Por Elizabeth Santana
Juan Manuel Quintero, alias El Pollo, forma parte de la tercera generación de una familia de artesanos dedicados a hacer molcajetes en el Pueblo Mágico de Comonfort, en Guanajuato.
Chinicuiles, caros pero deliciosos
El molcajete es la principal artesanía de este poblado y más de 600 familias se dedican a ello. Subimos a Minas de las Coloradas, lugar donde él y otros compañeros trabajan desde ocho de la mañana y hasta que se meta el sol.
Elaboración
“La extracción de la piedra es lo más pesado”, narra Juan Manuel entre piedras y con un pico, herramientas que crea con sus manos. Él y sus compañeros saben seleccionar las piedras a través de la observación del poro y las sales.
Posteriormente, comienzan a moldear la piedra con sus propias herramientas y manos, con golpes fuertes y precisos. A veces diseñan previamente figuras y finalmente la pulen.
Los artesanos más experimentados pueden realizar un molcajete a mano en sólo tres horas, omitiendo el proceso de la extracción de piedra. Sin embargo, el esfuerzo físico y la dedicación que conlleva cada una de las piezas implica más, por ejemplo, trabajar bajo el sol en la montaña.
Bebidas espirituosas tradicionales
Por lo que El Pollo hace ahí mismo su fogata, asa unos chiles y jitomates, y hace en molcajete una salsa; hay tortillas hechas a mano, y con motivo de nuestra visita nos invitaron un taco y compartieron un poco de pulque.
Hecho en México
Cuando le preguntas a Juan Manuel cuántos molcajetes ha hecho en su vida, exclama:
“¡Pfff! Un millón, o no sé, hago más o menos 3 molcajetes por día. Y llevo 25 años haciéndolos. Empecé por ahí de los 5 años”.
Nos explica que los molcajetes de Comonfort son los mejores de todo México, y nos da tres razones:
- Los bancos de piedra volcánica: negra, roja y azul.
- El molcajete no se desgasta.
- La piedra tiene sales minerales, que finalmente aporta un sabor.
“Un molcajete es para lucirse”
Juan Manuel se siente orgulloso del trabajo que hace con sus manos, y platicando, me dice frases como “hay que saber agarrar el tejolote”; que es el pedazo de piedra que complementa a un molcajete y con el que mortajamos los ingredientes al momento de hacer una salsa.
También señala que, “el molcajete se cura moliendo cualquier tipo de grano, como arroz, frijol o maíz”. Y con “curar” se refiere a la primera vez que utilizamos un molcajete, a fin de eliminar las rebabas.
Finalmente, El Pollo me dice que “un molcajete es para lucirse, no para tenerse guardado”, esto aún en los días en que no hagamos salsa en él. Así que de regreso a CDMX, decido sacar el molcajete que mi mamá me obsequió y lo honro colocando flores en agua.
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