independencia (15 y 16 de septiembre) o en festividades locales, algunos gobiernos estatales o municipales la aplican como medida preventiva para evitar disturbios.

Foto: Cuartoscuro

Eventos locales: En algunos estados, se puede imponer durante festividades religiosas, como la Semana Santa, aunque su aplicación varía según las autoridades locales.

Control social: También se han implementado prohibiciones temporales de venta de alcohol en periodos de emergencia, como la pandemia de Covid-19, donde según autoridades se buscaba prevenir cuadros que la bebida propiciaba, así como evitar que los efectos del alcohol generaran ansiedad y violencia en los consumidores asiduos.

Impactos negativos

Aunque la ley seca tiene un propósito preventivo, genera controversia entre la población. Para algunas personas, se trata de una medida restrictiva que limita su libertad de consumo. Otros consideran que es innecesaria y prefieren soluciones menos restrictivas, como mejorar la seguridad sin prohibir el alcohol. La opinión pública está dividida entre quienes ven la ley seca como una medida responsable y quienes la perciben como una intervención exagerada del gobierno.

Foto: Cuartoscuro

Uno de los principales efectos negativos es el impacto económico para los negocios que dependen de la venta de bebidas alcohólicas, como bares, restaurantes y tiendas de conveniencia. Durante el tiempo que dura la ley seca, estos establecimientos ven una caída significativa en sus ingresos, lo que puede afectar su rentabilidad, especialmente en días festivos donde el consumo de alcohol suele ser elevado.

Actualmente el debate sobre las consecuencias positivas o negativas sigue generando controversia tras ser un fenómeno con diversas aristas, ya que desde su aplicación continúa generando tanto beneficios como desafíos sociales y económicos.

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